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Emilio CRENZEL, La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina
Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2014, 264 pp.
Frédérique Langue | CNRS-IHTP
El punto de partida de este libro, oportunamente reeditado el año pasado, es parte del proceso memorial de rescate y justicia que se inició a raíz de la divulgación del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1984. Este testimonio clave acerca de las desapariciones orquestadas por la dictadura argentina y sus servicios de inteligencia entre 1976 y 1983 bajo el pretexto de la « lucha antisubversiva » se convirtió en efecto en la piedra angular de los juicios a las Juntas militares o procesos « transicionales » de justicia, tales como se iniciaron con motivo del regreso a la democracia y sobre todo al Estado de derecho. Emilio Crenzel examina aquí la manera como se desenvolvió en el referido informe Nunca Más un complejo proceso de análisis y denuncia del terrorismo de Estado, tanto en el orden político como discursivo, cultural y material. Insiste en primer lugar en los vínculos entre las desapariciones en cuanto formas de violencia política en la Argentina de la dictadura, la memoria y el conocimiento que llevan hacia la denuncia de las mismas. Investigar el pasado implica no sólo dar a conocer los crímenes protagonizados por las Juntas militares sino también ir en contra del olvido facilitado por el silencio que rodeó este proceso.
Se adentra por lo tanto en otro proceso, el de la redacción del mencionado informe en cuanto testimonio, denuncia de las violaciones a los derechos humanos, búsqueda de la verdad y nueva lectura del pasado argentino. Asimismo hace hincapié en los usos del Nunca más, su resignificación, su papel fundamental en la transmisión de la memoria a través de los familiares de las víctimas pero también desde los manuales de historia, y el papel desempeñado por sus nuevos lectores o mejor dicho por las nuevas generaciones que no han vivido bajo la dictadura. ¿Constituye el Nunca más el pilar de la « memoria canónica » de las desapariciones ? Su vigencia treinta años después, su consulta obligada cuando de juicios por crímenes de lesa humanidad se trata, de búsqueda de desaparecidos o de menores entregados en « adopción » durante la dictadura, trascendió en realidad las fronteras argentinas. Constituyó en este sentido un incentivo mayor a favor de la creación de las llamadas « comisiones de la verdad », en contextos de salidas de dictaduras y de reafirmación de la democracia. Asimismo desempeñó un papel fundamental en la elaboración de una conciencia de los derechos humanos en el país y de la memoria colectiva al respecto (un nuevo « régimen de memoria sobre el pasado » vinculado con estas desapariciones) como lo demuestran los debates que se profundizaron sobre el particular durante el kirchnerismo, acerca de la « apropiación de la memoria » desde el gobierno y de las luchas por el manejo exclusivo de esta memoria. E. Crenzel analiza también la manera cómo la figura de la víctima inocente expresiva de una sociedad silenciada por el terror, su misma legitimidad asentada en una forma de despolitización de los desaparecidos, llegó a desplazar de cierta forma la del militante político, mientras se fue diversificando el abanico de las responsabilidades de actores no estatales (más allaá de las Fuerzas Armadas), desde el punto de vista jurídico, político o moral : empresarios, jerarquía católica y dirigencia política.
Destaca varias etapas y líneas interpretativas, que varían de acuerdo a la temporalidad del relato del Nunca Más. Se refiere en especial a la “teoría de los dos demonios”, que achaca los crímenes de la dictadura a los procesos de radicalización política de los años 1960-1970. Otra opción, que aparecen a todas luces en los collages de León Ferrari que acompañan una de las reediciones del informe, convierte al terrorismo de Estado en el avatar de prácticas de violencia extrema, como el nazismo, estableciendo alguna que otra continuidad pese a las rupturas históricas obvias entre ambos procesos. Junto a la variabilidad de las interpretaciones y a la instrumentalización del informe en el escenario político, el autor tampoco pasa por alto la variabilidad de las fuentes acerca de la recepción de este testimonio y de sus sucesivas reinterpretaciones discursivas, especialmente en la prensa o por los testigos/sobrevivientes, tema de la impunidad incluido. Pese a la siempre muy relativa accesibilidad de los archivos del período, una de las mayores características de la historia del tiempo presente, esta minuciosa investigación centrada también en la figura del testigo pone de relieve “un modo de relatar y pensar la violencia política” a partir de un texto “canónico”. Asimismo ejemplifica la complejidad de esta tarea de rescate de la verdad y de la justicia que involucró tanto a actores estatales como al movimiento de derechos humanos (pese al rechazo inicial de éste ante la Comisión encargada de redactar el informe), tarea de claves múltiples e interpretaciones no menos diversificadas de un pasado todavía muy vivo en las memorias de hoy.