También ahora el confinamiento puede salvar vidas

Hemos dedicado ya un par de entradas a mostrar la influencia que adoptar rápidamente medidas enérgicas de confinamiento tiene para reducir el número de muertes producidas por la actual epidemia de la Covid-19 (véanse Covid-19: confinar cuanto antes ayuda a salvar vidas y El confinamiento ha salvado cientos de miles de vidas). Pues bien, también ahora el confinamiento puede salvar vidas.

En la entrada ¿Qué puede significar la cifra de infectados detectados por covid-19 a principios de septiembre? mostramos que la epidemia estaba lejos de tener a principios de septiembre la dimensión que alcanzó en marzo, a pesar de que la cifra de infectados detectados era incluso superior. También explicamos que eso no significaba que el control de la epidemia fuera satisfactorio; había, de hecho, motivos sobrados para la alarma puesto que la situación se había descontrolado desde junio y mostraba cifras peores (incluso mucho peores) que en los países del entorno. Aunque es bien sabido, mostraremos a continuación que la epidemia en las últimas dos semanas se ha agravado. Si usamos la misma metodología con datos del 22 de septiembre, obtenemos las siguientes estimaciones. Según cifras del Ministerio hubo 468 muertes en la semana que va del 16 al 22 de septiembre. Dada la mejora en la terapia durante los últimos meses, es posible que la media de días que trascurren entre infección y muerte haya subido de los 16 días que se estimaban en junio; haremos pues las estimaciones con una horquilla de entre 16 y 20 días.

Con 16 días de media entre infección y muerte, tenemos para el número de infectados reales entre el 1 y el 6 de septiembre (según se suponga una letalidad del 1%, 0’75% y 0’5%, respectivamente):

Letalidad:                                                                  1%            0’75%         0’5%

Estimación infectados reales 1-IX al 7-IX:           46.800       62.400       93.600

En la semana anterior al 7 de septiembre se detectaron según el Ministerio 49.716 infectados.

Si suponemos 20 días de media entre infección y muerte, tenemos para el número de infectados entre el 28 de agosto al 3 de septiembre:

Letalidad:                                                                  1%            0’75%         0’5%

Estimación infectados reales 28-VIII al 3-IX:        46.800       62.400      93.600

En la semana anterior al 3 de septiembre se detectaron 46.371 infectados.

Todo lo cual muestra que es muy posible que a lo largo de septiembre hayamos dejado de detectar a entre 10.000 y 40.000 infectados por semana (mientras que esa cifra se situaba en el orden de los miles a mediados de agosto). Esas varias decenas de miles de infectados reales no detectados no harán ningún tipo de cuarentena (muchos de ellos serán asintomáticos y ni siquiera se darán cuenta de que tienen el virus) y seguirán haciendo avanzar sin control la epidemia.

Llegados a este punto, va a ser difícil volver a controlar la epidemia si no se impone algún tipo de confinamiento.

Hemos insistido desde este Blog, y volvemos a insistir ahora, en que la situación de la epidemia es muy heterogénea en España, observándose grandes diferencias no solo entre comunidades autónomas o entre provincias dentro de cada comunidad autónoma, sino entre pueblos dentro de la misma provincia o incluso entre barrios dentro de la misma ciudad; un ejemplo, el número de muertes por Covid-19 en la última semana por cada 100.000 habitantes ha sido en Madrid de 2’55, mientras que en Andalucía ha sido de 0’55 (proporción que es una quinta parte de la de Madrid); en Almería esa proporción ha sido de 1’57, mientras que en Huelva ha sido de 0’4. Esta heterogeneidad nos dice que el confinamiento no tiene que ser aplicado a todo el país como en marzo, sino que podría ser más quirúrgico, y aplicarse en zonas mucho más reducidas. Dado que se dispone ahora de datos (infectados, hospitalizados, muertes, etc.) casi por calles, quizá no hiciera falta llegar a confinar provincias completas y bastara con confinar algunos pueblos, algunas ciudades y, según los casos, incluso solo algunos barrios. Pero lo que sí parece meridianamente claro es que va a haber que confinar (posiblemente con mucha más energía y restricciones que el pseudo-confinamiento decidido el viernes pasado para ciertas zonas de Madrid; un verdadero parto de los montes, dado el enorme revuelo causado y la escasa entidad de lo decidido para controlar una epidemia que allí ya está desbocada).

Si queremos además no acabar teniendo que confinar el país entero, es ineludible reforzar la atención sanitaria primaria (a todas luces desbordada en buena parte de las autonomías), y aumentar y mejorar la eficiencia en el rastreo.

Seguramente también, volver al estado de alarma para garantizar una puesta en marcha eficiente de las medidas de confinamiento local (véase a este respecto la columna de ayer de Javier Pérez Royo en El Diario). Porque cualquier retraso en el confinamiento, aunque este sea local, va a costar vidas.

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