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Bertagna, Federica. La inmigración fascista en Argentina

Buenos Aires: Siglo XXI Editores (1ª edición), 2007. 294 pp. Traducción: Clara Giménez. En la Colección “Historia y Cultura”, dirigida por Luis Alberto Romero.

Federico Tiberti | Universidad de San Andrés

 

El libro de Federica Bertagna viene a hacer un aporte sustantivo al tema de la emigración de exfuncionarios o militantes de la Italia fascista en América del Sur, particularmente la Argentina. La joven historiadora italiana, profesora en la Universidad de Verona, ha mostrado en su experiencia profesional interés por (1) la emigración de funcionarios del régimen fascista y colaboracionistas franceses a los países de América del Sur, particularmente Brasil y Argentina y (2) la historia cultural –en especial, del cine y del periodismo- de Italia y Argentina en el siglo XX [1] . En este texto, que se inserta en la primera de las dos líneas de investigación mencionadas, intenta responder a la pregunta: ¿Por qué la Argentina gobernada por Juan Domingo Perón fue el destino que de forma sistemática eligió un gran caudal de emigrantes de la Italia fascista después de la caída del régimen?

El libro está estructurado en seis capítulos más un epílogo y una breve cronología básica que señala los principales acontecimientos de la historia italiana entre 1940 y 1948. El primero de los capítulos, “Fuga en Italia”, reconstruye la situación que vivían funcionarios y militantes fascistas tras la caída del régimen en toda la península y, sobre todo, luego de la definitiva erradicación del fascismo, con la deposición de la República Social Italiana y el fusilamiento de Mussolini en 1945, analizando detalladamente las alternativas que enfrentaban, las motivaciones que perseguían y sus derroteros más habituales. Al igual que en el capítulo II (“Emigración legal e ilegal”), procura pararse críticamente sobre algunas concepciones instaladas, de forma no mucho más rigurosa que consuetudinaria, como las que exageraban la permisividad suiza para asilar prófugos. De forma parecida se ubica en la discusión sobre el papel de la Iglesia Católica. En dos primeros capítulos desarrolla la importancia que tuvo Roma (de la misma forma que los demás grandes centros urbanos, por las posibilidades de mímesis que se tienen en un contexto masivo) para albergar fascistas fugitivos y funcionar como puerto para el escape definitivo, pero apunta a las tierras autónomas del Vaticano como un caso distinto. La tesis que presentaba a las agencias religiosas como una “vía de los conventos” (p. 61) para la emigración a Sudamérica, si bien da cuenta de un fenómeno que ciertamente fue relevante (la Iglesia no reclamaba identificación de los asilados y tenía una tradición hospitalaria muy grande, tanto protegiendo a fascistas tras la caída del régimen como a judíos y opositores antes de ello) es según Bertagna fuertemente desorientadora: se corre el peligro de pretender una sólida cadena de ayuda entre el Vaticano, por un lado, y Juan Perón por el otro, cuando en realidad nada tan firme existía verdaderamente, y los motivos que empujaban a cada emigrante a inclinarse por Argentina eran casi tantos como ellos, puesto que se dependía en la mayoría de los casos de contactos políticos, comerciales o familiares para el proceso y no (tanto) de un aparato político que sistemáticamente ubicara prófugos en la Patria di Riserva. [2]

En los siguientes capítulos, a partir del III (“Redes políticas: el Movimiento Italiano Femenino ‘Fe y Familia’” desarrolla más pormenorizadamente los mecanismos precisos mediante los cuales operaban algunas redes que facilitaban la emigración de exfascistas. Tal es el caso, precisamente, del Movimiento Fede e Famiglia, que, surgido en 1946, procuró garantizar apoyo material, espiritual y, sobre todo, legal a los “perseguidos políticos”. Una vez más, a través del despliegue detallado e individual de algunos casos, como el de Maria Pignatelli, ataca estereotipos instalados como el que reputaba movimientos como el MIF “organismos secretos dedicados a salvar jerarcas en vista de la fundación de un Cuarto Reich” (p. 92). En los hechos, lejos de acercarse a la fantasía nazi de la Odessa de las SS alemanas, varios de estos movimientos tenían como objetivos premisas más soft, como evitar persecuciones de inocentes o evitar la disgregación de familias. Los lazos entre las miffine [3] (así como los de quienes trabajaban en movimientos semejantes) y los países sudamericanos fueron muy fluidos, tanto por la presencia activa de interlocutores del mismo idioma que ya trabajaban en redes similares con anterioridad, como por la permisividad, cuando no la lisa y llana simpatía, de los gobiernos de la región.

