Hablar sobre democracia es todo un reto, sobre todo por lo cambiante del concepto y sus variantes que han aparecido en la actualidad. En el mundo globalizado la democracia tiene diferentes modalidades según el espacio geográfico del que se trate, uno de ellos es el modelo líquido. Sin embargo, el libro de Jorge Aguirre es el resultado del trabajo efectuado en los últimos cinco años que refleja la madurez del investigador y la seriedad de la investigación. Tal estudio fue posible gracias a los apoyos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México. El origen de este estudio data del 2011, cuando publicó en la revista chilena Perspectivas de la Comunicación su trabajo “La ciudadanía mediática” en donde describe el impacto de los medios digitales en la construcción de un nuevo concepto de ciudadanía.
Después siguieron varios artículos, entre los que destacan: The Use of Electronic Technology and Legislative Representation in the Mexican and U.S. States editado por el Puentes Consortium Project de Rice University, en Texas, en coautoría con el prestigiado profesor Mark P. Jones; La participación ciudadana mediática para descentralizar al Estado editado por la Universidad de Sevilla y Universidade Tiradentes de Brasil; El camino del Twitter al parlamento publicado por el Departamento de Comunicación de la Universidad de Playa Ancha en Chile; The model of participatory democracy powered by new media publicado por Archiv für Rechts- und Socialphilosophie en Stuttgart.
El prólogo, escrito por el investigador Ismael Peña- López de la Universitat Oberta de Catalunya y del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), haciendo un recorrido histórico, explica las ventajas que en la actualidad tienen las sociedades que utilizan la tecnología para el ejercicio democrático.
Respecto al foco de la deliberación y su consecuente elección, es decir, lograr una clara idea de la voluntad general, las aportaciones de los instrumentos cibernéticos contribuyen al mayor empoderamiento ciudadano al proporcionar las condiciones técnicas de la versión 2.0 y 3.0 de la Web, tanto de las plataformas electrónicas como de las redes sociales. Las plataformas permiten la inclusión de la participación ciudadana directa en las instituciones, principalmente a través de los wikis, el correo y el voto electrónico. Mientras que las redes sociales (chats, foros, blogs, Facebook, Twitter y un largo etcétera) posibilitan en mayor medida la interacción deliberativa y la comunicación multilateral para construir el ágora digital. Ambas, plataformas y redes, apuntan a la asamblea cibernética que, en el modelo líquido, devendrá en el parlamento virtual ad hoc a los temas de una agenda política específica donde los participantes se hacen presentes según potestad o por delegación o delegaciones secuenciales. En la nueva ágora digital, la asamblea cibernética o el parlamento virtual, es decir, en la res- publica gaseosa, participan los interesados o los reconocidos expertos a quiénes se les delegan la participación. Ya no es exclusiva para los representantes públicos que habitualmente están comprometidos con su respectivo partido político.
La Democracia Líquida, en consecuencia, muestra porque se requiere el esfuerzo y el derecho del ciudadano para ampliar y generar sus propios derechos, nuevas formas de definir las políticas gubernamentales y de colaborar con los gobernantes para establecerlas.
La Democracia Líquida está explicada en nueve capítulos.
El primero, denominado La crisis de legitimidad, hace referencia del descontento de los electores que no se consideran representados por los representantes del gobierno democrático. El argumento se basa en datos estadísticos obtenidos de distintas encuestas certificadas en diversos países que reflejan tal situación.
Los capítulos dos (las premisas de la legitimidad democrática), tres (la participación ciudadana ante la legitimidad democrática) y cuatro (los pros y contras de la representatividad) vinculan la participación ciudadana con la legitimidad democrática más allá de la mera elección de representantes. Especialmente el capítulo cuatro ahonda en los diversos tipos de representatividad política y obtiene un balance del modelo representativo y la participación directa. Aguirre explica que no se trata de una disyuntiva excluyente entre el modelo representativo y el directo, sino por el contrario, el paulatino reconocimiento de los mecanismos de participación directa que deben incorporarse o guiar el quehacer de las instituciones representativas. Con la unión de lo mejor de ambos modelos se logra la estabilización y legitimidad que la sustentabilidad política requiere. Esta evolución de la democracia evitará su extinción en tanto organización política. En palabras de De Sousa, se trata de “la articulación de la democracia representativa con la participativa”[2]. Dicha complementariedad es la que, incorporando los avances de la era digital, ofrece Jorge Aguirre en su explicación y ejemplificación del modelo y modalidades de la democracia líquida.
