¿Qué puede significar la cifra de infectados detectados por covid-19 a principios de septiembre?

Curva epidémica de infectados detectados en España hasta finales de agosto (fuente Ministerio de Sanidad)

Con mucha preocupación, llevamos comprobando casi desde mediados de julio como la cifra de infectados detectados por COVID-19 que recopila el Ministerio de Sanidad ha alcanzado e incluso superado (en bastantes comunidades autónomas) las cifras de los peores momentos durante la pasada primavera, cuando el gobierno tuvo que confinarnos. A pesar de que la preocupación hay que mantenerla porque la epidemia no está evolucionando bien en España, la situación no admite comparación con lo que pasó en marzo y abril. La razón es que el dato del número de infectados detectados aporta por sí mismo poca información sobre el estado real de la pandemia y, si no se contextualiza, puede ser fácilmente malinterpretado. El dato de infectados detectados corresponde esencialmente a contar cuántas personas han dado positivo por un test PCR (desde el 11 de mayo el Ministerio también computa positivos por test IgM). Por su propia idiosincrasia, el número de detectados depende considerablemente de varios factores (administrativos, de intendencia, de protocolos) ajenos a la propia evolución de la epidemia, lo que hace que en periodos distintos los mismos resultados tengan significados considerablemente diferentes. Por ejemplo, para hacer test PCR a la población, hay que disponer de suficientes test, personal para extraer las muestras y laboratorios para procesarlas; y todos estos parámetros han cambiado bastante desde marzo (todos recordamos la escasez de test que hubo en España en marzo cuando la epidemia se desbocó), de forma que se ha incrementado en un orden de magnitud la capacidad que hay ahora para hacer test si la comparamos con la que había en marzo. Pero, quizá todavía más importante, han cambiado también los protocolos de cuándo y a quién hay que hacer un test. En marzo se hacían test casi únicamente a pacientes que ya estuvieran ingresados en hospitales y con síntomas compatibles con la COVID-19 y no había después rastreo de casos próximos a los enfermos detectados ni tampoco se les hacía test si no estaban hospitalizados. A partir de la desescalada, los test se hacen en atención primaria y se supone que cada caso positivo implica un rastreo del entorno del infectado y la realización a sus contactos de los correspondientes test (de ahí la bajada, con respecto a lo que ocurría en marzo y abril, en el porcentaje de positividad de los test, esto es, el porcentaje de positivos sobre el número total de test realizados). La consecuencia de estos cambios es que a principios de marzo se detectaban una porción ínfima de los infectados reales mientras que ahora se detecta a gran parte de los infectados reales.

Para hacernos una mejor idea de la diferente situación entre marzo y septiembre, voy a hacer algunas estimaciones estadísticas simples; lo importante aquí no es tanto el número estimado (seguramente poco preciso por la simplicidad de la técnica que usaré), sino su orden, porque permitirá hacerse una idea razonable de cuán diferente es la situación de la epidemia ahora de la que tuvo en marzo y abril.

El primer dato lo tomaré de la entrada Estudio sero-epidemiológico del coronavirus, donde tomando como base el informe serológico que hicieron los Ministerios de Sanidad y Ciencia, estimé que en la semana del 7 al 15 de marzo se infectaron en España unas 500.000 personas, mientras que los infectados detectados fueron poco más de 7.000.

Tratemos ahora de estimar cuántos infectados reales corresponden a los infectados detectados en la semana que va del 29 de agosto al 4 de septiembre. La cifra de infectados reales de esta epidemia es imposible de medir en tiempo real mediante test, pero cabe hacer estimaciones estadísticas usando distintos tipos de datos, como la ratio de letalidad o datos procedentes de estudios serológicos (véanse al respecto las entradas ¿Cómo estimar el número real de infectados por Covid-19? y Número de infectados reales por Covid-19…). Aquí usaré una estimación simple del número de infectados reales a partir de la ratio de letalidad; como ya he dicho, no cabe atribuirle mucha precisión, pero será suficiente para ilustrar la enorme diferencia con la situación de marzo.

Para hacernos una idea, el informe serológico de mayo estableció que, con un 0’95 de probabilidad, el coronavirus había infectado en España a fecha 1 de mayo a entre 2.200.000 y 2.500.000 personas. Si tenemos en cuenta los 16 días de media que trascurren entre infección y muerte, y consideramos las 27.308 muertes oficiales por covid-19 a fecha 17 de mayo, tendremos que la ratio de letalidad por covid-19 se situó en la primera oleada de la epidemia (hasta mediados de mayo) entre el 0’0109 y el 0’0124 (1’09% y 1’24% si se quiere en tanto por ciento).

