Beber mucho en un corto periodo de tiempo, como los fines de semana, especialmente bebidas de alta graduación. Es lo que se conoce en la literatura médica como “binge drinking” y en la calle como “botellón”. De todos es conocido sus efectos del día después cuando una tal resaca visita tu cabeza y estómago, para vengarse de tu cuerpo.
La ingesta de alcohol en la adolescencia aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo abusivo o una dependencia de bebidas alcohólicas
Sin embargo, la venganza del alcohol va más allá de las consecuencias inmediatas y tiene incidencia a largo plazo. Las investigaciones sugieren que este patrón de consumo “en atracón” produce intoxicaciones y podría desencadenar, entre otras, alteraciones cerebrales irreversibles, sobre todo en el caso de los adolescentes. Un colectivo entre el que el botellón resulta muy popular. Este patrón se concentra en el grupo de los adultos jóvenes de 15 a 24 años, según la Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES) 2013/2014. El mismo estudio apunta que la ingesta en la adolescencia aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo abusivo o una dependencia de bebidas alcohólicas.
Preocupados por los datos y con más de dos décadas de experiencia sobre los efectos del alcohol en el organismo expertos del Departamento de Fisiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla y la Universidad de Granada, con Olimpia Carreras Sánchez a la cabeza, se proponen, en un estudio, buscar tratamientos que puedan paliar los daños del alcohol en las células. En concreto, con el “botellón”, un fenómeno del que existen pocos estudios sobre su incidencia a nivel sistémico, según reconocen.