El capítulo quinto (la democracia electrónica como condición de la democracia líquida) describe el apoyo de las TIC a la organización política. Al incluir las TIC y el uso que se les da en el gobierno, resultó necesario distinguir entre el gobierno electrónico, el gobierno abierto, la democracia electrónica y la gobernanza. La incorporación de mecanismos de participación ciudadana directos en las instituciones representativas no representa una revolución como la que se requirió en el siglo XVIII para constituir la democracia en la época moderna. La Democracia Líquida más bien es la evolución democrática con la instrumentalización de las TIC sin generar indeseables sobresaltos.
El capítulo sexto, denominado «objeciones a la deliberación política», atiende los obstáculos y responde con las condiciones y procedimientos que Internet y el modelo líquido aportan para sortear sus dificultades. El autor abarca desde las observaciones que recibió Habermas en su Teoría de la acción comunicativa hasta las propuestas que Dahlberg ha perfeccionado por más de una década.
El capítulo séptimo postula la construcción de la ciudadanía por la hermenéutica para lograr las ciudadanías incluyentes y superar las diferencias migratorias, de género, clase y cualquier condición de opresión. El asunto es trascendental para evitar la xenofobia y crímenes contra la humanidad.
Bajo el título Internet y la democracia líquida: el fluir de la soberanía, el capítulo octavo constituye el corazón del texto. Ahí se explica el modelo líquido en sus tres modalidades y con ejemplos de prácticas exitosas internacionales. Las descripciones muestran como ejercer la soberanía en la complementariedad de la versión directa o participativa y la representativa. En particular, se hace hincapié en los espacios ganados por partidos políticos donde sus partidarios declinan las funciones representativas a favor de la intervención de sus electores. Se enfatiza la naturaleza y funcionamiento de los representantes proxies apoderados ad hoc y los métodos no posicionales, posicionales e híbridos de votación y delegación para discernir la mejor expresión de la voluntad general.
Puede afirmarse que el modelo líquido articula aspectos políticos y técnicos con una tríada. Esa tríada consiste en la soberanía sólida, la democracia líquida y la res-publica gaseosa. La última expresión hace alusión no sólo al parlamento virtual, sino a poner la tradicional esfera de la totalidad pública en «la nube», según la actual semántica de una contemporánea expresión cibernética.
Con esta concepción, la Democracia Líquida encuentra sus dos pilares en la delegación del voto soberano y en la construcción de un Parlamento Virtual. No en vano a la Democracia Líquida también se le denomina democracia delegativa. Es decir, la Democracia Líquida es el modelo de organización política por el cual los ciudadanos no declinan su soberanía en representantes políticos durante períodos fijos, sino que la ejercen o delegan de varias formas, siempre haciéndose presentes en las instituciones representativas a través del voto electrónico por cualquiera de las plataformas electrónicas o las redes sociales cibernéticas. El caso de la delegación soberana no corresponde a una representación política fiduciaria, es decir, no corresponde a la elección de representantes cuyas decisiones y acciones no son vinculantes ni solidarias con las preferencias de sus representados. La soberanía, en el modelo líquido, se ejerce no sólo para elegir con un “no” o “sí”, sino también para deliberar acumulativamente, de manera que perfecciona la elaboración de las políticas públicas[3], con lo cual facilita las decisiones. The Liquid Democracy Journal[4] compila una serie de artículos recientes sobre estas acciones y sus mecanismos procesados a través de Internet. La propuesta de un parlamento virtual es una asamblea o ágora cibernética donde los ciudadanos, y en todo caso, sus apoderados, participan en la definición de las políticas públicas aportando su experiencia y, una vez concluido el asunto de la agenda, se les aplica la revocación para dar paso a nuevos apoderados según el saber requerido por el siguiente asunto a resolver. En dicha ágora virtual los ciudadanos pueden fiscalizar las cuentas públicas, puesto que las TIC permiten anidar todos los acuerdos y documentos públicos y los ciudadanos pueden acceder a ellos por sí mismos o a través de sus apoderados expertos en auditar.
