El microscopio de Demócrito

15 de noviembre, Día de la Química.

Si el filósofo griego Demócrito de Abdera, levantara la cabeza y contemplase maravillado hasta dónde ha llegado la investigación sobre la constitución y la transformación de la materia, esa misma materia que él intuyó en el siglo IV a.C. que estaba formada por unas partículas muy pequeñas e indivisibles a las que llamó “átomos”, que en griego significa “sin partes”.

Si hubiese sido testigo del trabajo de Jan Baptist van Helmont en el siglo XVII, trascendental para establecer los principios de la Química que empezaba a liberarse de la Alquimia. Lo cual hizo realidad el químico inglés Robert Boyle, mejorando el método experimental, considerándose por ello uno de los fundadores de la Química moderna.

Si hubiese sabido de los aportes imprescindibles del francés Antoine Lavoisier con su “Ley de conservación de la materia” o el descubrimiento del oxígeno. O de la teoría atómica del inglés John Dalton, que allá por principios del siglo XIX retomaba sus ideas para establecer el primer modelo de bases científicas respecto a la estructura fundamental de la materia, que después sería mejorado por el también británico Ernest Rutherford, con su modelo para explicar la estructura interna del átomo, y premio Nobel de Química de 1908 por sus descubrimientos sobre el comportamiento de los elementos en la radiactividad. O poder tener en sus manos la representación gráfica de la “Ley periódica de los elementos”, que establece que las propiedades de los elementos se repiten periódicamente en función de su peso atómico, la cual formuló el químico ruso Dmitri Ivanovich Mendeléiev, creando la base de la actual tabla periódica de los elementos.

Si hubiese podido estar en el laboratorio de Marie Curie, y asistir a sus investigaciones sobre la emisión constante de rayos del uranio, lo que pondría las bases de la Física atómica, y contemplar el descubrimiento que realizó de los elementos químicos radiactivos radio y polonio, por lo que consiguió el premio Nobel de Química en 1911.

Si ya en el presente, fuera consciente de los conocimientos que el ser humano ha llegado a tener del proceso químico y las distintas utilidades que ha podido obtener del mismo (no siempre positivas para la Humanidad, dicho sea de paso), en los que no sólo ha desentrañado la naturaleza de la materia sino la suya propia con el descubrimiento del ADN y el desarrollo del genoma humano, nos lo podríamos imaginar observando por un microscopio digital de última generación, boquiabierto, pleno de admiración por todo lo avanzado, por todo lo conseguido.

Pero como la posibilidad de viajar al futuro es aún una utopía, concedámosle al menos la oportunidad imaginaria de que tuviese acceso a los textos que hoy constituyen la pequeña Muestra Bibliográfica que, para conmemorar el Día de la Química, en breve podremos ver en el hall del CRAI, sobre el trabajo esencial de tantos investigadores que le sucedieron a la largo de la Historia de la Química, y que él, ya en el siglo IV a.C empezaba a vislumbrar.

Autor: Chema Gil.

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