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Entre la prensa, el discurso y la revolución
Reflexiones al libro Del trono a la guillotina. El impacto de la revolución francesa en el Perú (1789 - 1808), de Claudia Rosas Lauro. Lima: IFEA-PUCP-Embajada de Francia, 2006, 290 páginas [1]
Daniel Morán [*]
El estudio de los medios de información y las vías de su circulación y difusión en el Perú colonial es un tema bastante novedoso. Algunos intentos de indagar la propagación y el impacto de la prensa en el pensamiento y las acciones de la sociedad virreinal peruana han terminado en buenas intenciones más que en trabajos minuciosos y con aportes relevantes. El problema se encuentra en la naturaleza de la fuente consultada y en el objetivo propuesto por los investigadores del periodismo peruano, quienes se han dedicado mayormente a describir las características de la prensa, dejando de lado así la indagación de su circulación y difusión en la sociedad colonial. Los periódicos, pasquines, documentos oficiales impresos, sermones y la comunicación oral entre todas las clases sociales, si bien han permitido conocer aspectos fundamentales del funcionamiento de la estructura colonial, también nos han mostrado la complejidad y dificultad del análisis del discurso contenido en la prensa escrita. No todo lo que se escribe en el papel se realiza en la práctica realmente. Como tampoco el discurso que se difunde muestra los intereses de todos los grupos sociales inmersos en las relaciones de su propio proceso de existencia.
En ese sentido, el esfuerzo de la joven historiadora peruana de la Pontificia Universidad Católica del Perú Claudia Rosas Lauro intenta cubrir aquel vacío y presentarnos las redes de la circulación de la prensa peruana en la etapa final de la dominación colonial. Rosas Lauro toma así como marco temporal un hecho central en la historia europea y de repercusiones mundiales: La revolución francesa. A partir de aquel acontecimiento la autora reconstruye el impacto que pudo tener la revolución foránea en el desempeño y las acciones de las autoridades y la sociedad del virreinato peruano entre 1789 y 1808.
Así, la investigación de Claudia Rosas Lauro combina la relación existente entre la prensa escrita, el discurso contenido en ella y los intereses de cada uno de los grupos sociales presente en la sociedad colonial peruana. Aparece la imagen de la revolución y los cambios radicales en aquellos años de crisis política. El imaginario de las personas inmersas en dicha coyuntura es inducida y se inclina a la idea de la revolución nefasta, perjudicial y contra la divina providencia de Dios. Surge el miedo, el pánico y las ambigüedades en el accionar y la forma de pensar de los actores sociales americanos. Por ello, las autoridades coloniales toman las medidas básicas y efectivas para acabar con aquel peligro social. La imagen de la revolución no podía asimilarse en Perú como un movimiento de libertad y progreso, sino como acciones violentistas contra la autoridad imperial y divina. Así, el discurso imperante en el momento está referido a la necesidad de contrarrestar cualquier intento de movimiento social en los territorios americanos. Entonces, se presenta a la revolución francesa, en los distintos medios de difusión y circulación de la información, como un movimiento destructor de la organización social, de la religión y la autoridad. Sobre esta idea general gira las páginas del primer libro de Claudia Rosas Lauro que cuenta además con el prólogo del especialista y brillante historiador francés de la revolución francesa Michel Vovelle.
“Loas y diatribas: La revolución francesa en la historiografía peruana”, es el capítulo primero de la investigación de Rosas Lauro. En esta parte del estudio la autora meritoriamente reconstruye la imagen que los historiadores peruanos han tenido de este hecho de repercusión mundial. En un primer momento, se analiza la historiografía del XIX, siglo en que cual los investigadores reflexionan sobre el proceso de la emancipación peruana. Dentro de esa discusión se inserta los debates sobre el impacto de la revolución francesa en el Perú. Para estos historiadores la revolución representa una causa externa de la independencia nacional. Asimismo, un grupo de ellos, los conservadores, conciben a la revolución francesa como un hecho nefasto y de influencia negativa. En cambio, los liberales, entienden el movimiento social francés como una acción positiva y desencadenante de la independencia peruana. Así, se produce el debate y las reflexiones entre conservadores (Riva Agüero y Bartolomé Herrera) y liberales (Benito Lazo, Sebastián Lorente y Mariano Felipe Paz Soldán). Todos ellos defienden sus ideas y su respectiva ideología relacionadas a sus intereses políticos del momento. A partir de sus escritos, podemos observar, que la historia es para ellos un discurso creado sobre la realidad y compartido con la situación presente de los hombres que la realizan.
