«El dos no ha sido nunca un número» (por F. García Lorca)

En la adenda a su poemario Poeta en Nueva York, Federico García Lorca incluyó un poema que tiene innegables resonancias matemáticas, incluso desde su mismo título: Pequeño poema infinito. Es un poema surrealista escrito el 10 de enero de 1930 que, según Ian Gibson, tiene un particular interés biográfico, porque Lorca «declara abruptamente que “equivocar el camino es llegar a la mujer” y rechaza la asunción de que el amor heterosexual, con la reproducción de la especie que lleva aneja, y su supuesta armonización de contrarios, constituya un objetivo necesariamente deseable». Esa «armonización de contrarios» tiene un reflejo en el número dos, que protagoniza la segunda parte del poema y de quien Lorca nos asegura que nunca ha sido un número «porque es una angustia y su sombra» y «guitarra donde el amor se desespera»:

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.

Según Luis García Montero, en este poema de Lorca «La poesía se pone a contar a través de una matemática imperfecta de la intimidad».

Alguien afirmó una vez que cada número entero era un amigo personal de Srinivasa Ramanujan, el gran matemático indio. Y es que eso de tener amistad personal con los números cobra un nuevo sentido tras leer el Pequeño poema infinito de Lorca.

 

Pequeño poema infinito

Para Luis Cardoza y Aragón

Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben votar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.

 

Referencias

Ian Gibson, Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca (edición revisada), Debolsillo, 2016.

Imagen destacada: Uno de los dibujos que Lorca realizó para ilustrar Poeta en Nueva York.

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