Otro de los mecanismos que permitieron sistematizar la afluencia de inmigración italiana, en este caso específicamente en la Argentina, es el expuesto por Bertagna en el capítulo IV (“Técnicos y empresas en la Argentina”). En el contexto de políticas inmigratorias cada vez más restrictivas y tendientes a buscar “inmigración planificada desde el Estado” antes que el libre acceso al territorio argentino, un acuerdo ítalo-argentino en 1947 sentó las bases para una movilización de italianos con conocimientos técnicos y, en ciertos casos, con emprendimientos industriales concretos, “cooperativas o núcleos de trabajo” (p. 133), hacia suelo argentino. Este acuerdo fue reforzado institucionalmente por la Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI) y por la posterior Comisión Nacional de Radicación de Industrias, que agilizaban el traslado de las empresas facilitando los trámites burocráticos para su instalación.

La cuestión de la sociabilidad italiana en la più grande Italia al Plata [4] es abordada por Bertagna en el quinto capítulo, “Las colectividades italianas en el Río de la Plata”. Naturalmente, cabría preguntarse, según Bertagna, si se generó algún tipo de conflicto entre los repubblicchini [5] emigrados y residentes italianos con más antigüedad en Argentina, en muchos casos de simpatías fascistas. La respuesta se encuentra en las redes culturales y de participación política en que se insertaban los recientemente llegados. El peronismo había actuado, en este sentido, de forma muy activa. Tanto mediante el consumo cultural de publicaciones que reproducían la “liturgia de la península” (periódicos fascistas y neofascistas), como con actos organizados en las propias colectividades y discursos del presidente argentino, se había forjado una militancia que llegó a llamarse “Movimiento Peronista de los Extranjeros” (tan identificados con la causa fascista que tras la Revolución Libertadora de 1955 los lamentos llegaron a identificar a Perón como “Il Duce Argentino”). En el capítulo siguiente, el sexto y último (“Los fascistas italianos en la Argentina”), desgrana pormenorizadamente más vinculaciones que tuvieron los movimientos de militancia fascista en Argentina (MSI y MIF, entre otros) con el gobierno argentino, unidades del PNF (Partito Nazionale Fascista) en Italia, y toda una red de agentes a partir de quienes se podría hablar de una “red internacional para la ubicación de fascistas en Argentina”, pero con las precauciones que Bertagna viene imponiendo desde el primer capítulo.

El desafío que enfrenta el libro es el de tener que pararse, simultáneamente, sobre coordenadas historiográficas de dos países distintos, al estudiar un tema que les es común. Signo de ello es el distinto título con que se editó en italiano (La patria di riserva. L’emigrazione fascista in Argentina) –cuya tapa está, significativamente, ilustrada con una imagen de Juan y Eva Perón que no se conservó en la edición traducida- y en castellano (La inmigración fascista en Argentina), que habla de la consciencia de la autora sobre el bifurcado público al que se enfrentaba. En los primeros capítulos, sobre todo, deja en evidencia estar tomando una postura bastante crítica respecto a concepciones precarias que, producto de lo escasamente explorado del período 1945-1955, se tenían sobre el fenómeno de la fuga y el asilo de fascistas italianos, exagerando casi conspirativamente las capacidades de algunos agentes (como la Iglesia Católica) para gestionar y disponer esos traslados. Cuando se enfoca mayormente en Argentina, el rol de los inmigrantes en el país, sus vinculaciones con el régimen político local, sus actividades económicas, sociales, y culturales, pasa a apoyarse y a enriquecer otra biblioteca. En efecto, su exhaustivo tratamiento del tema de las redes sociales y políticas como mecanismos importantes para impulsar y mantener movimientos migratorios no constituye sino la aplicación en detalle de una forma de pensar el fenómeno inmigratorio que ya existe entre historiadores argentinos [6] . Y no es la de las “redes” la única literatura sobre la historia argentina a la que se viene a plegar y aportar Bertagna: también profundiza elementos de historia de las publicaciones, de las empresas e incluso, fundamentalmente en el capítulo V, cuestiones de cultura política peronista.

