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Paloma NÚÑEZ y Javier ESPINOSA (Coords.): Filosofía y política en el siglo XXI. Europa y el nuevo orden cosmopolita, Madrid, Akal, 2009.
Adelina Sarrión Mora
Desde la caída del muro de Berlín y el derrumbamiento del bloque del Este, el proceso de globalización de la economía capitalista ha sido imparable. También podemos hablar de una generalización de la ideología neoliberal que va asociada a dicho sistema. El triunfo del capitalismo no ha ido acompañado de una expansión de la justicia. La persistencia de guerras y matanzas de una extrema crueldad, incluso en el seno de la civilizada Europa —no podemos evitar que venga a nuestro pensamiento la guerra en la antigua Yugoslavia—, parece demostrar la imposibilidad de armonizar la ética y la política, así como la incapacidad de la democracia para alcanzar la realización de los objetivos de igualdad y libertad que tantas veces predica. En todo caso, en las últimas décadas, en el seno de la filosofía, una de las disciplinas que ha experimentado mayor desarrollo ha sido la filosofía política. Desde múltiples perspectivas, pero casi siempre partiendo de la idea de que la democracia es un régimen político con imperfecciones, aunque el mejor de los posibles, numerosos autores han tratado de identificar las condiciones para alcanzar la justicia.
La reflexión sobre la actual sociedad globalizada y multicultural es el núcleo en torno al cual se articulan las distintas participaciones que se recogen en el volumen coordinado por Paloma Núñez y Javier Espinosa.
En el año 1997 se fundó la Sociedad de Filosofía de Castilla-La Mancha, desde entonces, dicha Sociedad ha organizado anualmente unas Jornadas de Filosofía en las que se ha debatido sobre temas muy diferentes. En abril de 2007, se celebraron en Guadalajara las X Jornadas de la Sociedad de Filosofía de Castilla la Mancha, este libro reúne las ponencias y comunicaciones que se presentaron en dichas jornadas, bajo el título: Filosofía y política en el siglo XXI. Europa y el nuevo orden cosmopolita.
El presente volumen nos ofrece un amplio panorama de los problemas sobre los que reflexiona la filosofía actual. Como otras obras de este tipo, tiene la virtud de facilitar que el lector se haga cargo de importantes aspectos de la filosofía de hoy en día. Pero también está aquejada de las limitaciones propias de estas obras colectivas: con frecuencia, la brevedad de las aportaciones impide la profundización que merecen los asuntos tratados. En todo caso, es una útil herramienta que nos incita a continuar ahondando en los temas que más nos interesen.
Las tres ponencias principales, recogidas en la primera parte del libro, abordan desde distintas perspectivas el análisis de la sociedad actual. Todas ellas tienen en común el ofrecer diferentes alternativas para superar la desigualdad, la falta de libertad y el enfrentamiento ideológico-religioso que parecen consecuencias inevitables de este mundo globalizado. Daniel Raventós presenta la perspectiva económica y su defensa de la renta básica; María José Fariñas se centra en los derechos y libertades y aboga por la profundización en los derechos humanos; y Juan José Tamayo analiza los fundamentalismos y propone el diálogo interreligioso.
Daniel Raventós comienza su “Fundamentación filosófico-política-republicana de la renta básica de ciudadanía” con un recorrido por la historia del republicanismo. Tomando como punto de partida el pensamiento político de Aristóteles, Raventós subraya que el sentido republicano de la idea de libertad exige que todo ciudadano tenga independencia económica para poder disfrutar de una existencia social autónoma. Así, es la idea de libertad republicana la que, según el autor, justifica la existencia de una renta básica, entendida esta como “un ingreso pagado por el Estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva”.
