Sofia Kovalévskaya (cuyo nombre a veces se da como Sonia Kovalevsky, por azares de las transcripciones) dejó dicho que “es imposible ser matemático sin tener también alma de poeta”. Una frase muy hermosa, donde la idea de poeta se toma en el sentido etimológico (del griego poietés): un creador, un espíritu creativo. Se quejaba Sofia de que muchas personas confunden la matemática con los cálculos aritméticos elementales, pensando que es una habilidad que no requiere imaginación. Esas personas no han tenido la suerte de experimentar el juego de los grandes conceptos matemáticos, la libertad intelectual, creativa, que se manifiesta en el desarrollo de las distintas ramas de esta ciencia. Pero en realidad, como dijo d’Alembert en su Discurso de introducción a la Enciclopedia, Arquímedes es quien más merece estar al lado de Homero entre los grandes creadores griegos.
Para Kovalévskaya, la idea de que el verdadero matemático es un poeta servía, además, para explicarle a sus amigos cómo era posible que dedicara su tiempo a la literatura, y a la vez pudiera destacar tanto en matemáticas como para ser la primera profesora universitaria que hubo en Europa (en Estocolmo, concretamente).
En realidad, entre los matemáticos alemanes del siglo XIX, esa idea de que matematizar es poetizar se había convertido en un lugar común. Kovalévskaya se la atribuye a su maestro y amigo Weierstrass, pero también la encontramos en Pringsheim, y mucho antes de todo eso en Jacobi… cuya fuente es el poeta Novalis (el barón Friedrich von Hardenberg, 1772-1801). Permitidme que os cuente esto último.
Jacob Jacobi no solo era el gran especialista en funciones elípticas, teoría de números, ecuaciones diferenciales y mecánica clásica. El joven C. G. J. Jacobi era un verdadero filósofo, es decir, tenía intereses muy amplios, tanto históricos y filológicos, filosóficos, como matemáticos y científicos. Igual que Gauss, dudó mucho entre dedicarse enteramente a la Filología o a las Matemáticas. En 1825 defendió su tesis doctoral, y para ello tenía que presentar varias “tesis”: ideas para defender en una disputatio. Varias de las tesis eran de tema matemático, una era filológica, y otra más decía: “afirma el poeta Novalis magníficamente: El concepto de la matemática es el concepto de la ciencia en general. Todas las ciencias deben esforzarse por ser matemáticas.”
Pero Novalis había ido mucho más allá en su entusiasmo romántico por las matemáticas: “La vida de los dioses es matemática. Los enviados divinos han de ser matemáticos.” Y por supuesto, un gran poeta como él se veía como un enviado: los poemas son destellos de la divinidad en la Tierra. ¿Pasará lo mismo con los teoremas? No sería el último poeta que encontró un campo de reflexiones interminable en las ideas matemáticas. (Jacobi cita la última frase de Novalis, con aprobación, en una carta a su hermano.)
La hermana de Sofia, A. C. Leffler, Duquesa de Cajanello, escribió una biografía de ella en la que dice (p, 163): “Era para ella una fuente interminable de aflicción que en este mundo «sólo podemos ver en parte, y sólo conocer parcialmente». Y así le encantaba soñar con otra vida más alta, de la que el apóstol dice tan bellamente: «ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara». Percibir la unidad en la multiplicidad era el fin de su mente científica y poética.” La unidad en lo múltiple: el tema de la teoría de conjuntos… pero esto sería tema para otra entrada.
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