Historias del Café Escocés: 1. Steinhaus y Banach

A lo largo de los próximos meses dedicaremos algunos Divertimentos al libro One hundred problems in elementary Mathematics, del matemático polaco Hugo Steinhaus (1887-1972). Steinhaus y su colega Stefan Banach fundaron un potente grupo de análisis matemático en la Universidad de Lwów que solía celebrar unas tertulias matemáticas en el Café Escocés de Lwów. La historia de la tertulia, incluyendo su trascendencia matemática y los desastres que sufrieron sus protagonistas durante la segunda guerra mundial, especialmente durante la ocupación nazi, es fascinante –y no muy conocida–. Muestra, como pocas, hasta qué punto las matemáticas no son ajenas a las vicisitudes históricas. Así que dedicaremos media docena de entradas de Fondo de armario a la tertulia del Café Escocés haciéndolas coincidir con los Divertimentos del libro de Steinhaus –aquellos lectores interesados que quieran adelantarse a esta narración por entregas, pueden encontrar la historia completa en el capítulo 3 de mi libro Pasiones, piojos, dioses… y matemáticas, Destino, 2009–.

La entrada de hoy estará dedicada a marcar los perfiles biográficos de Steinhaus y Banach.

Hugo Steinhaus (1887-1972)

Steinhaus estudió matemáticas en Gotinga entre 1906 y 1911, donde se doctoró bajo la dirección de David Hilbert. Lo de cursar estudios universitarios en el extranjero fue algo hasta cierto punto habitual en una Polonia que entonces estaba repartida entre Rusia, Prusia y el imperio austrohúngaro. Finalizada la primera guerra mundial, Polonia fue otra vez un país libre y Steinhaus acabó de catedrático en Lwów. Steinhaus vivió en Lwów hasta que la ciudad fue tomada por los nazis en 1941.

Banach nació en Cracovia en 1892. Su padre se llamó Stefan Greczek, aunque Banach prefirió usar el apellido materno, o al menos el que consta para ella en el certificado de nacimiento: «hijo de Katarzyna Banach». Su madre lo abandonó a los pocos días de nacer; nunca estuvo casada con el padre de Banach y poco se sabe de ella –nada, en realidad–: por más esfuerzos que hizo su hijo por saber, fue puro misterio. A Banach lo crió su abuela paterna en Ostrowsko, un pueblecito 80 km al sur de Cracovia perdido en los Cárpatos.

Steinhaus solía decir que su mejor descubrimiento matemático había sido Banach, con quien se había encontrado casualmente en Cracovia en 1916.

Stefan Banach (1892-1945)

Como Steinhaus, Banach acabó de profesor en Lwów (1922), y allí fundaron un potente grupo de análisis matemático. Los sábados por la tarde solían reunirse en un aula de la Universidad –los sábados eran por entonces días lectivos–; lo peculiar fue que la parte más fructífera de esas reuniones tenía lugar, no en la Universidad, sino en algunos cafés de los alrededores, donde la discusión matemática solía prolongarse varias horas más. En el uso sistemático que de los cafés hicieron como refugio científico se ve la impronta de Banach, porque pocas cosas hubo que le gustaran tanto a Banach como hacer matemáticas en un café. Dos de ellos le eran especialmente gratos, el Roma y el Szkocka; «szkocka» no es otra cosa que «escocés» en polaco. En cierto momento, Banach tuvo un desencuentro con los dueños del Café Roma, donde solía pasar buena parte de su tiempo –especialmente en los últimos días del mes antes de cobrar su sueldo–; parece ser que hubo quejas sobre cierto retraso en el pago de las consumiciones, así que buena parte del grupo se asentó entonces en el vecino Café Escocés.

En el Café Escocés se dieron cita catedráticos con solera, como Antoni Łomicki, Director durante un tiempo del Instituto de Matemáticas de la Universidad, y del que Banach, recién llegado a Lwów, fue ayudante, Włodzimierz Stożėk, que fue Decano de la Facultad de Matemáticas, nuestro Hugo Steinhaus, Stanisław Ruziewicz, y, naturalmente, el propio Banach; pero también jóvenes que por aquella época empezaban sus andanzas matemáticas, como Herman Auerbach, muy ducho y aficionado al ajedrez, Feliks Barański, Mark Kac, o Stanisław Ulam; y también otros in between, que dirían los ingleses: Stefan Kaczmarz, Stanisław Mazur, Władyslaw Orlicz, Juliusz Schauder, o Stanisław Saks. Casi todos ellos han prestado su apellido a métodos, conceptos, teoremas y resultados. En el caso de Banach, y en menor medida también en el de Steinhaus y el de otros, su nombre se ha convertido en adjetivo frecuente en la inabarcable toponimia de las matemáticas.

No muchos de ellos sobrevivieron a los desastres de la segunda guerra mundial.

Steinhaus sí, para lo cual tuvo que vivir oculto durante la guerra bajo una identidad falsa, pues por su ascendencia judía hubiera sido aniquilado por los nazis. Tras la segunda guerra mundial, Lwów cambió de nombre: L’viv y pasó a ser parte de Ucrania. Se llevó a cabo entonces una limpieza étnica que llevó a Steinhaus y los matemáticos de Lwów que sobrevivieron a la guerra a Wroclaw; se da la circunstancia de que Wroclaw también había cambiado de país después de la segunda guerra mundial: antes era parte de Alemania y se llamaba Breslau –allí, de hecho, había nacido Felix Hausdorff en 1868–. Steinhaus murió en 1972.

Banach estuvo alimentando piojos durante buena parte de la ocupación nazi y sobrevivió a la guerra por poco: murió de cáncer de pulmón el 31 de agosto de 1945; el entierro de Banach en Lwów lo convirtieron los polacos que todavía residían allí en un acto patriótico –aunque esto acaso no sea sino leyenda–.

 

Referencias

A.J. Durán, Pasiones, piojos, dioses… y matemáticas, Destino, Barcelona, 2009.

1 Comment

  1. Encuentro muy interesantes estas reseñas biográficas de estos grandes matemáticos. Quizá es porque me permiten percibirlos como seres de carne y hueso.

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