«He demostrado la hipótesis de Riemann» (por G.H. Hardy)

Justo antes de embarcarse para un viaje a Dinamarca, el matemático inglés G. Harold Hardy (sobre el que escribimos una mini biografía en esta entrada) envió una postal en la que aseguraba haber demostrado la hipótesis de Riemann (véase El último teorema de Riemann).

Caso de desaparecer en un hipotético naufragio del barco, el prestigio de Hardy convencería a sus colegas de que, efectivamente, había resuelto el problema más importante de las matemáticas; pensarían que sólo la mala suerte le había impedido hacer pública una demostración que, con seguridad, se había hundido con él. Hardy entraría, de esa forma, en el Olimpo matemático junto con Gauss, Arquímedes, Newton o Euler. Posiblemente Hardy no hacía sino imitar, en parte, a Pierre de Fermat y su célebre afirmación de que había encontrado una maravillosa demostración de que \(x^n+y^n=z^n\), \(n\ge 3\), no tiene soluciones enteras (aparte de las triviales), pero que lo estrecho del margen donde escribía le impedía consignarla allí. Eso ocurrió hacia 1630, por ponerlo en números redondos, y mucha tinta se ha gastado discutiendo sobre si fue verdad o no que Fermat tuviera esa maravillosa demostración, toda vez que los matemáticos tardaron más de 350 años en dar con una cuyos cientos de páginas, si se junta todo lo necesario, no cabrían desde luego en ningún margen.

Pero el barco en que viajaba Hardy no se hundió. Y luego Hardy explicó que todo había sido una treta para tener una travesía tranquila: para evitar que Hardy entrara en el panteón de la fama matemática, Dios, su archienemigo, calmó los vientos y las aguas del Mar del Norte, y le obsequió con la más tranquila de las singladuras.

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