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Los años de Menem. La construcción del orden neoliberal, de Alfredo Pucciarelli (coord.)

(Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2011, 328 páginas).

María Victoria López | UBA- Conicet, Argentina

Los años de Menem, fruto del trabajo colectivo del equipo de investigación dirigido por el profesor Alfredo Pucciarelli, trae nuevamente al centro de la escena la pregunta por la inusual experiencia política desarrollada en los años noventa en la Argentina. La consolidación, a partir de 1989, de una nueva forma de régimen democrático caracterizado por la creciente corporativización de las relaciones político-institucionales, la autonomización de los elencos gubernamentales y el deterioro de los lazos de representación y de las identidades políticas tradicionales, es el locus sobre el cual se articulan las diferentes contribuciones de los autores.

La obra es la tercera de una serie dedicada a la comprensión sociológica de la Argentina reciente, cuyo primer y segundo volumen se avocan a estudiar la naturaleza y las características de la última dictadura militar argentina, y a desentrañar los cambios y contradicciones en el proceso de “transición democrática” inaugurado por la presidencia de Raúl Alfonsín, respectivamente. Las hipótesis y conclusiones desarrolladas en ambos textos se hacen presentes en Los años de Menem como telón de fondo desde el cual parten los autores para la comprensión del período en estudio.

El libro se divide en dos partes, la primera se denomina “Persistencias y transformaciones del peronismo, el radicalismo y las fuerzas armadas” y reúne una serie de ensayos que analizan la particular configuración adoptada por dichos actores durante el período en estudio. De forma más amplia, la primer sección da cuenta de las nuevas formas que adquiere el vínculo entre representados y representantes, resultado de la desarticulación de las identidades político-partidarias tradicionales, la descomposición de los marcos de referencia ideológicos y morales, los distintivos modos de comportamiento ciudadano, y el protagonismo de los medios masivos de comunicación en la constitución de demandas e identidades.

El artículo inicial, escrito por Alfredo Pucciarelli, es la vía de entrada necesaria para introducirse en la lectura del resto del libro, dado que ofrece una mirada abarcativa sobre estos problemas y los encuadra en el análisis del proceso de construcción política del menemismo. El texto comienza por la revisión de la última parte del gobierno de Raúl Alfonsín para señalar las continuidades no sólo en el tipo de liderazgo personal, político e institucional que tanto Alfonsín como Carlos Menem intentan configurar, sino también, y fundamentalmente, en el “dilema principal” que ambos deben enfrentar: la reconstrucción de la legitimidad, la autonomía relativa y el poder institucional de un Estado devastado por una crisis general aún irresuelta.

Según el autor, la sensación generalizada de desgobierno y desconfianza hacia las instituciones políticas -producida por la incapacidad de los partidos para resolver los graves problemas registrados entre 1988 y 1989 como la caída del salario, el aumento de la desocupación, las huelgas y los levantamientos militares-, sumado al temor a una agudización de la hiperinflación, hicieron que la sociedad le otorgara al electo presidente un margen de maniobra amplio, un poder delegativo para desarrollar las estrategias políticas deseadas sin la necesidad de rendir cuentas, que le permitió llevar adelante transformaciones de fondo[i] (Camou, 1998:86). En efecto, Pucciarelli analiza con claridad el modo en que Menem logró articular una mayoría social consistente que consensuó las reformas, constituida por grupos tan heterogéneos como los sectores populares de arraigada tradición peronista, la clase alta y media alta, y la clase media ligada históricamente a la UCR u otros partidos menores. La armonización de intereses sociales aparentemente antagónicos fue posible, de acuerdo con el autor, a partir de la satisfacción de los intereses inmediatos y la concesión de beneficios extraordinarios a los sectores de altos recursos por parte del elenco gobernante, junto al éxito de una estrategia de representación centralizada en la figura y características personales de Menem[ii], amparada en una prédica ambigua, contradictoria y antipartido, y sustentada en el empleo de los medios de comunicación, que consiguió sostener el apoyo de la clase trabajadora a pesar de los perjuicios que le causaban las medidas implementadas, y el voto masivo en los grandes conglomerados urbanos de diversos sectores de la clase media (Págs. 63-64).

El artículo de Paula Canelo, que ocupa el segundo lugar, complementa esta lectura al señalar que la especificidad discursiva del menemismo –que radica, según la autora, en una hábil combinación de continuidades y rupturas respecto del modo de enunciación peronista clásico- colaboró en la conciliación de las desigualdades generadas por un modelo económico excluyente, con el apoyo político y electoral tanto de los sectores beneficiados como de los perjudicados (Pág. 107).