Ya en el siglo XX, historiadores como Jorge Basadre consideran a la revolución francesa como un movimiento importante pero no determinante. Pablo Macera, de igual manera, destaca que la imagen de la revolución no influyó en las acciones de la sociedad peruana. Pues, sus habitantes se opusieron a ella. Otros historiadores señalan que la revolución francesa fue una de las muchas influencias que tuvo nuestra emancipación.
Por otro lado, dos eventos de celebración pusieron en la agenda de la investigación y el debate, las reflexiones sobre el impacto de la revolución francesa en el Perú. El sesquicentenario de la emancipación peruana en 1971, ofreció la posibilidad de sellar la poca influencia del hecho francés en los movimientos sociales internos del Perú. No existió una difusión extensa de las ideas ilustradas a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Solamente un reducido grupo de intelectuales y autoridades supieron de la existencia de la doctrina liberal de origen francés. Por su parte, el bicentenario de la revolución francesa en 1989, permitió observar pequeños avances en el estudio del tema. La prensa escrita pudo ofrecer las evidencias necesarias para ahondar un poco más en la investigación de la revolución. Los contados artículos de Teodoro Hampe, Fernando Rosas Moscoso y Jean-Pierre Clément, enfatizan en la imagen negativa que se construye sobre los hechos revolucionarios franceses. Pero no profundizan en los canales de circulación y difusión de aquel discurso. Allí entraría entonces los análisis pioneros y reveladores de Claudia Rosas Lauro.
El segundo capítulo de la investigación, “Una revolución comentada: La difusión y circulación de la información”, intenta hurgar en un terreno poco explorado por la historiografía. ¿Cómo se produce la difusión del contenido y el discurso de la información periodística? ¿Cuáles son los canales y las redes de su circulación? ¿Qué otras formas de comunicación y propagación de las ideas se utilizaron en la época de análisis? Todo ello permite a la autora proponer una manera de extender las noticias y el discurso en la sociedad colonial de fines del XVIII y, posiblemente, durante los inicios del XIX. La idea central es que la revolución francesa fue comentada en el Perú colonial. Así, para que esas opiniones y conversaciones se hicieran realidad existieron diversas formas de propagación de la información. Lo interesante del análisis es que el hecho revolucionario era de carácter externo y no acaecido en territorio propio. Allí se sitúa mucho más la importancia a este acontecimiento internacional. En apreciación de la autora la prensa escrita es esencial para el estudio del tema. En ese sentido, la llamada prensa ilustrada se convirtió en un efectivo instrumento de propaganda política. Las autoridades coloniales lo entendieron así y por ello siempre estuvieron atentos en la difusión de su contenido. Rosas Lauro nos señala que en el siglo XVIII, se produce los inicios de la prensa moderna. Aparece El Semanario Crítico (1791), El Diario de Lima (1790- 1792), La Gaceta de Lima (1793-1794) y El Mercurio Peruano (1791-1795). De todos ellos, los dos últimos representan las fuentes de la prensa escrita que retratan en profundidad los sucesos revolucionarios. La Gaceta de Lima es considerado el vocero oficial de la revolución. Pues informa y comenta íntegramente en sus páginas dicho acontecimiento. Es entonces el primer periódico de carácter internacional, creado por las autoridades de gobierno para contrarrestar las informaciones que se filtraban en el virreinato peruano. La imagen de los cambios radicales era difundida también en Lima a través de otros medios de información. Incluso, de periódicos llegados al Perú a través del contrabando. Todo ello creó un miedo soterrado entre la elite limeña por la difusión de ideas contrarias al sistema español. Aquella es la razón de existir de La Gaceta de Lima, impreso que jugó a favor de los intereses del régimen colonial peruano. Sin embargo, el estudio de este periódico se ha producido recientemente, pues en épocas pasadas solo se prestaba atención a las informaciones del Mercurio Peruano, cuando en realidad era La Gaceta el periódico más detallado de la revolución. Por su parte, El Mercurio Peruano reproduce en sus páginas los rostros nefastos de la revolución. Se ha contabilizado, en ese sentido, 19 artículos relacionados a la revolución francesa. La mayoría de todos ellos se dedican a informar sobre el aguillotinamiento de Luis XVI en 1793, creando así una imagen negativa de la revolución.
