Sección digital Reseñas
Alejandro C. Manjarrez, El poder de la Sotana. De la Cristiada hasta nuestros días
Ed. Cruman. Puebla, México. 2014
Diego Martín Velázquez Caballero
Recientemente en México se pudo comprobar el sentido opuesto de la sentencia lapidaria que se le atribuye al Gral. Porfirio Díaz acerca de la geografía fronteriza del norte del país. La visita, sin protocolo de por medio, que hace pocos meses realizó Benjamín Netanyahu a los Estados Unidos para manifestarse contra la política exterior norteamericana que ha decidido mutar sus apoyos en el Medio Oriente, deconstruyó la frase porfirista: ¡Pobre Israel! Tan cerca de Dios y tan lejos de los Estados Unidos. Si México e Israel pudieran intercambiar su ubicación, quizá las cosas mejorarían notablemente para ambos países.
El intervencionismo norteamericano es una constante global cuyos beneficios y maleficios son, la mayor parte de las veces, inexplicables. La proximidad de México y Estados Unidos genera una ambigüedad e influencia extraña. Jeffrey Davidow (2005), por ejemplo, se manifiesta confundido al tropezar con el nacionalismo trillado de algunos mexicanos, piensa que no se ha sabido aprovechar la cercanía de su país siempre dispuesto al abrigo de la democracia, la libertad, la justicia y el mercado. Una parte de la historia nacional nos dice que los norteamericanos siempre han actuado de manera arbitraria, violenta y colonialista. Estudios formales como los de José Fuentes Mares, Josefina Zoraida Vázquez, Lorenzo Meyer, James D. Cockcroft y Howard Zinn, por hacer un recorrido elemental, confirman parcialmente esta creencia. Si el exembajador estadounidense se acercara a estos autores, comprendería algunos de los hechos que condicionan la desconfianza de los mexicanos hacia Estados Unidos. Y todavía más, si se acercara a las novelas históricas comprendería que existe un mito muy arraigado de las conspiraciones norteamericanas que originan el rencor hacia su país.
Es verdad que la novela histórica tiene un efecto nocivo en el aprendizaje correcto y sensato del acontecer humano. La imaginación, enfoques holísticos y explicaciones simplificadoras, manejados irresponsablemente, pueden causar daños inconmensurables en la mentalidad e integridad física de las sociedades. No obstante, la historia requiere de esta dialéctica, de la relación dialógica entre mito, leyenda y hecho, de tal manera que las novelas y los escritos académicos sobre la historia siempre nos muestren la obra, el escenario y los autores que ayuden a evaluar la actuación humana. Si la historia tiene un sentido, seguramente es corregir y revisar el proceder del hombre. El pasado siempre estará ahí para lanzar destellos que columbran el futuro. Y, no obstante los yerros de las novelas, debe reconocerse que los grandes escritores tienen licencia de hacer todo para lograr las felices coincidencias de las que nos habla Gabriel Zaid. Esta es la bondad de la novela histórica, cuyo género socializa los mitos, dudas y verdades en forma significativa y polémica.
De las múltiples formas y eventos que ha tenido el intervencionismo norteamericano en México, Alejandro C. Manjarrez (2014) retoma las más significativas durante la presidencia del Gral. Plutarco Elías Calles y construye una trama que evidencia la importancia de este período gubernamental para la formación del sistema político mexicano.
El Gral. Plutarco Elías Calles desempeñó una complicada tarea de conducción en un mar donde las tormentas eran cotidianas. Así pues, la convergencia de la Cristiada, la sucesión presidencial, los intereses norteamericanos sobre el petróleo mexicano y las conjuras en el ejército nacional, se mantienen en el eje del espionaje haciendo que el lector no pierda, en ningún momento, el interés por la secuencia de los hechos y la evolución de la política en el país. Los primeros gobiernos revolucionarios permanecieron bajo una línea de fuego cuyos orígenes aún resulta difícil encontrar. La novela es un mapa donde se rastrean, placenteramente, a los héroes y villanos.
