Ni Dios ni ciencia (por L. Buñuel)

No sé si Luis Buñuel (1900-1983) debe al surrealismo tanto como el surrealismo debe a Buñuel; sea como sea, alguien con su trayectoria intelectual no podía dejar de decir cosas interesantes sobre la ciencia y Dios, asuntos ambos surrealistas aunque cada cual de muy distinto modo.

Buñuel fue un ateo confeso, a cuenta de lo cual acuñó una muy buñueliana sentencia: «Soy ateo por la gracia de Dios». Con ese título le dedicó al tema un capítulo en su libro de memorias Mi último suspiro. Allí expone una muy científica explicación de porqué no cree en Dios: «El ateísmo —por lo menos el mío— conduce necesariamente a aceptar lo inexplicable. Todo nuestro Universo es misterio. Puesto que me niego a hacer intervenir a una divinidad organizadora, cuya acción me parece más misteriosa que el misterio, no me queda sino vivir en una cierta tiniebla». En un blog como este estaríamos tentados de aconsejarle que acudiera a la ciencia para disipar parte de esa tiniebla. Pero don Luis desconfiaba de la ciencia:

Se me dice: ¿Y la Ciencia? ¿No intenta, por otros caminos, reducir el misterio que nos rodea? Quizá. Pero la Ciencia no me interesa. Me parece presuntuosa, analítica y superficial. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas todas que me son preciosas. Un personaje de La Vía Láctea decía: «Mi odio a la Ciencia y mi desprecio a la tecnología me acabarán conduciendo a esta absurda creencia en Dios.» No hay tal. En lo que a mí concierne, es incluso totalmente imposible. Yo he elegido mi lugar, está en el misterio. Sólo me queda respetarlo.

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