Sección digital Otras reseñas Diciembre de 2008

A propósito de Rafael Herrera Guillén, Un largo día. Globalización y crisis política, Tres Fronteras Ediciones, Murcia, 2008.

Alfonso Galindo Hervás

 

Desde hace unos años, el problema de la globalización viene centrando la atención de numerosos estudiosos. Son muchos los pensadores de primer nivel de todo el mundo cuyas últimas obras profundizan en esta cuestión. Sin embargo, en España a menudo nos hemos nutrido de autores foráneos. Rafael Herrera, cuyas publicaciones hasta la fecha estaban determinadas por una aproximación histórico-teórica a los problemas del liberalismo español, se acerca con este libro a los debates más controvertidos del pensamiento político actual.

Un largo día constituye un libro de interrogantes, que problematiza muchas de las categorías establecidas de la filosofía política contemporánea. El mismo autor reconoce que este libro surge de una doble crisis: una crisis intelectual que le ha llevado a poner en entredicho las bases metodológicas e ideológicas con las que venía trabajando hasta la fecha. Así, leemos en la página 10: “Hice el rito: vestí las categorías aprendidas con metodología bien afilada. Y el fanfarrón en que me convertí perdió el orgullo”. Formado en la tradición de la historia-conceptual y próximo a una visión del mundo liberal-republicana, Herrera hace un balance crítico para ponerse a prueba a sí mismo y las convicciones comunes de la opinión pública.

La otra crisis de la que surge este libro es la de la propia política contemporánea, que, a su juicio, boga en un rumbo fijo hacia la descomposición, cuya salida no es posible pronosticar con certeza, pero ante la cual cada individuo debe trabajar para construir anclajes biográficos que permitan dar un sentido a su vida. De aquí surge la metafórica del título. Escribe Herrera en el “Prólogo”: “Un día interminable que transcurre a toda velocidad… Me gusta imaginarme de este modo paradójico el tiempo presente, porque refleja su peculiaridad más nítida: la permanente repetición de la celeridad. Vivimos con la sensación de que está todo por hacer, de que no termina de gestarse el orden, aunque, sin embargo, todo sucede vertiginosamente. Estos primeros años del siglo XXI son los días de una aceleración detenida, que no se cumple. El día no acaba, pero avanza más velozmente que nuestras propias vidas.”

El ensayo, de 195 páginas, además del prólogo, la introducción y el epílogo, está dividido en cuatro capítulos: I. La injusticia de ser, II. Nuestro “tiempo”, III. El orden global del presente y IV. El caballero de la persuasión: pequeña utopía individual.

Los dos primeros capítulos tienen un marcado carácter teórico. En el primero se adentra en el subsuelo de la política, es decir, en el sustrato existencial del poder que funda toda dominación, y defiende una visión antiutópica de la misma. En el segundo, Herrera debate con Koselleck para mostrar que el tiempo que surgió tras la caída del muro de Berlín debe entenderse como un tiempo circular, en el que se repiten una y otra vez las estrategias de interpretación y dominio modernas, a pesar de no ser suficientes para dar respuesta a los déficits de control, orden y democracia actuales.

Los dos capítulos siguientes entran de lleno en los problemas del poder contemporáneo. En el capítulo III, que es el más extenso del libro, Herrera ofrece su diagnóstico sobre las cuestiones de la globalización. Así, estudia las fugas de soberanía de nuestras democracias; la imposibilidad de definir a los enemigos; la evidencia de que la democracia está amenazada, a pesar de la inactividad europea y los excesos estadounidenses; la conversión de la guerra en lo que considera que es el “terrorismo-espectáculo”. Del mismo modo, sugiere que se debe llevar a cabo un gran gesto de autoafirmación nietzscheano, en el que los valores de la democracia, la libertad y la secularización se consideren bienes moral y políticamente superiores a cualquier otra propuesta. En la lucha por el valor y por la vida, Herrera manifiesta la evidencia de que hemos de hacer un gesto valiente e inmisericorde, sin complejos, y reconocer que existen valores superiores y valores inferiores.

En el capítulo final, que es el más breve, el autor, que además de profesor de filosofía es uno de los más antiguos bloguers de crítica política de España [1] , desarrolla una suerte de utopía en defensa de un nuevo tipo de individualidad, fundada en la potencialidad comunicativa de los nuevos medios de comunicación reticulares y los nuevos proyectos de creación de contenidos de las redes sociales. De hecho, Herrera confiesa que dedica este libro a “los amigos que frecuentan con generosidad CriSishoy, mi blog, cuya fidelidad es para mí la muestra más evidente de que un filósofo adusto también puede tener cientos de lectores diarios. Gracias a todos.”

Es éste un libro diferente en el panorama del pensamiento político español, pues en él se dan cita elementos que muy raras veces forman parte de un mismo discurso crítico. Este libro destila tanto el trabajo de largos años académicos, como el empuje literario de un escritor curtido en los debates públicos más actuales. Con ello, el autor logra la síntesis de rigor y divulgación de la que adolecen a menudo las publicaciones filosóficas.


 

[1] Rafael Herrera Guillén es el creador de CriSishoy, bitácora de reflexión política. https://blogs.periodistadigital.com/crisishoy.php

 

ISSN 0327-7763  |  2010 Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades  |  Contactar