Indecibilidad matemática de un monstruo (por E. Carrère)

Una fórmula matemática es indecidible respecto a un conjunto dado de axiomas cuando ni la fórmula ni su negación se pueden demostrar a partir del conjunto de axiomas.

Emmanuel Carrère

El último sitio donde uno espera encontrarse la indecibilidad matemática es en la novela El adversario del escritor francés Emmanuel Carrère. Con su publicación en el año 2000, Carrère cambió de registro novelístico. En la estela de la no ficción literaria de A sangre fría de Truman Capote, Carrère narra en El adversario la historia real de Jean-Claude Romand, quien el 9 de enero de 1993 asesinó a su mujer, sus hijos y sus padres, y después trató de suicidarse. Los asesinados siempre pensaron que Romand era médico, que trabajaba para la Organización Mundial de la Salud en Ginebra y que era un excelente inversor, pero la investigación posterior desveló que todo eso era ficticio y llevó a Romand a asesinar a su familia más cercana ante el escarnio que supondría ser descubierto. Carrère siguió después explorando la novela biográfica y autobiográfica con títulos como Una novela rusa (2008), De vidas ajenas (2011), Limónov (2012), El reino (2015) o Yoga (2021). Autor atormentado, psíquicamente inestable, con periodos depresivos en los que se sometió a tratamiento de electroshock, a Carrère se le ha concedido este año el premio Princesa de Asturias de las letras.

Jean-Claude Romand

Jean-Claude Romand, el protagonista de El adversario, sobrevivió a su intento de suicidio. Años después de sus crímenes tuvo una vivencia mística en la cárcel, propiciada por las visitas que recibía de un tal Bernard. Este Bernard formaba parte de un movimiento católico llamado los Intercesores, que visitaban a presos y los acunaban con discursos angelicales sobre la infinita misericordia del Señor y las maravillas que Él podía operar en su alma.

Estos intercesores hacen también relevos para garantizar una cadena de oración ininterrumpida, siendo su propósito que en cualquier instante haya por lo menos un intercesor rezando. Cada uno se compromete a hacerlo en una fecha y una hora concretas, y Jean-Claude Romand, el terrible asesino de su mujer, hijos y padres, fue reclutado por su amigo Bernard para rezar, y mostró mucho celo al escoger horarios poco solicitados, por ejemplo, de las dos a las cuatro de la mañana. Nos cuenta Carrère que Bernard le pidió a Romand que redactara un testimonio sobre esta experiencia religiosa.

En el párrafo final de El adversario, Carrère cuenta cómo ordenaba las carpetas que contenían el sumario judicial del asesino Jean-Claude Romand, incluyendo el testimonio que Bernard había logrado hacerle escribir. Y es aquí cuando, para cerrar esta terrorífica historia real, Carrère necesita apelar a la rotundidad del indecidible matemático para hacernos comprender lo incomprensible de ese testimonio:

Descargué el maletero y, al ordenar […] las cajas de cartón del sumario en un armario de mi estudio, comprendí que no volvería a abrirlas. El testimonio escrito a instancias de Bernard seguía abierto, en cambio, encima de mi mesa. Con su fraseología católica, ese testimonio sí me parecía realmente misterioso. En el sentido matemático: indecidible.

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