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Leonor Arfuch: Memoria y autobiografía. Exploraciones en los límites

Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2013, 168 páginas

Sofía Irene Traballi | Universidad de Buenos Aires (Argentina)[1]

 

En Memoria y autobiografía. Exploraciones en los límites, Leonor Arfuch toma como objeto de análisis lo que ella misma denomina “narrativas del pasado reciente”: un conjunto de textos en los que se manifiesta “una insistencia sintomática, la huella perentoria de un pasado abierto como una herida” (Arfuch 13). El concepto de “narrativa” tiene en el ensayo un sentido amplio; abarca un corpus que incluye diversos registros (escrituras, filmes, debates, performances, obras de arte visuales) y géneros (memorias, testimonio, biografía y autobiografía, entrevista, autoficciones, etc.). Dos rasgos caracterizan a este conjunto heterogéneo: de un lado, la presencia fuerte de la figura del sujeto enunciador, que se perfila como garantía de autenticidad de lo narrado; de otro, la idea de frontera como zona intersticial, puesto que todas las textualidades abordadas coinciden en ser instancias de cruce entre lo estético, lo ético y lo político, así como también entre registros y géneros diversos que establecen renovadas formas de contacto.

Pero la idea de lo “fronterizo” no atañe solamente a las cualidades intrínsecas de las narrativas analizadas, sino también a la índole de la aproximación teórico-metodológica que la autora practica. Su propuesta consiste en rechazar los límites prefijados por las disciplinas a fin de explorar intersecciones teóricas en las que se dan encuentro las teorías del lenguaje y del discurso, la semiótica visual, el psicoanálisis, la teoría política y la crítica literaria y cultural. Tres nociones y/o perspectivas resultan centrales en la aproximación crítica de Arfuch: en primer lugar, el concepto psicoanalítico de síntoma, que le permite indagar, en estos relatos marcados fuertemente por la dimensión subjetiva, la impronta de una falta (de voces, de cuerpos, de historias) que la palabra o la imagen buscan restituir. En segundo lugar, la impronta ética y política de la narración; por último, la idea del rodeo como estrategia del decir oblicuo, indirecto, de la experiencia traumática.

Tras un prólogo que aporta una visión sintética del recorrido argumentativo del ensayo, el primer capítulo delinea la perspectiva teórica del estudio y sienta como punto de partida del análisis la hipótesis de la ampliación y reconfiguración, ocurrida en los últimos años, del espacio discursivo de la subjetividad. Según Arfuch, en esta discursividad tienen primacía el valor biográfico (definido por su carácter intersubjetivo y su cualidad de forma) y el valor memorial (en tanto implica la rememoración de un pasado). La relación entre estas dos dimensiones es el eje de la argumentación, en la medida que permite dar cuenta del modo en que se articulan, en las diversas narrativas (verbales y visuales), autobiografía, autoficción, memoria y testimonio.

El primer núcleo problemático abordado –en el marco del segundo capítulo- es la relación entre memoria, biografía y autobiografía. Los anillos de Saturno (2008) de W. G. Sebald y las obras de arte visuales del artista postconceptual Christian Boltanski le permiten a la autora explorar el modo en que la autobiografía recupera y elabora las huellas memoriales del pasado traumático (específicamente, la guerra y el genocidio nazi). En estas narrativas se deja entrever “la impronta de lo colectivo en el devenir individual” (Arfuch 16), así como también el compromiso ético de poner en relato el trauma histórico, aun cuando se trata de acontecimientos que los autores no han vivido/sufrido personalmente. A partir de las obras de Sebald y Boltanski, el análisis despliega otras dos dimensiones problemáticas: de un lado, el carácter multifacético del espacio biográfico contemporáneo, marcado por la presencia de formas genéricas clásicas en proceso de creciente hibridación; de otro, la cuestión de la representación indirecta o alegórica del horror a partir de la estrategia del rodeo. Arfuch se manifiesta a favor de este recurso, argumentando que este permite dar cuenta del acontecimiento traumático sin perder de vista los límites ético, estético y epistemológico (¿cómo pretender narrar hechos si sólo tenemos relatos de relatos?) de toda representación de la experiencia extrema. Es importante señalar que el rodeo constituye el método de abordaje del propio ensayo, en tanto su exploración, lejos de toda pretensión de inmediatez, se sostiene sobre un entramado de memorias sobre memorias; un decir sin exhibir, marcado por la necesidad de respetar el “límite de lo inexpresable” (Arfuch 15). Por último, también es objeto de indagación, el tema de las fronteras permeables entre biografía y autobiografía. A partir del caso del escritor de biografías Michael Holroyd, se analiza el modo en que la vida del biógrafo se plasma en la mirada sobre la vida de otro, y el problema de los límites éticos que en esta identificación se ponen en juego.