La interpretación que hace Alejandro C. Manjarrez permite la aproximación a personajes de los que sólo se escuchan ecos; pero, cuya participación y apoyo fue fundamental para el desenlace de ciertos eventos. El Gral. Joaquín Amaro (Loyo, 2004) y el Gral. José Álvarez y Álvarez han sido omitidos y aún repudiados por la literatura cristera y cardenista de la posteridad. Luis Rivera del Val, Pascual Ortíz Rubio y Martín Luis Guzmán, pueden ser referencias sobre el rol que se atribuyó a esos personajes. Sin embargo, la novela de Manjarrez expone como el callismo, indudablemente cruel, actúa en función de un nacionalismo que permitiría salvaguardar la soberanía del país. El General Plutarco Elías Calles quiso evitar, para sí, el desenlace que tuvo Porfirio Díaz, Francisco I. Madero o Venustiano Carranza, y –de acuerdo a Manjarrez- tuvo que actuar , incluso más allá de los convenios que Benito Juárez y los liberales, llevaron a cabo en sus relaciones con Estados Unidos. Calles obedeció los intereses geopolíticos norteamericanos; pero, también se confrontó con ellos. Pasó de la colaboración a la franca animadversión por las ambivalencias diplomáticas y, quizá entonces, sólo por un momento, pensó en el valor que tenían hombres como Francisco Villa.
El autor narra la forma en que los intereses extranjeros coinciden para atacar México. Estados Unidos y el Estado Vaticano convergen para suspender la Constitución de 1917 disponiendo cualquier acción para cumplir su objetivo. Frente al conflicto, sólo un gobierno fuerte puede evitar el desastre. A eso dispuso las acciones de su persona y colaboradores.
Al mismo tiempo que Alejandro C. Manjarrez, surge una novela cuyo guión es completamente antagónico. En ella, Leopoldo Mendivil López (2014) expone la forma en que la abundancia del petróleo mexicano atrae la conjunción de los intereses oligárquicos internacionales que, igualmente, usan la diplomacia y la conspiración para apoderarse de esta riqueza natural. En su obra, es la Masonería, los Rockefeller y la elite financiera de Estados Unidos quienes se apoderan del gobierno mexicano y, además del despojo cometido a la sociedad, pretenden acabar con la religión católica. Mendivil retoma los mitos históricos más característicos del catolicismo integral intransigente nacional y los modela en su ficción. Destaca en su trabajo, un ataque frontal al callismo, exhibiéndolo como agente de la masonería internacional y tiránico, así como una recapitulación del vasconcelismo esencial: humanista, nacionalista y filonazi.
En un contexto de reformas estructurales donde, además del petróleo, un gobierno priista contrarrevolucionario y confesional se encuentra externalizando el agua, el sol, la tierra y el aire, estas novelas vienen a mostrar la importancia geopolítica que tiene un país como México frente al extractivismo y la necesidad de conformar un sistema político democrático y liberal para proteger nuestros recursos. Alejandro C. Manjarrez y Leopoldo Mendivil, politizan para que se observe la urgencia de hacer algo por el país. En esencia, sus trabajos invitan a establecer las obligaciones que nos corresponden como sociedad. Su discusión sobre el pasado nos puede ayudar a conjurarlo y entender lo que tiene que hacerse.
La crisis energética y del medio ambiente provoca que las naciones hegemónicas sean, cada vez, más agresivas y beligerantes. Los países emergentes, como México, deben consolidar sus democracias para negociar multilateralmente su posición y resguardar su independencia. La fuerza del autoritarismo genera respeto en el concierto internacional; empero, la democracia contiene un poder simbólico que genera civilización y humanidad. Sólo un México democrático sorteará escenarios tan terribles como los que la literatura referida dibuja.
Bibliografía
Loyo Camacho Martha Beatriz (2004) Joaquín Amaro y el proceso de institucionalización del Ejército Mexicano 1917-1931. Ed. UNAM/FCE/INEHRM/Archivo Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. México
Davidow Jeffrey (2005) El oso y el puercoespín. Ed. Grijalbo/Mondadori. México
Mendivil López Leopoldo (2014) Secreto 1929. La Consumación. Ed. Debolsillo. México.