La Facultad de Farmacia y Biomedal, empresa biotecnológica con sede en La Cartuja, han estudiado el grado de cumplimiento de la dieta sin gluten (DSG) que siguen los pacientes celíacos después de ser diagnosticados de esta intolerancia.
Los resultados de este primer estudio clínico muestran datos realmente reveladores: más del 40% de personas celíacas incumple su dieta, la mayoría sin saberlo, al menos una vez cada 2-4 días.
En la investigación, publicada en el American Journal of Gastroenterology, han participado 12 centros clínicos de nuestro país y un total de 188 pacientes. Después de analizar estos casos, el equipo científico andaluz llegó a la conclusión de que estas transgresiones son involuntarias en su mayoría porque los métodos habituales para controlar el gluten que comen los celíacos resultan escasamente fiables. Así, se ha podido observar cómo el 75% de las personas cuyas analíticas de sangre probaban que no habían ingerido gluten, lo habían comido, finalmente, sin saberlo.
Las conclusiones principales han sido presentadas en Biospain, el mayor encuentro nacional de empresas biotecnológicas. Destacan que las tasas de incumplimiento de la dieta sin gluten son mayores en hombres adultos (60%) que en mujeres (31%). A medida que baja la edad de los pacientes analizados, aumenta el cumplimiento de la dieta: sólo el 12% de los preescolares la incumple.
Problemas de los métodos habituales de detección y control de la DSG
Actualmente, los métodos más frecuentes para detectar y hacer el seguimiento de la DSG en celíacos son las pruebas de sangre, que miden la presencia de anticuerpos, y los cuestionarios dietéticos. Estos métodos no son sensibles a pequeños restos de gluten, de ahí que haya tantos “falsos negativos” (resultados que indican que la persona no ha consumido alimentos con gluten cuando en la realidad sí lo ha hecho).
Hasta ahora, sólo la biopsia intestinal demostraba ser un método fiable para estudiar le evolución de los celíacos que siguen la DSG. El problema que presentan las biopsias es que, además de ser una técnica invasiva y desagradable para el paciente, tiene costes muy elevados para el sistema sanitario.