El tercer capítulo explora la relación entre memoria e imagen. A partir de la novela Austerlitz (2002), de Sebald, la autora plantea la necesidad de pensar el lenguaje como poderoso productor de imágenes para la memoria, al tiempo que señala, como contrapartida, la dimensión narrativa de la imagen, en tanto esta es signo del paso del tiempo y de la muerte. Existe así una dimensión icónica de la palabra, tanto como un carácter narrativo de la imagen. Partiendo de la idea de que imagen y narrativa se unen en toda política de transmisión de la memoria, se recuperan las reflexiones en torno a la ética propuestas por Emmanuel Lévinas a fin de pensar la cuestión de la transmisión de la memoria en términos de respuesta y responsabilidad (necesidad de responder por el otro y por la vida del otro). Asimismo, el trabajo plantea y desarrolla la problemática del cómo recordar, de donde se desprende una indagación acerca de la relación entre el arte y la memoria. Arfuch argumenta que la memoria del arte puede pensarse como un intersticio o punto medio entre la perspectiva distanciada de la memoria pública y la excesiva inmediatez del testimonio. En la medida que es capaz de alcanzar la profundidad de una “experiencia propia” (Arfuch 69) y a la vez atenuar la crudeza testimonial, la literatura (en sus múltiples géneros) se encontraría, en términos de la autora, mejor dotada para dar forma a una memoria colectiva.

El cuarto capítulo indaga el cruce entre autobiografía, memoria y testimonio a partir del análisis de dos formas textuales distintas pero ambas vinculadas a la experiencia de la última dictadura militar argentina (1976-1983): Ese infierno. Conversaciones de cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA (2006), y Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina (2006), de Pilar Calveiro. El objetivo consiste en sondear las particulares perspectivas que emergen de estas posiciones enunciativas contrapuestas -el yo narrativo/autobiográfico en un caso, la tercera persona del registro académico en el otro-, y sus consecuencias a nivel discursivo, ético y político. Instalándose en el cruce entre política y psicoanálisis, y apelando al concepto de síntoma, Arfuch advierte en estas escrituras la manifestación de una falta: la de las voces de los que no volvieron, la del lenguaje para dar cuenta de esa experiencia límite de la violencia. En torno de estos textos, el ensayo apela a la teoría del lenguaje (retomando fundamentalmente los aportes de Bajtín) con el objetivo de argumentar que el lenguaje y el género constituyen factores constructivos que no se limitan a representar la experiencia, sino que le imponen una forma. Esto por cierto no impugna la veracidad y fiabilidad de los testimonios que los sujetos aportan en relación a la experiencia traumática que han vivido; lo que en todo caso se produce, en términos de la autora, es una tensión entre el yo narrativo y el yo autobiográfico.

El quinto capítulo analiza el conocido “debate Del Barco” en torno de la ética de la violencia política. El objetivo consiste en explorar, en las intervenciones de algunos de los participantes, el modo en que se entrelazan la posición teórico/política y la dimensión biográfica. Lo que el ensayo propone es leer en ellas un síntoma del “estado de alma” del campo intelectual de la izquierda en la actualidad, marcado por la desorientación y el deseo de volver sobre responsabilidades no saldadas. La perspectiva de Lévinas acerca de la vida del Otro como supremo valor se hace presente para caracterizar la postura de Oscar Del Barco, posicionamiento ético al que Arfuch parece adherir plenamente, aunque asegure que su propuesta no apunta a “tomar partido” en el debate.

