Por sus panfletos antisemitas, el escritor francés Louis-Ferdinand Céline cayó en desgracia después de la segunda guerra mundial; se exilió en Dinamarca, fue condenado in absentia por colaboracionista con los nazis, y finalmente indultado. Con todo, su primera novela, Viaje al fin de la noche, publicada en 1932, siguió teniendo una enorme influencia y no sólo en la literatura francesa. Es una obra amarga, nihilista, con fuertes tintes autobiográficos, escrita en un lenguaje muy expresivo, muy pegado al habla popular y libre de formalidades académicas. El protagonista, tras desertar en la primera guerra mundial, realiza un periplo por colonias francesas de África, y después por Norteamérica, para regresar finalmente a Francia. A su vuelta, un antiguo mentor suyo de nombre Serge Parapine, le buscó un empleo en un manicomio. En Viaje al fin de la noche, Céline puso en boca de este Parapine una de las más misteriosas frases que jamás se hayan escrito sobre las matemáticas:
¡Entre el pene y las matemáticas no existe nada! ¡Nada! ¡El vacío!
Sólo cabe preguntarse si Céline cayó en la cuenta del profundo significado que tiene el conjunto vacío en las matemáticas modernas (El paraíso de Cantor).
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