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Como lágrimas en la lluvia

Joan del Alcázar: Chile en la pantalla. Cine para escribir y enseñar la historia (1970-1998). Publicacions de la Universitat de València / Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Valencia 2013, 212 pp. 18 €.

Anacleto Ferrer [*]

Coincidiendo con el cuarenta aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de la Unidad Popular de Chile presidido por Salvador Allende, la Universitat de València, en colaboración con el Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de Chile, acaba de publicar este libro singular. En él, el profesor Joan del Alcázar, comprometido (fue reclamado como perito de la acusación en la causa que instruyó Garzón contra Pinochet) y acreditado investigador de la historia contemporánea latinoamericana, acomete un interesante recorrido analítico por la cinematografía del país andino entre 1970 y 1998. Es decir, desde el acceso al poder de Allende hasta la detención en Londres del dictador.

El trabajo parte de dos presupuestos que el autor fundamenta con rigor, explora con precisión y expone con claridad: el primero, historiográfico, que los documentos en soporte de video (DSV), tanto de ficción como documentales, constituyen una “fuente primaria para el historiador; materia prima, no producto elaborado”, con los que, por supuesto, “es necesario ser cautelosos y críticos como con cualquier otra fuente primaria”; el segundo, pedagógico, que el nuestro es “un mundo de palabras e imágenes y, por tanto, al apoyarnos en unas y otras damos a nuestro discurso solidez y, además, lo hacemos más inteligible, más didáctico”. Si en el primero se alinea con quienes propugnan la incorporación de las denominadas nuevas fuentes (orales, materiales, fotográficas, literarias o cinematográficas) en consonancia con la renovación epistemológica y metodológica que propició en su día la Escuela de los Annales; en el segundo, hace frente a las objeciones de aquellos “profesionales de la historia” que impugnan el valor documental del cine alegando que “los cineastas distorsionan, trivializan” o que “el historiador tiene que establecer una nítida separación entre ficción y realidad”. Su conclusión es clara, y arraiga en una tradición hermenéutica que parte de los textos sobre cine del Sigfried Kracauer de la época de la República de Weimar y pasa por el ejemplar trabajo de Shlomo Sand: “Los DSV son un testimonio de su tiempo, pero no son el reflejo puro y simple de ese periodo. Su relevancia como documento histórico radica en que son el resultado de la realización de un colectivo profesional, no de un creador solitario, y tienen el objetivo de fabricar un producto que, por estar destinado a ser consumido por millones de personas, tendrá un indicador de su valor, un vector de las ideologías dominantes, en el sector del público que los reciba”.

Este “cine para escribir y para enseñar la historia”, según reza el subtítulo del libro, es para nosotros y, sobre todo, para nuestros estudiantes un cine para leer y para aprender la historia del Chile contemporáneo. Cine, también, para rescatar (o construir, según se mire) la memoria histórica acerca de una dictadura que costó alrededor de 40.000 víctimas, de las que más de 3.000 fueron muertos o desaparecidos. “El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir los grandes de los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia”, dejó escrito Walter Benjamin en la tercera de sus Tesis sobre filosofía de la historia. “Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”, dice el replicante de Blade Runer antes de morir. Para que eso no ocurra, para que nada de lo acontecido en Chile pueda darse por perdido como las lágrimas en la lluvia, ha escrito Joan del Alcázar este libro.

 


 

PRÓLOGO

Alfredo Riquelme Segovia (Doctor en Historia, Universitat de València, Académico del Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile

 

En varios sentidos, Chile en la pantalla. Cine para escribir y para enseñar la historia (1970-1998), de Joan del Alcázar Garrido, es un hito en la biografía intelectual de su autor. Una obra de madurez, en que al entusiasmo y la pasión intactos se une la sapiencia alcanzada tras largos años de experiencia en la investigación, la escritura y la enseñanza de la historia, desde la iniciación en la historia social hasta la dedicación a la historia contemporánea de América Latina y la apertura a nuevas fuentes que ha caracterizado el giro cultural en la historiografía.

Este libro pone de manifiesto el conocimiento y el compromiso del autor con el Chile contemporáneo. Ese país que hacia 1970 pareció ser el que abriría una vía nueva a un socialismo distinto a todo lo que el siglo XX había co­nocido, donde la socialización de la economía y la derrota de la desigualdad fuese acompañado por una democracia pluralista y el respeto a los derechos humanos; pero que desde 1973 fue sometido a una restauración radicalizada del capitalismo, impuesta por una dictadura militar que transgredió todo límite ético en su afán por vigilar y castigar. Un país en que de inmediato surgió la resistencia y, en los ochenta, se abrió camino dificultosamente una transición a la democracia sobre la cual hasta hoy se debate si concluyó, aún está en curso o en algún momento experimentó una metamorfosis que todavía debemos ter­minar de comprender.

