Omar Jayyam fue un fascinante matemático, poeta, astrónomo, astrólogo y filósofo persa que vivió entre los siglos XI y XII. La figura de Jayyam daría contenidos para decenas de entradas. Esta la dedicaré a glosar algo de su poesía, de sus rubayat.
Las rubayat son composiciones poéticas que consisten en dos versos largos descompuestos en cuatro hemistiquios que riman primero con segundo y cuarto, quedando el tercero libre. Presumiblemente su origen fue persa, aunque luego pasó a la literatura árabe y turca. «Muy próximo por su brevedad al haiku, por un lado, y al epigrama, por otro ―escribió Clara Janés en su prólogo a la edición bilingüe de Alianza de las Rubayat―, como este da pie al enunciado de conceptos lapidarios tan rotundos, en el caso de Omar Jayyam, que el lector siente que es toda una concepción de la vida, con sus premisas, desarrollo y conclusión, lo que encierran los cuatro versos que tiene delante».
Las rubayat de Jayyam comparten con sus demostraciones matemáticas el sabor de lo ineludible, de lo que por pura lógica llegará a ser. Las rubayat son austeras, desnudas de retórica, y plasman con inapelable rotundidad la soledad del ser humano:
En el círculo que es nuestro ir y venir,
cuyo principio y fin son invisibles…
Nadie en este concepto halla verdad,
que este venir ¿de dónde viene? Y este ir ¿adónde va?
Contienen menciones simbólicas al paso del tiempo y al olvido que cortan como un bisturí, mostrando, en ocasiones, una descorazonadora sensación de la inevitabilidad de la muerte.
Ha llegado el alba, levántate, hermosa,
recreándote toca el arpa y bebe vino,
que durarán poco los que están aquí
y los que se fueron, pasaron al olvido
Agnóstico, si no declaradamente ateo –algo casi letal en la época y contexto en que vivió–, algunas de sus rubayat son una verdadera andanada contra la intransigencia de dioses y religiones.
Dime ¿qué hombre no ha transgredido jamás Tu ley?
Dime ¿qué placer tiene una vida sin pecado?
Si castigas con el mal el mal que te he hecho,
dime ¿cuál es la diferencia entre Tú y yo?
Pero también las hay muy dulces, en las que Jayyam nos propone asir la felicidad del instante y renunciar a los cantos de sirena de lo que nos espera en el más allá:
Yo nada sé; el que me creó,
hombre del infierno me hizo, o del paraíso.
Una copa, una hermosa y un laúd a la orilla del campo:
estas tres cosas para mí al contado, y para ti el cielo prometido.
Referencias:
Omar Jayyam, Rubayat, Alianza Editorial, Madrid, 2008.
Antonio J. Durán, El ojo de Shiva, el sueño de Mahoma, Simbad… y los números, Destino, Barcelona, 2012.
Creo que fue uno de los primeros pensadores que valoro la INTUICION.
Ustedes que son amistosos para mis más elevados intereses, saben bien cuanto tiempo hace que residiendo en este cuerpo, corteje la Verdad. Busque una nueva unión abarcadora que comprendiese el cuerpo mismo, la mente y el espíritu. Tuve éxito desde mi conciencia la árida razón teórica e instaure la intuición. Esa hija del éxtasis que revela al espíritu.
Los deseos del alma
Omar Khayyam
Me he quedado anonadado, es increíble, lo bonito y extraordinario de sus poemas.No
lo concibo escribir así en el siglo XI o XII. Tanta claridad. Intentaré a ver si lo encuentro en internet o en la biblioteca pública o comprar el libro.
Hay un libro muy interesante que se llama Samarcanda y es ahí donde descubri a Omar.