La lotería en Babilonia

El escritor argentino Jorge Luis Borges sentía una intensa atracción por ciertas ideas matemáticas, en especial por aquellas que resultan más perturbadoras al sentido común. Sus relatos están poblados de libros con infinitas páginas, y de libros entre cuyas páginas siempre hay infinitas nuevas páginas. Múltiples juegos combinatorios animan sus narraciones, entretejiendo hasta lo laberíntico la acción de los personajes y el curso de las historias.

En uno de esos cuentos, Borges fantasea hasta el extremo con las posibilidades inherentes a la idea de permutación. Resultado de un mundo ávido de emociones intensas, Borges imagina una Babilonia  en que cada mañana se produce un sorteo que no reparte premios –por exorbitantes que pudieran ser– ni castigos –por aberrantes que resultasen–, sino que sortea, solamente para ese día, el puesto de cada individuo en la sociedad. Así, el cuento comienza con esta lapidaria declaración:

Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. Miren, a mi mano derecha le falta el índice.

El acceso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América puede comenzar a ser inteligible si lo miramos como el ciego resultado de un proceso aleatorio de permutación social. Quizás allí ya ha comenzado “la lotería en Babilonia”.

 

“La lotería en Babilonia” es un relato contenido en el libro “El jardín de los senderos que se bifurcan” y escrito por Jorge Luis Borges en 1941.

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