El sexto capítulo se centra en el tiempo presente para llamar la atención acerca de la paradoja fundamental de la globalización: en plena era de la comunicación, la cerrazón y partición de algunos territorios, lejos de atenuarse, se refuerza ostensiblemente. Centrándose en la “frontera caliente” de Tijuana/San Diego-, el estudio aborda un conjunto de obras de arte visuales (de Antoni Muntadas, Krzysztof Wodiczko, Francis Alys y Alfredo Jaar) que exploran y cuestionan las condiciones de violencia que estos límites imponen a quienes quieren/necesitan atravesarlos. Se trata de prácticas artísticas en las que cobra centralidad la dimensión política, por cuanto apuntan a volver visible “lo que el consenso dominante suele oscurecer y borrar” (Mouffe en Arfuch 129). En estas obras de “arte público crítico” (la definición es tomada de Rosalyn Deutsche), Arfuch advierte un sutil entrelazado de lo poético, lo ético, lo político, en el que destaca el recurso al rodeo como estrategia representativa y la impronta ética del arte en términos de comunicación y traducción.

El último capítulo vuelve sobre narrativas previamente analizadas para indagar la cuestión del valor ético y político del nombre en tanto restauración de la humanidad. Si la dictadura trocó nombres por números, la autora propone pensar que la puesta en relato de la experiencia de los sobrevivientes permite reponer el nombre y, a través de ello, recuperar la agencia y la expresión pública de la propia identidad. El capítulo se cierra con una reflexión acerca del trabajo de la memoria en torno de la última dictadura en la Argentina, centrándose en los “lugares de la memoria”, entre ellos, el Monumento a las víctimas del terrorismo de Estado, situado en el Parque de la Memoria.

El trabajo de Arfuch aborda un objeto complejo, incluso abrumador, pero en las sucesivas páginas el desafío se enfrenta abriendo líneas de reflexión productivas en diálogo permanente con el marco teórico. La solidez teórica se combina con cierta deriva propia del discurrir ensayístico, enriquecidas a su vez por una escritura emotiva e intensa, aunque por momentos pueda resultar un tanto reiterativa. El título se revela apropiado al contenido del estudio, con la excepción, quizá, del capítulo dedicado a las fronteras geopolíticas actuales, en el cual la memoria y la autobiografía no parecen ser aspectos centrales. Por lo demás, la idea de “exploraciones” (en los límites) adelanta de un modo preciso la perspectiva general de la investigación, en tanto su objetivo es abrir caminos problemáticos, “explorar” interrogantes antes que intentar clausurarlos. Son aspectos igualmente dignos de mención el profuso despliegue bibliográfico y el abundante aparato de citas textuales en las que se recupera –y se dialoga con- los puntos de vista que acerca de sus propias obras expresan los artistas o escritores analizados. El ensayo constituye una valiosa contribución a la reflexión sobre narración y memoria, en la que destacan, a nuestro entender, dos aspectos fundamentales: en primer lugar, el carácter actual de su objeto, ese conjunto de narrativas en las que pasado y presente se interpelan mutuamente dando origen a formas novedosas e intersticiales, escurridizas al análisis. En segundo lugar, la productiva concordancia que se establece entre objeto y método de abordaje, ya que tanto las textualidades trabajadas como el propio ensayo presentan como características fundantes la importancia otorgada a la dimensión ética y política, la estrategia del rodeo como forma del decir indirecto, y el carácter “fronterizo” de su entidad genérico-discursiva. Trama simbólica en la que se entretejen voces sobre voces, Memoria y autobiografía forma parte, a su modo, del conjunto de relatos que explora, ese horizonte narrativo signado por la necesidad de volver sobre las huellas del pasado reciente en la búsqueda de justicia.




[1] Publicaciones recientes (e-mail):

- “La ciencia, la crítica, la política: cruces y rupturas epistemológicas entre los años ´60 y ´70”, Estudios de Teoría Literaria, Revista digital, Año 2, N.° 3, marzo 2013 (123-133), Facultad de Humanidades, UNMDP. (ISSN 2313-9676).

- “Narrar desde las fronteras: memoria y experiencia de la violencia en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof”, Anclajes. Revista del Instituto de Investigaciones Literarias y Discursivas, Universidad Nacional de La Pampa (en prensa). (ISSN 1851-4669).

 

 

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