Raventós atiende a las ventajas que la instauración de la renta básica tendría para los grupos más vulnerables y marginados de la sociedad actual. En el caso de las mujeres, la renta básica podría ser un medio para asegurar la autonomía de buena parte de ellas, que hoy en día dependen para su existencia material de sus parejas. En segundo lugar, el autor se refiere a los trabajadores asalariados. La seguridad en los ingresos que garantiza la renta básica situaría a los trabajadores en una posición mucho más favorable que la actual a la hora de negociar sus condiciones laborales, ya que no se verían presionados por el miedo a perder sus únicos medios de subsistencia. En suma, teniendo en cuenta las condiciones socioeconómicas del nuevo siglo, según Raventós, la renta básica es un excelente mecanismo institucional para garantizar al conjunto de la ciudadanía una existencia material autónoma.
La propuesta de María José Fariñas lleva el título “Derechos humanos y ciudadanía en una sociedad global”. La autora parte de que, en las últimas décadas, se ha ido transmitiendo la simplificadora idea de que los conflictos sociales tradicionales se han transformado en conflictos culturales y en enfrentamientos entre identidades, casi siempre religiosas. Así se han ocultado otros importantes intereses de carácter geopolítico, económico y social, que estaban en juego. Fariñas reclama la necesidad de partir de la perspectiva democrática y plural para conseguir un nuevo equilibrio entre la igualdad y el respeto a la diversidad cultural y religiosa, evitando la manipulación. El reto es compaginar la pretensión de universalidad de los derechos humanos con la diversidad de culturas sin caer en un nuevo colonialismo. Para la autora esto sólo será posible si se tiene en cuenta que la universalidad no se puede imponer, sino que se ha de alcanzar mediante el consenso en condiciones de libertad y de equidad. Por ello se han de abrir vías críticas de diálogo y entendimiento a partir de los derechos humanos, teniendo en cuenta que tales derechos no son sino el resultado de procesos sociales de lucha por la dignidad de los individuos.
Juan José Tamayo, en “Fundamentalismos y diálogo entre religiones”, presenta el llamado choque de civilizaciones que Huntington plantea como inevitable para el mundo del siglo XXI y se centra en uno de los elementos más importantes de dicho enfrentamiento, el fundamentalismo. Subraya el autor que, en sus inicios, el fundamentalismo fue un fenómeno religioso de origen cristiano. No obstante, en los últimos veinte años el término ha pasado a utilizarse para definir los comportamientos intolerantes y los radicalismos de otras religiones, en especial es asociado al islam. Para Tamayo, el problema del fundamentalismo en las religiones es que está instalado en la cúpula misma de las instituciones religiosas (pensemos en Irán o en el papado de Juan Pablo II). El choque de civilizaciones y los fundamentalismos no son leyes de la historia, según este autor, más bien son construcciones ideológicas que sirven para mantener el actual orden económico y social. Frente a ellos la única alternativa ha de ser defender la interculturalidad y el diálogo entre religiones. Tamayo ofrece un ejemplo de este diálogo a través de un ejercicio práctico que busca los posibles ámbitos de comunicación entre dos religiones cuya historia común se ha caracterizado por el conflicto y la violencia: el cristianismo y el islam.
La segunda parte del libro, bajo el título: “La política en el siglo XXI desde la perspectiva de algunos filósofos”, recoge diez aportaciones que nos presentan la manera en la que diversos pensadores abordan algunos de los problemas propios de la sociedad en la que vivimos. Comienza esta parte con la introducción que Francisco Javier Espinosa hace del pensamiento de Kwame Appiah, en particular de su defensa del cosmopolitismo cultural y de la tolerancia que de él se deriva. Fernando García-Cano se centra en la propuesta que Rawls hace en su artículo “Justicia como imparcialidad: política no metafísica”, que se cifra en la defensa de cierto relativismo metafísico como fundamento de la tolerancia. Nemrod Carrasco nos ofrece una reflexión crítica de la obra En busca de la política, de Zygmunt Bauman. Por su parte, Pedro Jesús Pérez hace una defensa del concepto de ciudadanía en la teoría liberal, centrándose especialmente en la obra de Rawls. Joan Lara reflexiona sobre las propuestas neoconservadoras de Fukuyama (El fin de la historia) y Huntington (Choque de civilizaciones), poniendo de manifiesto las contradicciones internas de estos discursos. Rosa Canal expone la propuesta de Thomas Pogge de aplicar una tasa (Dividendo de Recursos Globales) sobre el uso y el consumo de recursos naturales, con el fin de erradicar la pobreza extrema. Israel Pérez analiza las opiniones de Fernando Savater acerca de la necesidad de redefinir la globalización, básicamente económica hasta el día de hoy, y lograr que se convierta en una herramienta para que se universalicen valores éticos comunes a la humanidad, tales como los derechos fundamentales del hombre.