Joan del Alcázar pisó por primera vez la tierra de Chile, y más precisamente esas calles de Santiago que largamente había evocado sin conocer, en la prima­vera austral de 1992. La dictadura había terminado hacía algo más de dos años, pero todavía el viejo dictador seguía como comandante en jefe del Ejército y el Gobierno democrático actuaba con extrema cautela, sin por ello dejar de impulsar el conocimiento de lo sufrido bajo el régimen de Pinochet.

Esa primera estadía en el país andino consolidó su compromiso con la histo­ria contemporánea de Chile y, muy especialmente, con las vivencias y los sue­ños, las alegrías y los sufrimientos de su gente a través de las vicisitudes de esa historia. Un compromiso que lo conduciría en 1998 desde la investigación y la docencia hasta la Audiencia Nacional de España, donde declaró como Perito de la Acusación en el Sumario 19/97 Terrorismo y Genocidio «Chile-Operativo Cóndor», que instruía el juez Baltasar Garzón contra Augusto Pinochet Ugarte y otros por genocidio, terrorismo y torturas

En este libro, esa pasión por un país, su gente y su historia se une al que ha sido otro de los principales intereses historiográficos del autor que inspira su trabajo de investigación y docencia hace ya largos años: la utilidad de la producción cinematográfica como fuente para conocer la historia, así como su valor como recurso para enseñarla a las nuevas generaciones.

Esa utilidad ha determinado la selección de las películas que forman el cor­pus de la investigación que se presenta en estas páginas, en las cuales el autor comparte con el lector cómo el análisis y la interpretación de los contenidos de unas películas permiten acceder al conocimiento de una sociedad y de su ima­ginario desde una perspectiva histórica. El autor hace explícito que su criterio de selección prescinde de la calidad estética de cada obra, lo que se traduce en la inclusión de películas reconocidas por la crítica y la academia como obras de arte cinematográficas, junto a filmes considerados poco más que panfletos audiovisuales. Asimismo, en este corpus coexisten obras que han incidido de modo muy diverso en la subjetividad de la sociedad chilena: desde películas de ficción o documentales ampliamente apreciados e inolvidables, hasta filmes poco valorados y que han caído en el olvido. Este criterio de selección podría ser discutido, en la medida que se reconozca que indagar sobre el diferente impacto de distintas obras de arte y de sus creadores en el imaginario de la sociedad –estrechamente asociado a la calidad de esas obras– debería ser tan importante para la historiografía como indagar acerca del modo en que esas creaciones reflejan esa sociedad y sus creencias. Aun así, la selección realizada por Alcázar es enteramente coherente con los intereses de conocimiento que explicita en la introducción y en el primer capítulo de Chile en la pantalla.

A lo largo de las páginas de este libro, el autor demuestra efectivamente cómo es posible, mediante el análisis e interpretación de los contenidos de las obras que escoge de la producción cinematográfica chilena a lo largo de cerca de medio siglo, conocer algunos de los problemas cruciales de la historia de este país desde la década de los sesenta hasta nuestros días, las diferencias y antagonismos que la han atravesado y las huellas que sus conflictos han dejado en la subjetividad de los chilenos y las chilenas. De esta manera, Alcázar ha dado vida a una espléndida historia de Chile a través de la pantalla cinemato­gráfica, que será desde ahora una obra de referencia tanto para la historia con­temporánea del país andino del Cono Sur como para la metodología del trabajo historiográfico con fuentes fílmicas.

Además, sobre la base de estas mismas fuentes, el autor desarrolla una tan lúcida como profunda reflexión sobre la permanencia de memorias en conflicto en el Chile actual, donde todavía «la memoria obstinada» debe enfrentarse a «la ignorancia persistente», en una sociedad dividida asimismo por diferencias económicas y sociales aún abismales cuya expresión en los contenidos de la cinematografía chilena logra desentrañar con todo su oficio de historiador. Esta reflexión de Joan del Alcázar constituye un ejemplo de cómo la historiografía puede contribuir no solo a conocer sino también a enriquecer la compleja me­moria de sociedades como la chilena, atravesada por situaciones traumáticas, por un pasado aún doliente, que no acaba de pasar. Una contribución discipli­nar que se materializa finalmente, como el autor bien lo señala, a través de la enseñanza de la historia, que encuentra en este magnífico libro sólidos argu­mentos e imágenes inspiradoras para profesores y estudiantes.

Sólidos argumentos e imágenes inspiradoras que la coedición entre Publica­cions de la Universitat de València y el Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile pone a dis­posición de los lectores de ambos países, contribuyendo así a seguir acortando la distancia entre el Mediterráneo y el Pacífico como lo ha venido haciendo desde 1992 nuestro apreciado colega Joan del Alcázar Garrido.

 


 

[*] Anacleto Ferrer es Profesor Titular de Estética y Teoría del Arte de la Universitat de València.

 

 

ISSN 0327-7763  |  2013 Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades  |  Contactar