Los teoremas y la pureza del desierto (por L. Durrell)

Lawrence Durrell imitando a Lawrence Durrell

La obra maestra del escritor inglés Lawrence Durrell (1912-1990) fue sin duda El cuarteto de Alejandría, formado por las novelas Justine (1957), Balthazar (1958), Mountolive (1958) y Clea (1960). En ellas se retrata la Alejandría previa a la Segunda Guerra Mundial, en forma coral y ofreciendo múltiples puntos de vista sobre los mismos acontecimientos, hasta el punto de cuestionar si hay ciertamente una única realidad o bien una multiplicidad de ellas. En sus novelas, Durrell no le hizo ascos a metáforas con claro sabor científico y matemático, de las que traigo aquí a colación el siguiente ejemplo (tomado de Balthazar):

Y luego las primeras bocanadas de aire limpio del desierto, y la desnudez del espacio, puro como un teorema, extendiéndose hasta el cielo inundado por su propio silencio, por su majestad, donde nadie habita salvo esas criaturas que la imaginación del hombre ha inventado para poblar los paisajes hostiles a sus pasiones y cuya pureza deja el alma desollada.

De hecho, en una nota previa a Justine, Durrell apeló a la relatividad para explicar, en parte, qué se proponía con su tetralogía: «Como la literatura moderna no nos ofrece Unidades me he vuelto hacia la ciencia para realizar una novela como un navío de cuatro puentes cuya forma se basa en el principio de la relatividad. Tres lados de espacio y uno de tiempo constituyen la receta para cocinar un continuo. Las cuatro novelas siguen este esquema. Sin embargo, las tres primeras partes se despliegan en el espacio (de ahí que las considere hermanas, no sucesoras una de otra) y no constituyen una serie. Se interponen, se entretejen en una relación puramente espacial. El tiempo está en suspenso. Solo la última parte representa el tiempo y es una verdadera sucesora». Sin menoscabo de esta explicación, creo que la mecánica cuántica habría permitido a Durrell una mejor metáfora científica para lo que el lector acaba encontrando en El cuarteto de Alejandría.

Para quienes quieran tener una buena semblanza del joven Lawrence Durrell, les recomiendo la serie Los Durrell, basada en las memorias que su hermano, el zoólogo y también escritor Gerald Durrell, escribió sobre los años que la familia pasó en la isla griega de Corfú (1935-1939); las memorias de Gerald Durrell componen una trilogía también muy recomendable: Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses.

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