También la obra de Habermas está presente en esta parte del libro, en concreto en la comunicación de Francisco Javier Gil, quien se centra en el papel que, según el pensador alemán, tiene la religión en los debates sociales de la actualidad. El pensamiento del foucaultiano Alain Brossat sirve de punto de partida a José Ignacio Benito para reflexionar acerca de la guerra civil. Y Paloma Núñez recupera el pensamiento de Bataille para la sociedad actual, ya que lo considera un pensador que puede ayudarnos en la comprensión de nuestro tiempo.
En la tercera parte del libro, “Temas políticos de actualidad”, se agrupan comunicaciones de temas muy diversos. Este último bloque se abre con la aportación de Gerardo López sobre la identidad europea y sus tensiones con las religiones y los nacionalismos. El filme Blade Runner y las obras de Philip K. Dick son analizadas por José Luis Pozo. Por su parte, Alejandro de Haro se plantea si, en la pluricultural Europa, podemos decir que estamos en una sociedad cosmopolita éticamente. José Luis Algaba toma como punto de partida el pensamiento de Alexis de Tocqueville para reflexionar sobre algunos problemas de la democracia actual. José Manuel Sánchez nos presenta el idealismo alemán como un obstáculo para el desarrollo de los valores ilustrados más cercanos a la cultura cosmopolita. María Luisa de la Cámara estudia la noción de gobernanza, surgida en el marco epistemológico posmoderno, cuyas raíces se hunden en la racionalidad humanista moderna y en la Ilustración. El fanatismo religioso y los conflictos sociales que genera son valorados en la comunicación de Miguel Ángel López, quien considera el laicismo como la única respuesta posible y el único fundamento firme para el desarrollo pleno de la libertad de conciencia. José Luis García reflexiona sobre el desacuerdo moral que aparece de manera inevitable en las sociedades pluralistas: el conflicto de obligaciones y el conflicto de valores serían constitutivos de los dilemas morales que vivimos.
La pena de muerte es el tema de reflexión de Iván Parro, quien lleva a cabo un recorrido por los principales pensadores que, en los últimos tres siglos, han defendido la abolición de dicha pena, además aboga por un compromiso individual y colectivo que lleve a la supresión de tal castigo. Javier Aguado indaga en el nuevo concepto de individuo (egocéntrico y excéntrico) surgido de la sociedad cosmopolita. José María Carabante destaca las influencias del pensamiento posmoderno en la filosofía política actual y apunta la necesidad de que los ciudadanos participen activamente y se generen discusiones públicas que lleven a una verdadera comunicación entre culturas e individuos. Alejandro Ballesteros propone el diálogo para combatir el creciente rechazo que sufren los inmigrantes pertenecientes al ámbito de la cultura musulmana. Eduardo Cañas recupera el pensamiento de Hannah Arendt para interpretar la situación de quienes residen ilegalmente en un país: tales ilegales no se consideran refugiados porque han huido de su país de origen por motivos económicos, en consecuencia, no se les reconoce ningún tipo de derechos. Rodrigo Castro parte de la obra de Guy Debord, La Société du Spectacle (1967), para destacar el proceso de descomposición que el capitalismo contemporáneo ha impuesto sobre lo social; en dicho proceso es fundamental el papel de los medios de comunicación de masas, que, lejos de permitir la comunicación, aumentan el aislamiento de los individuos. Por último, Sebastián Gómez reflexiona sobre el concepto de Europa.
En suma, una gran parte de los temas presentes en la reflexión filosófico-política más actual aparece en esta obra, que, si bien carece de la profundidad exigible a las monografías, nos ofrece la variedad propia de las obras colectivas.