Canelo explora los rasgos típicamente peronistas del discurso de Carlos Menem como su presentación como candidato “antisistema” y místico caudillo de provincia, el recurso a la contradicción -permitido por la libre interpretación de la doctrina peronista por parte del líder- y a la ambigüedad -que le permitía incluir demandas muy variadas-, y la importancia de la relación corporal en el establecimiento de una cercanía con el electorado (el beso en la frente a los niños, su participación en actividades deportivas, etc. A su vez, Canelo sostiene que la ruptura con el modelo discursivo del peronismo se halla en la disolución del adversario social, aquella minoría privilegiada encarnada frecuentemente en la figura de la “oligarquía”, que el peronismo había construido como su antagonista fundamental (Pág. 17).

En tercer lugar, el trabajo de Gabriel Obradovich se dedica a analizar el caso puntual de la desvinculación electoral de los sectores medios respecto de la Unión Cívica Radical (UCR), en la Capital Federal durante la década de los noventa. Como argumento central, el autor sostiene que en el proceso de conversión[iii] de los votantes radicales incidieron, en primer lugar, la transformación de los esquemas interpretativos radicales, es decir, el debilitamiento de un sistema de valores e identificaciones organizado en torno a la oposición al peronismo, la defensa a las instituciones y la intervención estatal, y la confianza en el partido como agente promotor del progreso. En segundo lugar, los cambios en las condiciones de vida y de trabajo que llevaron a la fragmentación del electorado radical y sus modos de pensar, dificultando la interpelación partidaria (Pág. 140). Por último, los límites de la dirigencia partidaria radical para renovar sus vínculos con el electorado -que la comenzaba a percibir como incompetente y endogámica-, profundizados por la reelaboración menemista de las ideas partidarias, el rol de los sindicatos y la intervención estatal, que transformó el modo en que los votantes radicales percibían al peronismo.

Completa la primer parte del libro, un segundo artículo de Paula Canelo en el cual caracteriza con sumo detenimiento las relaciones y tensiones entre la política militar desarrollada por el gobierno de Menem y el comportamiento político-institucional de las Fuerzas Armadas, en torno a las cuestiones presupuestarias, la política de derechos humanos y la intervención militar en seguridad interior. El análisis de estos aspectos le permite cuestionar la postura dominante en el mundo académico y político que sostiene que, en el período de estudio, se produjo la “subordinación” militar al poder civil (Pág.18), reemplazándola por la idea de “subordinación condicionada”.

El segundo conjunto de trabajos, reunidos en la sección denominada “Economistas, empresarios y Estado en la producción del orden neoliberal”, se avoca al estudio de las cuestiones socioeconómicas, analizando las transformaciones en la estructura social, las nuevas formas de intervención estatal y la reconfiguración de los sectores dominantes, a partir de la implementación de las reformas estructurales durante los años noventa.

El principal desafío de Carlos Saúl Menem, al asumir en 1989, consistía en enfrentar la crisis hiperinflacionaria en la que el país se encontraba subsumido. Ante las iniciales dificultades del gobierno para controlarla, la llegada de Domingo Cavallo al ministerio de economía y la adopción de la convertibilidad en los primeros meses de 1991, abrirán el camino para lograr la estabilización. Es la “historia íntima” (Pág.18) de dicho proceso la que relata Mariana Heredia en el primer artículo de la segunda parte del libro, desde una perspectiva particular que subraya el rol de los economistas en la implementación del nuevo orden económico.

Como señala la autora, al nuevo régimen bimonetario se le sumarán el impulso a las privatizaciones de las empresas públicas, la apertura comercial y la supresión de la regulación estatal en materia de salarios, transportes y puertos, comercio interior y exterior, mayoristas y minoristas (Pág. 198), conjugando un nuevo orden donde el rol del Estado se veía reducido, al imponerse el diagnóstico de los organismos internacionales de crédito, que veían en la excesiva intervención estatal sobre la actividad privada de los años ’80, las causas del escaso desarrollo de América Latina[iv].

Los empresarios locales apoyaron las reformas estructurales implementadas, pero terminaron viéndose afectados por la llegada de nuevos competidores favorecida por la eliminación de los mecanismos regulatorios, la apertura de la economía y el ingreso masivo de capitales, sumado al atraso cambiario –que restaría competitividad internacional- y la dificultad para el acceso al crédito - que condicionaría las inversiones necesarias para adaptarse a las nuevas circunstancias. La pregunta sobre por qué el empresariado afectado no cuestionaría el modelo ni generaría proyectos alternativos, es la que guía el artículo escrito por Gastón Beltrán, quien se propone responderla a través de un interesante análisis de los modos de la acción política empresaria, sus pautas organizativas y los condicionamientos que enfrentaron.