Buena parte de lo sustantivo de la contribución que hace Bertagna al estudio de estos temas tiene que ver con la metodología que emplea. El seguimiento pormenorizado de trayectorias migratorias individuales es el método que, con mucho tino, utiliza para ilustrar los fenómenos que narra pero, principalmente, como eficaz modo de atacar concepciones inacabadas de los mismos. Verbigracia, explicaciones vagas y simplistas (pero consuetudinariamente aceptadas), como la de una “Internacional Negra”, red internacional para el salvaguardo de fascistas y colaboracionistas, a fin de gestar un cuarto Reich, son atacadas hábilmente mostrando derroteros individuales de migrantes italianos. La familia Petracci, los hermanos Canela, Triches, Abati y Tagliani o el importante jerarca Carlo Scorza (secretario del PNF) son sólo algunos de los innumerables personajes cuyas trayectorias Bertagna reconstruye meticulosamente. Esta metodología, fruto de la exhaustividad de su investigación y del rigor en su documentación, le permite enfrentar tesis como las mencionadas desde una posición empíricamente muy sólida. Con los casos bien presentados, argumenta que la mayor parte de las ocasiones las decisiones de los emigrantes eran complejas y estaban sometidas a mucha incertidumbre, cuando no parecen simplemente irracionales. Sobre esta complejidad va reconstruyendo las motivaciones y los incentivos que operaban sobre los sujetos, a veces mediante redes políticas, otras mediante contactos familiares, otras mediante oportunidades laborales, pero siempre desde de un modo atemperado y sin incurrir en determinismos ni en la reificación de procesos que en los hechos no eran casi nunca tan pétreos como se los suele pretender.

De lenguaje accesible y documentación sumamente prolija –consignada en un apartado que reúne todas las referencias bibliográficas y las notas al texto-, el libro puede ser abordado por cualquier interesado en incrementar su conocimiento sobre estos temas, sin exigir de su parte casi ninguna base previa (de hecho, incluye una breve cronología al final con referencias contextuales sobre la historia de Italia entre 1940 y 1948). La profundidad analítica y empírica con que son abordados es la que corresponde esperar de un libro que busca agotar su objeto de investigación para un periodo breve, resignando en extensión temporal. Sin embargo, no es esta resignación gratuita en todos los casos, ya que probablemente haya puntos específicos donde necesite ser suplementado por más información, como en la descripción de las prácticas y comportamiento de los italianos con más antigüedad en la Argentina, en muchos casos llegados durante la gran inmigración (1880-1914). De modo interesante, una línea que deja prácticamente inexplorada, asomándose apenas a ella hacia el final del texto aunque excede las pretensiones de su trabajo, es la de estudiar cómo evolucionaron las instituciones italianas en Argentina y sus componentes fascistas hacia fines de década de 1950 y en adelante. En prospectiva, ésta es una interesante agenda de investigación que se abre a partir de La inmigración italiana en Argentina.



[1] Federica Bertagna, Currículum (versión en español). Universidad de Verona, 2008

[2] Título de este libro en su edición en italiano y también de la tesis doctoral de Bertagna. Bertagna, Federica. La patria di riserva. L’emigrazione fascista in Argentina. Roma: Donzelli, 2006. (con prólogo de Emilio Franzina)

[3] Mujeres que pertenecían al MIF

[4] Cfr. Bertoni, Lilia Ana, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX. Buenos Aires: Fondo de cultura Económica, 2007. pp. 24/25

[5] Combatientes de la República de Salò

[6] Para un ejemplo del empleo conceptual de las “redes” para comprender el fenómeno inmigratorio, cfr. Devoto, Fernando, Historia de la inmigración en la Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 2002

 

 

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