Los modelos del ágora digital y sus efectos en el correspondiente parlamento virtual están construcción, uso y consolidación con una amplia variedad de software que ya son aplicados por movimientos sociales y algunos partidos políticos líquidos. Destaca «AgoraVoting» (hoy nVotes) como plataforma del voto líquido delegativo, revocable y transferible (secreto o no, según el deseo de hacerlo público para que otros ciudadanos también deleguen su representación en el proxy apoderado de mayor persuasión). También ha sido perfeccionado el método «Liquid Feedback» para incorporar el voto preferencial del método Schulze a la Democracia Líquida, presumiendo que es un programa por el cual un infinito número de participantes pueden alcanzar un espacio de discurso finito y concluyente. Este método también es utilizado por grandes corporativos para llegar a consensos democráticos, como en 2016 lo hizo Google con alta participación de sus colaboradores. «Appgree» es la aplicación gratuita para alcanzar consensos por grupos multitudinarios; y precisamente es la plataforma que utiliza el partido español Podemos. El software y las plataformas pueden adaptarse a las condiciones de las diversas legislaciones y reglamentaciones, tal y como lo ha hecho el Partido Pirata en Berlín.
El capítulo nueve describe el fenómeno de las pasiones políticas, -la indignación, el asco, el odio, la piedad y la misericordia-, en su dimensión detonante de la participación.
El modelo líquido, según explica Aguirre, implica tres cambios de paradigmas culturales altamente significativos:
El primer cambio de paradigma es el democrático, que apunta al tránsito evolutivo desde el gobierno hacia la gobernanza.
El segundo cambio de paradigma a los medios: los modos de comunicación entre apoderados y representados y de éstos últimos entre sí, gracias a los avances de las redes sociales cibernéticas constituidas por la versión Web 3.0.
El tercer paradigma en movimiento obedece al corazón que puede dar vida a los dos primeros: la participación ciudadana. Esta deviene desde los motivos racionales para participar hasta la hermenéutica política de las pasiones. Es decir, de los razonamientos y argumentos a favor del bien común hasta los sentimientos provocados por las sensaciones de inequidad y opresión que exigen justicia.
El epílogo hace una recapitulación del principal hilo conductor que postula la necesidad y condiciones de la Democracia Líquida. Se propone la manera de recuperar la condición individual de la soberanía más allá de su mera inclusión en los contextos electorales y legislativos. Se esbozan las razones para incluir la participación ciudadana representativa por sorteo y la intención democratizadora utilizada por los partidos líquidos, ocasionalmente denominados por sí mismos «partidos piratas». Se explica la «piratería política» como extensión de los derechos ciudadanos por encima de los derechos reservados o derechos de exclusividad para los políticos oficiales. Por tanto, se reitera el derecho del ciudadano común a establecer por sí mismo sus propios derechos.
Los conceptos presentados por Aguirre apuntan a la vanguardia de la evolución democrática resultando interesante la inclusión de las TIC y motivante por la estructura democratizadora de la misma participación. Sin embargo, no es considerada la brecha digital. No todos los ciudadanos cuentan con un dispositivo, ni la preparación para su uso. Esto pudiera generar un sesgo. Otro problema es la delegación, el cual se pudiese viciar si no se instrumenta adecuadamente la revocación de mandato, o se enajena al ciudadano de modo que no sabrá elegir a su mejor delegado.
Finalmente, el texto La Democracia Liquida está orientado a la comunidad científica, pero debería leerlo cualquier persona que esté interesada en participar de forma activa en la conformación de una nueva sociedad. Lo cual mejorará las acciones que son tomadas por los gobiernos y que en muchos casos no atienden a los intereses ciudadanos, porque aprovechando los nuevos modelos de democracias soportados por herramientas tecnológicas, permitirá cumplir lo que apuntó el filósofo alemán Immanuel Kant, un pueblo educado, es un pueblo libre.
[1] Elaborada por José Fermín Martínez González, doctorando del Instituto de Investigaciones Sociales de la UANL. jose.martinezgo@uanl.edu.mx / IINSO, Av. Lázaro Cárdenas Ote. y Paseo de la Reforma s/n. C.P. 64930. Monterrey, Nuevo León, México]
[2] De Sousa Santos, B. (2004). Reinventar la democracia. Ecuador: Ediciones AbyaYala, Pág.80.
[3] Blum, Christian y Zuber, Christina (2016) “Liquid Democracy: Potentials, Problems, and Perspectives”, The Journal of Political Philosophy, (24) 2: 162-182
[4] Disponible en: https://www.liquiddemocracyjournal.org