Diversas circunstancias señalan que esa ratio de letalidad debe de ser ahora algo menor. Entre estas circunstancias podemos mencionar: (1) la ratio calculada para la primera oleada posiblemente esté infravalorada al no computarse en los momentos más confusos de la epidemia una parte de las muertes (recuérdese que muchas de las muertes en residencias no se computaron como covid-19 porque se hacían allí muy pocos o ningún test PCR); (2) sabemos que la letalidad es considerablemente mayor conforme aumenta la edad de los enfermos por covid-19, y parece que en los últimos meses los mayores están siendo bastante más cuidadosos que los jóvenes, lo que implica un mayor número de infectados reales jóvenes que en la primera oleada; (3) tampoco ahora hay la saturación hospitalaria que sufrieron algunas comunidades durante la primera oleada y, además, la experiencia acumulada ha mejorado las terapias médicas contra la covid-19, de manera que se trata a los enfermos con mayor éxito, lo que supone una disminución de las muertes. Así pues, podemos suponer que la ratio de letalidad ahora es más baja de lo que fue en primavera. Para nuestros cálculos vamos a suponer tres supuestos: 1% de letalidad, 0’75% y 0’5%.

Según el Ministerio, hubo 256 muertes por COVID-19 en los 7 días previos al 4 de septiembre; si restamos 16 días de media entre infección y muerte, eso nos da la siguiente estimación para las personas que se infectaron entre el 12 y el 19 de agosto (según las ratios anteriores de letalidad):

Letalidad:                                                                  1%            0’75%         0’5%

Estimación infectados reales 12-19 agosto:           25.600        34.133       51.200

Según los datos recopilados por el Ministerio entre el 12 y el 19 de agosto se detectaron 34.645 infectados.

Con la peor de las estimaciones (esto es, suponiendo que la letalidad haya caído a algo menos de la mitad de la que hubo en la primera oleada), se detectaron entre el 12 y el 19 de agosto 34.645 infectados de las 51.200 infecciones producidas. Compárese ahora con las cifras para la semana entre el 7 y el 15 de marzo calculadas antes: algo más de 7.000 detectados del medio millón de contagios que se produjo durante esa semana. (Aunque hemos hecho la estimación para el global de España, conviene insistir en que desde julio la epidemia sigue mostrando la gran heterogeneidad por provincias y autonomías que ya mostró en la primera oleada de primavera).

Las estimaciones anteriores muestran la enorme diferencia de la situación actual con la que hubo en marzo y que obligó al confinamiento. No debemos, sin embargo, estar satisfechos porque la situación ha empeorado con respecto a junio y porque la epidemia muestra aquí una evolución peor que en el entorno europeo. Para mejorar la situación las administraciones deben afinar en los protocolos establecidos, lo que es tanto como reforzar la atención sanitaria primaria, aumentar y mejorar la eficiencia en el rastreo y, desde luego, procurar una mejor coordinación entre las distintas administraciones (autonómica y central) y los distintos poderes (legislativo, ejecutivo y judicial, para que los jueces no tengan que tumbar las disposiciones de los gobernantes). Pero también a la ciudadanía le corresponden deberes. En una entrada anterior (El confinamiento ha salvado cientos de miles de vidas) hablaba yo del espíritu de primeros de marzo: estoy preocupado pero poco dispuesto a renunciar a algo, y de que daba la impresión de que este espíritu reverdecía a mediados de junio. Como en la etapa más dura del confinamiento, toca otra vez volver a mostrar que en este país la gente madura y cumplidora son abrumadora mayoría.

Los datos anteriores de agosto y septiembre se han tomado de la web del Ministerio de Sanidad; concretamente:

https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Actualizacion_188_COVID-19.pdf

https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Actualizacion_200_COVID-19.pdf

2 Comments

  1. Llevando esas cuentas a sus últimas consecuencias, se puede ver que, de seguir la tendencia actual, tendríamos más de mil fallecidos al día para la última semana de octubre. Y no quiero pensar en el número de hospitalizados.
    ¿Habrá respiradores para todos los que lo necesiten? ¿Equipos para los sanitarios?

  2. No es que sea fácil, pero utilizar las matemáticas y la estadística para esta situado, es el mejor sentido común que existe. Nos están vendiendo datos erróneos unos los estamos creyendo…. Desviando nuestra atención… Y no sé porqué

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*