A continuación, Ana Castellani y Alejandro Gaggero analizan los principales cambios en la orientación de la intervención económica estatal durante los noventa e identifican cuatro tipos principales de estrategias desplegadas por los grupos económicos nacionales frente a los vaivenes del modelo económico (la profundización de la inserción primario- exportadora, la reconversión productiva, la retirada oportuna y la profundización de la inserción mercadointernista). De acuerdo con los autores, con los primeros indicios de desestabilización del modelo evidenciados en la crisis mexicana de 1994-5, los grupos nacionales adoptaron diversas estrategias que, más allá del derrotero de cada empresa en particular, generaron la extranjerización pronunciada de la cúpula empresarial –las empresas transnacionales que la integran pasaron de representar un 13,5% a un 28,5%- , la concentración de la misma –con el aumento de los volúmenes de venta de las empresas de la cúpula que produjo mercados concentrados y la consolidación de posiciones mono u oligopólicas, a lo que contribuyó la desregulación de los mercados-, y la conformación de proyectos contrapuestos entre las diferentes fracciones de la cúpula, a partir de la diversidad de intereses creados a raíz de las estrategias seguidas por cada una[v].

El comportamiento de la cúpula empresarial durante el período impactará en el conjunto de la economía argentina de diferentes modos; principalmente, agilizando el proceso de fuga de capitales -en tanto los ingresos que obtuvieron por la venta de empresas fueron volcados principalmente en el sector financiero externo-, incrementando el grado de extranjerización y concentración del aparato productivo local y favoreciendo la reprimarización del sector industrial (Pág. 290).

Por último, desde un abordaje que parte del análisis del mercado petrolero, el artículo escrito por Ana Castellani y Esteban Serrani sostiene que el Estado ocupó un rol central en la generación de condiciones privilegiadas de acumulación, a pesar de la prédica “antiestatal” del neoliberalismo. Las formas de intervención estatal impidieron la conformación de mercados competitivos y colaboraron en la construcción de espacios de acumulación privilegiada de capital, a través del establecimiento de medidas como políticas antidumping, exenciones arancelarias, regímenes arancelarios especiales, entre otros (Págs. 288 y 299).

En síntesis, a lo largo de 328 páginas, el libro ofrece reflexiones variadas y de distintos autores que confluyen en una visión conjunta del período que sobresale entre la abundante producción académica sobre el tema, al aportar una mirada original del menemismo como fenómeno político, social y económico, y animarse a pensar sobre sus traumáticos legados. El uso recurrente de conceptos e hipótesis presentados en artículos y libros anteriores del equipo dirigido por Alfredo Pucciarelli, hace que los lectores no familiarizados con dichos contenidos se pierdan parte sustantiva del rico camino de investigación recorrido por los autores.

De todas maneras, en Los años de Menem se evidencia un esfuerzo por pensar de modo colectivo el peronismo y la historia argentina reciente, que nos estimula a indagar en las diferentes dimensiones que forman parte de la cuestión, y resulta una contribución invalorable para avanzar hacia nuevas investigaciones y preguntas.

 

 


 

[i] Como desarrollaremos más adelante, las transformaciones se vinculan con la instrumentación de reformas estructurales como la apertura comercial, la orientación exportadora, austeridad fiscal, disciplina monetaria, menor regulación pública de los mercados y un profundo programa de privatizaciones, medidas que ningún elenco liberal había logrado imponer (Camou, A., “Saber técnico y política en los orígenes del menemismo”, en Perfiles latinoamericanos, Vol. 7, nº 12, 1998, p. 90).

[ii] La personalización implica que la representación es menos una función que se atribuye a un cargo y más una capacidad personal de quien lo ocupa, a la que está asociada una “marca” que constituye en personas políticas a ciertos actores; esas personas re sumen en su cuerpo la unidad del cuerpo social y la voluntad general (Novaro, M., Pilotos de tormentas, Buenos Aires, Letra Buena, 1994, p.47).

[iii] Obradovich, basándose en el concepto de conversión de la sociología de la religión, sostiene que “la conversión política supone la transformación de los marcos de referencia tradicionales de los votantes y produce una mayor autonomía para definir y evaluar los partidos y los dirigentes por fuera de las narraciones y justificaciones de los dirigentes y las burocracias partidarias” (Obradovich, G., “La conversión de los fieles. Los cambios en el electorado de la Unión Cívica Radical en la década de los noventa, en Pucciarelli, A. (coord.) Los Años de Menem. La construcción del orden neoliberal, Buenos Aires, Siglo XXi editores, 2011, p.134).

[iv]Castellani, A., “Implementación del modelo neoliberal y restricciones al desarrollo en la Argentina contemporánea” en Schorr, et al., Más allá del pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América latina, Buenos Aires, CLACSO-Unesco, 2002, p.12.

[v] Castellani, A., 2002, op.cit, pp. 25-25.

 

 

 

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