A parte de los periódicos señalados la difusión de la información se produjo por la lectura de libros y folletos, los pasquines anónimos y las epístolas o correspondencias privadas. En todas estas fuentes podemos apreciar las múltiples imágenes de la revolución. En los libros y folletos vemos la voz oficial que se mezcla con el discurso sedicioso. Asimismo, podemos apreciar, las bibliotecas particulares que recaían en gran medida en propiedad de canónigos, aristócratas y funcionarios. Otro medio de difusión de la información lo encontramos en los pasquines anónimos de aquellos años. En los mismos se aprecia opiniones a favor de la revolución francesa. Podemos decir que se trataba de una forma de protesta social. Incluso, en muchos de ellos es notorio su carácter separatista. Eran una especie de contra – bando para contrarrestar las disposiciones oficiales. La presencia de estos pasquines permite a la autora lanzar como hipótesis de trabajo y poner en duda la supuesta tranquilidad o rol pasivo de Lima en el proceso de independencia. Es interesante también analizar en el ambiente privado la propagación de la información pública. Esto se realizaba a través de las correspondencias privadas entre amigos, familiares y allegados, los cuales comentaban en diversas cartas los acontecimientos revolucionarios.
Pero no solamente lo escrito circuló en el Perú del XVIII. También se produjo la comunicación oral, gestual y simbólica. En nuestro país la comunicación oral era predominante. Por ello, las conversaciones en los espacios públicos tenían gran envergadura. En los cafés y las fondas, en las tertulias se producían los diálogos entre los diferentes grupos sociales de la colonia. En las mismas cárceles y en los ambientes privados del hogar la comunicación era efectiva. Así, las publicaciones escritas eran comentadas y discutidas en estos espacios públicos. A todo aquello se agregaba la información oral que se trasmitía a través de los bandos oficiales y los pregoneros ordenados por el gobierno colonial. Por último, debemos recordar las procesiones con sus imágenes, los sermones y su contenido ideológico y todo lo relacionado a lo visual y su poder de convencimiento en las mentes y las conciencias de las personas. En ese sentido, la difusión y circulación de las noticias y las informaciones sobre la revolución francesa abarcó múltiples formas que al final permitió construir una imagen de dicho evento revolucionario.
La explicación de aquella representación es el tema central del tercer capítulo de la investigación. Entonces, “La revolución como representación: Imágenes y discursos”, busca visualizar la creación de la representación de la revolución a partir del análisis del discurso. Así, el principal periódico que retrata en sus páginas el tema revolucionario es La Gaceta de Lima. Allí, la revolución aparece como un tema importante y de interés mundial. Se intenta a través de este medio proyectar las acciones revolucionarias como movimientos contra la tranquilidad social. Prácticas que se confunden con una errónea interpretación de las ideas liberales del momento. Se advierte en el discurso de La Gaceta un tono de crítica, diatriba y condena a los sucesos de la revolución. Por lo tanto, la imagen de dicho movimiento francés se circunscribe a cuatro tópicos de reflexión: el asesinato del rey, la lucha contra la religión católica, el imaginario del terror y la guerra. A partir de ellos se construye la imagen negativa de la revolución francesa.
