Un país donde quien habla es colgado (por L. Euler)

Euler

El gran Leonhard Euler pasó su vida científica entre las Academias de ciencias de San Petersburgo y Berlín. En San Petersburgo estuvo desde 1727 hasta 1741, y luego de 1766 hasta su muerte en 1783. En medio, de 1741 a 1766 estuvo en la Academia de Berlín. A Berlín llegó huyendo de la inestabilidad que vivió Rusia tras la muerte de Catalina I (viuda del zar Pedro el Grande, fundador precisamente de San Petersburgo), en un periodo en que las purgas se hicieron frecuentes. Federico de Prusia, que gustaba rodearse de gente sabia y disfrutaba del trato y la conversación con gentes de espíritu elevado, atrajo a Euler a su Academia por recomendación de D’Alembert. Pero el rey prefería a los filósofos de brillante conversación como Voltaire antes que a los matemáticos, especialmente si estos eran apocados. De sus tiempos en Rusia, Euler había aprendido a ser prudente y callado; preguntado en cierta ocasión por su timidez respondió: Es porque vengo de un país donde, quien habla, es colgado.

Ya ven, no parecen haber cambiado mucho las cosas en el este de Europa, salvo porque ahora hay todo un arsenal atómico de por medio.

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