Mae West (1893-1980) fue una de las pocas alegrías que les permitieron a los estadounidenses durante la ley seca y la Gran Depresión. En 1926, cuando tenía la cristiana edad de 33 años, escribió, produjo, dirigió y protagonizó una obra en Broadway titulada Sex; fue un gran éxito de taquilla, aunque recibió críticas duras y una condena de 10 días de prisión «por corromper a la juventud».
En Hollywood fue ejecutora de frases realmente magistrales: «Cuando soy buena, soy muy buena. Pero cuando soy mala… soy mejor»; y de otras tan míticas como memorables: «¿Llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?». Como se ve, a falta de Inquisición, Mae solo pudo arder en la hoguera de las vanidades.
En el librito The wit and wisdom of Mae West (El ingenio y la sabiduría de Mae West) de Joseph Weintraub, se recoge parte de la filosofía de la actriz. La edición que yo he manejado, incluye una cuña publicaría en forma de ripio difícilmente traducible: «the juiciest best of West: gaudy, bawdy and Oh, Lawdy!» (algo así como «lo mejor y más jugoso de West: llamativo, obsceno y ¡Oh, Diosa mía!»). Entre las píldoras de sabiduría de Mae West recogidas en este libro, hay una dedicada a la aritmética básica:
Aprendí que dos y dos son cuatro, y que si añades cinco conseguirás diez… si sabes cómo trabajártelo, claro.
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