En las hojas periodísticas se condena tajantemente el regicidio. El asesinato del rey Luis XVI es rechazado por representar una aberración en las prácticas de la época. El discurso de la prensa insiste en concebir dicho asesinato no solo como un regicidio, sino como un sacrilegio por el carácter sagrado del rey, y también como un parricidio, pues el monarca es considerado el padre de la nación. Lo interesante es apreciar que la prensa recalca lo nefasto de aquel proceder porque, en sus palabras, Francia era una nación civilizada y no podía contagiarse de ese tipo de medidas bárbaras. Se produce asimismo en aquellos años el ataque a la Iglesia y a la religión católica. La revolución ataca a los religiosos, los persigue y los asesina. Destruye los símbolos cristianos así como sus principales dogmas. Por ello, la revolución es concebida como un movimiento irreligioso y ateo.
Un punto que también está presente en la información de la revolución se refiere al imaginario del terror y la guerra. El primero de ellos está representado por el Tribunal revolucionario (Tribunal de sangre), institución que es condenada por las excesivas muertes. De igual manera, la Convención es rechazada por sembrar la anarquía, la violencia y la tiranía. Ella es asociada al predominio de los Jacobinos, pues es aquel partido quien la maneja. Así, la Convención era la causante de la época del terror y tenía como instrumento principal al Tribunal revolucionario. Aquel ambiente de incertidumbre y pánico social se acrecentaba más con las acciones de la guerra en todos sus frentes. Así, la guerra es imaginada en sus consecuencias trágicas; los asesinatos, las muertes, la destrucción, etc. En todos estos tópicos de reflexión se encuentran presentes los actores del proceso revolucionario francés. En primer término, los actores centrales serán los jacobinos y los líderes revolucionarios (Marat, Mirabeau, Danton, Robespierre, Hébert, etc.). Su condena es evidente en las informaciones de la época, pues son ellos los causantes de las desgracias del momento. En cambio, los aristócratas y los comerciantes son considerados como los más perjudicados por la crisis revolucionaria. Los primeros pierden sus propiedades, y a los segundos sus actividades comerciales se ven paralizadas por el conflicto bélico. Por su parte, el pueblo y las mujeres cumplen un rol protagónico en esos años. Se construye una imagen negativa de las acciones del pueblo. El populacho sería seducido, engañado y manipulado por los revolucionarios. Por ello, la elite siempre guardó recelo por sus movimientos.
Otra temática que se puede observar en el discurso de la época lo tenemos en la crítica a la filosofía de la ilustración. Así, la libertad, la igualdad y la democracia originarían trastornos sociales y por ello tendrían que ser combatidas. Finalmente, en este tercer capítulo de la investigación, se indaga sobre la simbología revolucionaria. Allí aparece entonces la imagen funesta de la muerte asociada a la guillotina. Así, a través de todas estas representaciones presente en el discurso de la prensa, se construye la imagen negativa de la revolución francesa.
Ahora la interrogante nos sumerge en el análisis de las acciones que estas representaciones ocasionaron en el virreinato peruano. Por ello, en el cuarto y último capítulo del libro, “Las actitudes frente a la revolución: Entre la tolerancia y la represión”, se busca indagar el comportamiento y las respuestas asumidas por los actores sociales peruanos ante los eventos revolucionarios de Francia. El régimen colonial asumió el control de la información sobre la revolución. Para ello intensificó sus mecanismos de vigilancia y represión. En primer término, realizó una supervisión de los principales espacios públicos de sociabilización. En los cafés y las tertulias en donde se reunían las clases más acomodadas de la ciudad. Y en las fondas, chicherías, pulperías, chinganas, en donde se concentraban los grupos populares. Así, podemos apreciar, un movimiento intenso de discusión política. Aún más en los debates de los miembros de la elite colonial es perceptible una creciente preocupación por una posible acción revolucionaria en la ciudad. La composición social de la sociedad colonial, en su mayoría miembros del pueblo, ofrecía los indicios para el miedo a la revolución por parte del poder estatal. De allí, su maquinaria de represión y vigilancia de