Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades | Sección digital
Sección digital Otras reseñas Septiembre de 2009
Una visita a las bases de la sociología
Lucchini, Cristina, Siffredi, Liliana y Labiaguerre, Juan (2007): La impronta espacial-temporal en el análisis social clásico, Buenos Aires, Biblos.
Matías Esteban Ilivitzky [*]
La reedición de esta obra conjunta, destinada principalmente a introducir a los estudiantes a las nociones básicas de la sociología, se justifica en función tanto de la claridad expositiva de sus autores como de la relevancia de los contenidos abordados. Los seis capítulos que componen el libro no pretenden, consecuentemente, un tratamiento exhaustivo de alguna problemática o autor, sino otorgar una aproximación primaria a la teoría sociológica clásica. De esta forma, mientras que los dos primeros apartados exploran los orígenes de la sociedad contemporánea, los últimos cuatro describen los logros de quienes inspirasen el surgimiento de la disciplina.
En “De la comunidad estamental a la sociedad de clases” se explican, en primera instancia, las principales características de las formaciones societales medievales. La disolución de las mismas es la que motiva el pensar sociológico sobre los vínculos relacionales característicos de la modernidad. Los lazos entre los hombres libres pertenecientes tanto al clero como a la nobleza, los siervos particulares y los de la gleba, siendo el vasallaje la relación social paradigmática de la época, permitieron conformar estrechos vínculos que, al otorgar deberes y derechos a la totalidad de la población, dotaban también de estabilidad y previsibilidad al entramado comunitario.
Sin embargo hacia los siglos XV y XVI la acentuación de la vida urbana transformó el sistema económico y con el comienzo de la transición entre el feudalismo y el capitalismo se produjeron idénticos cambios respecto a la conformación de la antigua ligazón del medioevo. Con la acumulación originaria de capitales acaecida en el mercantilismo, la parcelación de tierras para el pastoreo (de la cual los enclosures británicos son el ejemplo paradigmático) la feroz crítica hacia la Iglesia proveniente de la Reforma y el surgimiento de centros cada vez más avanzados de producción manufacturera, la pirámide social sufre una radical metamorfosis y la koinonía homogénea del ideario medieval dará paso a la aparición de las clases sociales y, junto a las mismas, del conflicto.
Estos factores serán analizados más detalladamente en “El proceso de industrialización y la consolidación del capitalismo”. La abundancia de combustibles, de capital y de mano de obra, ésta última a causa de los adelantos en la sanidad, higiene y alimentación, así como el crecimiento constante de la demanda de mercado, tanto en las metrópolis europeas como en sus crecientes colonias ultramarinas, motivó el auge del comercio internacional. Ello provoca una reconceptualización del valor del dinero, que comienza a destinarse mayoritariamente no a la compra de productos suntuarios sino a la reinversión en las oportunidades productivas del mercado.
Este flujo monetario también financiaba al mismo tiempo las innovaciones técnicas y científicas capaces de retroalimentar el circuito de progresión del sector secundario. El complejo proceso antedicho, finalmente, requiere la profesionalización del sistema bancario a fin de disponer de préstamos con mayor asiduidad y garantías de sustentabilidad en el tiempo.
Estos acontecimientos provocan que la burguesía reclame mayores derechos políticos correspondientes al nivel de su importancia en las florecientes economías nacionales, lo que conduce en primer lugar a la Revolución Gloriosa de 1688 que destrona a la dinastía Estuardo (que aún poseía resabios absolutistas) y coloca a Guillermo de Orange en el trono, y en segundo lugar a la Revolución Francesa de 1789, que conmueve las bases no solo de la sociedad gala sino de toda Europa en general.
El espíritu emancipador de la Ilustración, inspirador de gran parte de estas reformas, será el que en “La ‘física social’ positivista” de lugar al surgimiento de corrientes epistemológicas que proponen la supremacía absoluta de la razón como vía de acceso a la verdad y como forma de transformación y dominio del mundo natural. Ante estos cambios se presenta la figura de Claude-Henri Saint-Simon, quien posteriormente será denominado socialista utópico, y que intentara dotar de una nueva armonía a comunidades desarticuladas por las metamorfosis sucesivas y aceleradas del mundo laboral y político europeo. Su creencia en tres momentos de la evolución intelectual humana, el último de los cuales estaría protagonizado por una alianza entre la elite científica y la industrial (lo que será posteriormente denominado “ley de los tres estados”), motivó la pasión con que uno de sus más destacados discípulos defendería la idea del progreso: Auguste Comte.
Debido a que aquello que no es factible de ser corroborado empíricamente es ipso facto prescindible, Comte deslinda la importancia que la filosofía y, por sobre todo, la teología podrían tener en el campo científico, y le otorga la supremacía en el mismo a las ciencias exactas, de las que la sociología deberá importar su método para acceder a idéntico nivel de excelencia.
Finalmente los últimos tres segmentos de la obra exploran el impacto de la obra de quienes, por derecho propio, terminan de dar forma a las bases del pensamiento sociológico, es decir Marx, Durkheim y Weber. Indudablemente cada uno de estos capítulos es insuficiente por sí solo para abordar de manera íntegra la totalidad de las reflexiones de estos autores. No obstante representan de todos modos para los iniciados en la cuestión una resumida presentación de los denominados “padres de la sociología moderna”, a fin de clarificar posteriores ejes de lectura.
En definitiva podemos concluir afirmando que la reedición de La impronta espacial-temporal en el análisis social clásico es una invitación por partida doble. Por una parte se dirige en gran medida a quienes comienzan a transitar los trajines de una de las disciplinas emblemáticas de las ciencias sociales. Pero igualmente es también un útil ejercicio de reflexión el reevaluar a los clásicos a la luz de diversas interpretaciones de sus teorías, y constituye un ejercicio más interesante aún el acercarse a este tipo de lectura introductoria a fin de constatar o divergir respecto a cuales elementos del corpus sociológico deberían ser rescatados como esenciales.
[*] CONICET, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: ilivitzky@gmail.com