El mundo podría haber estado mejor hecho (por Alfonso X)

Logo del Ayuntamiento de Sevilla; un jeroglífico formado por NO MADEJA DO, y que vendría a significar «no me ha dejado», en referencia a la lealtad que mostró Sevilla por Alfonso X cuando su hijo Sancho se levantó contra él en armas.

Dado que el rey Alfonso X nació el 23 de noviembre de 1221, hoy celebramos su ochocientos cumpleaños, por lo que hace unos días dedicamos aquí una entrada a las célebres Tablas alfonsíes, y hoy dedicaremos otra a una interesante anécdota sobre los desvelos astronómicos del rey que vendría a explicar, nada más y nada menos, el porqué de la rebelión protagonizada por su hijo Sancho contra Alfonso X al final de su reinado.

La anécdota empezó a circular hacia mediados del siglo XIV, y cuenta que el rey sabio solía afirmar que si Dios le hubiera pedido opinión sobre cómo hacer el mundo, habría tenido algún consejo que darle para que el mundo funcionara mejor. Naturalmente, aquello se consideró blasfemo; de hecho, se llegó a contar que la madre de Alfonso X fue advertida por una pitonisa griega de que su hijo sería rey, pero perdería su reino por esa blasfemia. Parece ser que el rey solía repetirla con asiduidad, hasta tal punto que un ángel visitó a un allegado del rey para hacerle rectificar; sin mucho éxito, pues Alfonso X se empeñaba en que el mundo podría haber estado mejor hecho. Para cuando, apremiado por los acontecimientos decidió rectificar, ya fue demasiado tarde y tenía a su hijo Sancho levantado en armas.

Según textos posteriores, la maldición de la blasfemia continuaría incluso después de la muerte de Alfonso X, y fue la causante del asesinato de Pedro I el Cruel, y la sustitución de la dinastía de Alfonso X por los Trastamara. Así, en una crónica de finales del siglo XIV, se cuenta que un ángel visitó al rey sabio diciéndole: «Porque has censurado la sabiduría de Dios morirás antes de veinte días y perderás el reino antes de la cuarta generación».

Aunque no está claro a qué se podía referir Alfonso X cuando afirmaba, si es que lo hizo, tener consejos que dar a Dios para crear un mundo que funcionara mejor, es muy posible que, al menos en parte, se refiriera a las muchas irregularidades que ya en su tiempo había entre la astronomía ptolemaica –basada en un modelo geocéntrico con movimientos circulares y uniformes de los planetas–, y lo que se observaba en el cielo. De hecho, así es como acabó interpretándose la «blasfemia» real, sobre todo tras triunfar la revolución copernicana.

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