las informaciones referentes a la revolución francesa. Como observamos en el tercer capítulo la revolución fue calificada como destructora de la tranquilidad pública y del orden social. Por ello, el gobierno controló todo intento de imitar aquellas acciones funestas. La elite utilizó todas las formas posibles para preservar su poder y privilegios. Así, la rebelión de Túpac Amaru ocurrida solo unos años atrás despertó aún más los temores de la clase propietaria. La represión sobre ella fue sangrienta, por lo tanto, las acciones que se puedan realizar por los eventos franceses serían de igual manera reprimidas totalmente. La Iglesia y la Inquisición jugaron un papel crucial en la vigilancia y la censura de la información revolucionaria. El régimen colonial apoyó entonces las medidas adoptadas por estas instituciones. Se sumó a dichas prácticas de represión la política antifrancesa. Los residentes franceses en el Perú eran vigilados, asechados, perseguidos y expulsados del virreinato. Pues, se pensaba que ellos mantenían contacto con los revolucionaos franceses y que intentaban implantar en el Perú el caos y la anarquía reinante en Europa. Finalmente, se realizaron acciones contrarias a los movimientos franceses. Desde el Perú, y no solamente de Lima, se enviaba donativos para sustentar la guerra en Europa. En las páginas de El Mercurio Peruano se reconoce incluso la presencia de donativos indígenas para acabar con la revolución en Francia. Al apoyo económico se unió el auxilio espiritual, las rogativas públicas se hicieron extensivas en todo el territorio del Perú. Lo que llevó también al desarrollo de una política de defensa militar, con el objetivo de mantener la tranquilidad social del virreinato peruano.
Así, después de la atenta lectura de la investigación de Claudia Rosas Lauro, podemos concluir que el texto representa un enorme esfuerzo por comprender la recepción, el debate y las actitudes tomadas por la sociedad colonial peruana ante los hechos revolucionarios de Francia. En forma particular destacamos el modelo de análisis de las redes de información, circulación y difusión de las noticias y las opiniones de la revolución. Los canales de propagación que la autora toma como puntos esenciales en sus análisis nos arrojan indicios de la recepción de las noticias y las ideas externas hacia los habitantes peruanos. Aparece el discurso de la elite, sin embargo, en pocas ocasiones se aprecia las opiniones de las clases populares en forma directa. La cultura de elite y la cultura popular, está bien, no están separadas y en forma irreconciliable, pero su comunicación y relación es compleja y de difícil indagación. Existen códigos que comparten, pero, a su vez, poseen esquemas e ideas que se rechazan enormemente.
El estudio en mención presenta una gama enorme de formas de difusión de la información, pero se circunscribe al análisis, en gran medida, del Mercurio Peruano y La Gaceta de Lima. Resultaría interesante contrastar y trabajar mucho más las otras fuentes indicadas en la investigación. De igual manera, el estudio de los sermones coloniales puede ofrecer evidencias útiles para la compulsa de la información. Asimismo, hubiera sido revelador abarcar un poco más en el tiempo cronológico propuesto. Por ejemplo, la época de las Cortes de Cádiz (1810 – 1814), es una coyuntura central para reflexionar sobre las relaciones entre los ideales españoles y franceses. Años de crisis política y de la invasión y dominación francesa en España. En ese sentido, los espacios públicos y la prensa ¿Cumplirán las mismas funciones de años anteriores? Por otro lado, ¿Cuál sería la respuesta española y americana ante las acciones francesas entre 1808 y 1814? ¿Qué imagen se construyó de Francia y los franceses en el Perú? ¿En qué varía dicha imagen durante las Cortes y la etapa de la revolución francesa? Estas y otras interrogantes pueden ser analizadas y reflexionadas a partir del modelo de investigación desarrollada por Claudia Rosas. En esencia, su texto nos sumerge en un mundo en donde la prensa, su discurso y representación de la realidad se interrelacionan mutuamente para ofrecer una explicación coherente de la sociedad colonial peruana.
[1] Publicado originalmente en Investigaciones Sociales. Lima, Nº 18, 2007, pp. 639-644.
[*] Universidad Nacional de San Martín, Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) Buenos Aires, Argentina.