A John Allen Paulos le debemos algunos muy recomendables libros de divulgación matemática, entre los que destaca El hombre anumérico. Precisamente en esa obra, Paulos nos confesó lo importante que fue durante un tiempo su segundo nombre, Allen, pues tuvo la impagable función de que en el mundo anglosajón no lo confundieran con el Papa polaco.
Paulos tiene gran habilidad en mostrar cómo se pueden usar las probabilidades para evitar ser manipulados por las estadísticas con que tan a menudo nos bombardean por doquier, desde los políticos a los medios de comunicación, pasando por los infinitos foros de las redes sociales (peligro del que, tan sucinta como magistralmente, nos advirtiera también Martín Caparrós en su magnífico libro Hambre: «Pero los números suelen ser, también, lo sabemos, el refugio de ciertos canallas»; véase la entrada Hambre y números). Y esto es especialmente importante en un mundo abocado al abuso de los datos masivos y su manejo mediante algoritmos. Por desinteresado que sea el tratamiento estadístico que se dé a los datos, que raramente lo es, por honesto que sea el algoritmo que usándolos nos recomienda tal o cual compra, que raramente lo es, no deberíamos olvidar la irrelevancia que a menudo afecta a los propios datos en cuestión, porque como Paulos escribiera en El hombre anumérico:
Cualquier superchería es susceptible de ser tratada por ordenador, la astrología, los biorritmos o el I Ching, pero no por ello dejan de ser supercherías.
Referencias
El hombre anumérico, John A. Paulos, Tusquets, Barcelona, 1990.
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