Lo que está ocurriendo con la inmigración en Europa me lleva a pensar en reformular como “Debemos recordar, recordaremos” la famosa afirmación de Hilbert “Debemos conocer, conoceremos”.
La cascada de declaraciones y actuaciones de diversos líderes europeos debe hacernos recordar que este año se cumplen 80 de la promulgación de leyes raciales antisemitas en Austria, Eslovaquia, Hungría, Italia y otros países europeos. Precisamente, en la 75ª Mostra de Venecia acaba de estrenarse en septiembre el documental 1938-Diversi sobre el caso italiano, «para no olvidarlo, justo cuando se cumplen 80 años de aquella vergüenza; y como aviso, porque la sombra del racismo vuelve a alargarse sobre Italia» como escribe Tommaso Koch en El País.
Con objeto de paliar la situación de los refugiados que habían escapado de la Alemania nazi, Roosevelt convocó la Conferencia de Evian, que contó con la presencia de varias delegaciones internacionales. La conferencia tuvo resultados muy pobres; la mayoría de los países se negaron a recibir refugiados judíos y solo unos pocos (Costa Rica, México, República Dominicana y Venezuela) en número muy bajo. Chaim Weizmann, quien sería el primer presidente de Israel, declaró a The Guardian: “El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar”. Mutatis mutandi, 2018.
La revista Lettera Matematica ha publicado un número dedicado al caso italiano, que tuvo como consecuencia la expulsión de la universidad de varios matemáticos cuyos nombres están grabados a fuego en los recuerdos de largas noches de estudio de análisis matemático para aprendernos los “teoremas con nombre”, a saber: Guido Ascoli (hijo de Giulio Ascoli, la mitad del teorema de Arzelá-Ascoli), Guido Fubini (sí, el de la inocente igualdad de la figura inferior) y Beppo Levi (sí, el del teorema de la convergencia monótona).
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