Sección digital Otras reseñas Septiembre de 2008

Pilar Gonzalbo Aizpuru, Milada Bazant (coord.), Tradiciones y conflictos. Historias de la vida cotidiana en México e Hispanoamérica, México, El Colegio de México-El Colegio Mexiquense, 2007, 413 p. [*]

Frédérique Langue

 

El estudio de la vida cotidiana, en cuanto “abarca todos los aspectos del ámbito vital, puede y debe rescatar” anécdotas, identificar personajes y describir circunstancias”, encuentra con esta nueva entrega una ilustración contundente del sentido que va cobrando la interpretación histórica a la hora de referirse a los modos de vida de antaño o de considerar el acato o el desacato a las normas que rigen el quehacer de los actores sociales. El “marco cultural” adquiere especial relevancia en la medida en que llega a expresar consensos, a convalidar rechazos, a ejemplificar adaptaciones de comportamientos y actitudes y a evidenciar sentimientos y pasiones en el tiempo. Como lo indican las coordinadoras de este volumen, son dos los ejes de reflexión de este volumen, aplicables casi a todos los capítulos: el miedo y la violencia, el sufrimiento y las penalidades compartidas, y la doble visión de la religión como consoladora y como “exigente represora”, en distintos niveles o escalas interpretativas, desde la esfera privada (familiar por ejemplo) hasta el espacio público, en lo individual como en lo colectivo. Se han seleccionado por lo tanto experiencias y sentimientos disímiles aunque fueron compartidos por distintos estratos sociales en varios espacios del mundo hispanoamericano, en sus modalidades cotidianas. De ahí el hecho de que ponen de relieve dinámicas identitarias, tanto en el campo social como en el orden cultural.

El primer apartado dedicado a “las manifestaciones violentas en los conflictos sociales” contempla el “drama cotidiano” en el mundo guaraní del siglo XVIII y especialmente en vísperas de la expulsión de los jesuitas (Martín Morales), la “efímera utopía de los esclavos de Nueva Granada”con el caso del palenque de Cartago en 1785 (Pablo Rodríguez), y el cautiverio en las cárceles de Querétaro en el siglo XIX (Juan Ricardo Jiménez Gómez). El segundo conjunto centrado en las “crisis entre la tradición y el cambio” retoma casos muy variados en el espacio : relaciones familiares en el Valle de Toluca en el siglo XVIII (Caterina Pizzigoni), violencias y miedos familiares en los Andes coloniales (Bernard Lavallé), la vida cotidiana de unos párrocos chiapanecos de finales del siglo XVIII a los albores del siglo XX (Juan Pedro Viqueira) o la subyugación de la mujer indígena en los Altos de Chiapas a mediados del siglo XX (Cecilia Greaves). El apartado dedicado a los “recursos de adaptación” analiza las estrategias ideadas por las viudas en la sociedad novohispanas del siglo XVIII (Pilar Gonzalbo Aizpuru), los “pesares y placeres de Carlos María de Bustamante” (Anne Staples) y la acogedora sociedad chilena ante los viajeros ilustrados (Rafael Sagrado Baeza). Se cierra el volumen con un conjunto variopinto, el de las “nuevas minorías”, desde la crónica de un baile clandestino (Milada Bazant) a la vida cotidiana en la revista de la Confederación Regional Obrera Mexicana de 1925 a 1930 (Engracia Loyo) y las relaciones amorosas de los jóvenes católicos en México (1940-1960) (Valentina Torres Septién).


 

[*] Reseña originariamente publicada en la revista Nuevo Mundo / Mundos Nuevos.

 

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