La Biblioteca participa en la exposición virtual “Malheridos. La huella del tiempo en las bibliotecas REBIUN”

El Grupo de Patrimonio Bibliográfico de REBIUN tiene, entre sus objetivos, la organización de exposiciones de materiales bibliográficos y de otros soportes, con el fin de dar a conocer y difundir las colecciones patrimoniales de las bibliotecas que forman parte de la Red. Fruto de esta labor se presenta esta exposición, que no gira, como en otras ocasiones, en torno a un tipo de documento o a su contenido, sino al proceso vital de todos ellos. El libro, cada libro, como soporte documental por excelencia, es un elemento vivo. Como tal, existe un momento para su nacimiento. Y también para su muerte, si quienes somos responsables de su conservación no logramos evitarla.

Pero en medio de ese proceso, los libros sufren diversos avatares que, como a cualquier ser vivo, les provocan daños. Daños físicos, enfermedades, daños morales, daños, en suma, que pueden hacerlos desaparecer. Y esa es una más de las misiones de nuestras bibliotecas: evitar la desaparición de nuestros fondos.

El mal puede proceder de muchas fuentes: desde la censura, religiosa o política, la mala praxis de libreros, bibliotecarios o lectores, las guerras, los accidentes o la propia naturaleza a través del agua y del fuego, de los insectos o de los hongos. En ocasiones, incluso, el mal procede de las buenas intenciones, que llevaron a alguien a aplicar una mala restauración.

Y eso es, precisamente, lo que el Grupo de Patrimonio Bibliográfico pretende con esta exposición: mostrar al mundo el daño sufrido por los libros, sea cual sea su causa. El daño y, en ocasiones, las medidas que se han tomado para evitar su definitiva destrucción.

La Biblioteca de la Universidad de Sevilla participa en dos de las secciones con la aportación de tres ejemplares:

Sección de CENSURA: la Biblioteca colabora con un ejemplar de las Opera quae quidem extant, omnia, e graeco sermone in latinum… partim nunc demum per Iacobum Micyllum, translata… de Luciano de Samosata (BUS A Res. 29/2/07).

Este ejemplar procede de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Sevilla y perteneció al canónigo José Gil de Araujo. Las notas de la portada acreditan que fue objeto de expurgo en dos momentos diferentes: Melchor de San Juan aplicó el índice de 1584, y Pedro de Vargas el de 1612. Llama la atención de este ejemplar, aparte de la censura, la anotación manuscrita en el corte inferior, en la que un lector proclamaría inequívocamente su escaso aprecio por la obra del autor griego: Esta obra es una putería.

En la sección de DESASTRES NATURALES la Biblioteca participa con dos ejemplares:

1) Biblia sacra polyglotta complectentia textus originales, Hebraicum, cum Pentateucho Samaritano, Chaldaicum, Græcum : versionumque antiquarum, Samaritanæ, Græcæ LXXII interp., Chaldaicæ, Syriacæ, Arabicæ, Æthiopicæ, Persicæ, Vulg. Lat., quicquid compari poterat : cum textuum & versionum orientalium translationibus Latinis : ex vetustissimis mss. undique conquisitis, optimís. 1607 (BUS A 173/114)

La Biblia sacra polyglota de Brian Walton fue la última de las biblias políglotas editadas en los siglos XVI y XVII y, en palabras de Marta Torres Santo Domingo, “aunque no alcanzó la calidad de impresión de las que le precedieron, por el alarde de erudición que significó y por sus novedades tipográficas fue un hito en la imprenta inglesa del siglo XVII y un avance en relación a la crítica bíblica”. Más que de libros malheridos, de lo que hay que hablar en este ejemplar es de libros heridos de muerte, pues las galerías excavadas por los insectos que atacaron este volumen son tan profundas y abundantes que han convertido el libro en un bloque compacto en el que es imposible pasar las páginas sin provocar destrozos.

2) Exposition de la doctrine chrétienne ou instructions sur les principales verités de la religion (BUS A 173/114).

Este ejemplar de la Exposition de la doctrine chrétienne, del teólogo jansenista François-Philippe Mésenguy, fue víctima, según todos los indicios, del ataque de un roedor, sin que sepamos determinar a ciencia cierta si se trató de una rata (Rattus rattus, más conocida como rata negra o, más probablemente, Rattus novergicus, vulgo rata de alcantarilla) o de un ratón (Mus musculus). Hoy, por fortuna, al menos en nuestras latitudes, estas especies han sido desalojadas de los archivos y las bibliotecas, pero no es raro encontrar en unos y otras huellas de los estragos que ha causado su presencia, estragos que no se relacionan con su voracidad, pues no usan el papel como alimento, sino para construir sus nidos.

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