Refutación institucional de las alusiones cervantinas
Vaya por delante mi reconocimiento, respeto y, en bastantes casos, aprecio personal por los investigadores que dedican la mayoría de las veces sus horas de asueto a exhumar en los archivos eclesiásticos y civiles todo tipo de documentos. Realizan una labor impagable para la investigación filológica e histórica en lo que es una fuente de riqueza patrimonial de España, en paralelo al estudio de su producción artística.
En el caso que nos ha ocupado la pasada semana se han sacado las cosas de su sitio, pues en los reportajes que he leído y oído en los informativos se incurría en errores de bulto y extrapolaciones que teníamos la obligación de aclarar, pues como dijo nuestro filósofo cordubense, este sí, “nadie se equivoca sólo en perjuicio propio” (nemo errat uni sibi. Séneca, Cartas morales, 94.54), y en esos reportajes, además, se vertían afirmaciones que daban pábulo a esa corriente de opinión de que en la universidad nadie dice nada que no se haya dicho antes y que los profesores estamos sumidos y adocenados en el mero trámite administrativo en que se ha convertido la Educación en España. Todavía hay margen, y somos muchos los que nos lo tomamos cuando lo creemos pertinente. Escuché la noticia por la radio y la busqué en internet. Yo habría asistido a esa conferencia del Ateneo. Quedan aspectos inquietantes de su vida que aún no han podido ser investigados. Y de su obra se seguirán generando nuevas e insólitas interpretaciones, pues eso es un clásico, como ya vislumbró Quevedo al hilo de su particular reseña de Versos de Fernando de Herrera: “y su sombra nos vale por día”.
Avisé a la responsable del Fondo Antiguo y Archivo Histórico de nuestra Biblioteca. Estaban perplejos al leer en las noticias aparecidas que “a pesar de conocerse este documento en 2016 no se había realizado un estudio serio del mismo”, porque cuando se encontró el documento entre los fondos de una donación, se celebró un acto público en el paraninfo de la universidad presidido por el rector, el arzobispo y la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, con sendas conferencias de catedráticos de Historia Moderna y Literatura Española, y además se publicó al año siguiente una nueva edición y facsímil del extraviado documento cervantino con estudios especializados que coordinaron la dirección de la Editorial Universitaria y el CICUS, quedando digitalizado el documento en libre acceso (https://archive.org/details/AMontMsC291/AMontMsC291/)
Me ofrecí a publicar de inmediato unas líneas por alusiones en el blog del Fondo Antiguo de la biblioteca universitaria, y de ahí se difundió por las redes y los medios de comunicación. Contactaron conmigo para entrevistas. Volví a hablar con la responsable del Fondo Antiguo y Archivo Histórico para proponerle que esas entrevistas fuesen con el documento por delante y demás publicaciones en la misma sala de investigación de la BUS. Tan pronto me comunicó la hora de la entrevista, llamé a uno de los profesores de Cervantes, asignatura obligatoria del Grado en Filología Hispánica, y del Doble Grado en Filología Clásica que compartimos, Juan Montero Delgado, quien, además, ha publicado una edición crítica de La Galatea en la colección de Francisco Rico.
Los mismos medios que divulgaron esos contenidos de la conferencia del Ateneo acertaron plenamente en el titular de esta corrección: “La Universidad de Sevilla rebate la hipótesis…”, que ya había refutado con incontrovertibles pruebas Francisco Rodríguez Marín el mismo año de 1914* en que se dio a conocer el documento: ‘natural
‘ no siempre significa ‘nacido’, sino ‘oriundo’. No pretendemos con esta respuesta un Roma est locuta, pues quedamos dispuestos a cualquier debate que aclare este inagotable tema de las literaturas clásicas y su azarosa transmisión.
Siempre será positivo volver sobre este gran tema de la cultura que es la obra y la vida de Cervantes, pero, aun a pesar de los errores y omisiones en que se ha incurrido, no podrá hacerse a costa del buen nombre de las instituciones y de las personas, pues el manuscrito con la declaración de “natural de Córdoba” ha sido exhaustivamente estudiado y, lo más grave, nunca fue robado, como se ha llegado a afirmar en algunos reportajes.
Muchas gracias, “por acabar de acabar”, a la Biblioteca y Fondo Antiguo y a la nuestra de Humanidades, donde me facilitaron, a base de whatsapps cuando iba justo de tiempo, el repertorio de documentos cervantinos cuya consulta y estudio nos habría evitado, sin “desfacer agravios” innecesarios, enderezar este entuerto.
Somos lo que se dice un buen equipo.
José Solís de los Santos. Filología Latina. Universidad de Sevilla.
*Rodríguez Marín, F. (1914). Cervantes y la ciudad de Córdoba. Tipografía de la Revista de Archivos. BUS H Ca. 027.027/016 (Fondo Hazañas). Disponible en: https://helvia.uco.es/handle/10396/157