Operación: salvar al MFO

Según se acercaba el final de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados comenzaron la tarea de localizar a los científicos alemanes. La razón principal –bajo la que se adivinaba ya el comienzo de la Guerra Fría– era echar mano de quienes habían estado involucrados en el desarrollo del temido cohete militar V2, tanto para aprovechar sus conocimientos como para evitar su paso “al otro lado”. En todo caso, el espectro de búsqueda era amplio y se quería localizar a todo tipo de científicos.

En 1945 John Todd era un joven matemático irlandés de 34 años, que trabajaba, junto a matemáticos de diversas nacionalidades, en el Servicio de Computación del Almirantazgo británico. Diversos indicios indirectos habían señalado la posible existencia de un centro de investigación matemática en la Selva Negra. Así, se creó para su búsqueda un equipo de cinco miembros, que fueron investidos reservistas voluntarios de la Marina, dotados de inusuales uniformes color caqui, propios de los “Royal Marine Commandos”, y de mapas de Alemania.

Partieron inmediatamente al continente y en Bruselas consiguieron un vehículo militar. Como era de esperar, desde ahí su viaje por Alemania estuvo pleno de vicisitudes: una visita a un convento para llevar una carta a la mujer de un matemático polaco refugiado en Escocia; una inspección de control por parte de las tropas rusas al paso por Magdeburgo; la avería del vehículo cerca de Heidelberg, siendo ayudados por prisioneros de guerra rusos que viajaban al Este. En Tubinga, a causa de su peculiar uniforme, John Todd compartió mesa, y discurso, con el gobernador militar francés de la zona.

Tras un mes de viaje, eventualmente llegaron al pequeño pueblo de Oberwolfach, situado a orillas del río Wolf, en el corazón de la Selva Negra. Allí estaba “Lorenzhoff”, un antiguo refugio de caza que se había transformado en el Mathematisches Forschungsinstitut Oberwolfach, el MFO, el instituto de investigación matemática de Oberwolfach. Encontraron recogidos a un buen número de matemáticos alemanes, juntos con sus papeles de trabajo y sus libros.

La primera noche, por seguridad, se pusieron avisos a la entrada del refugio indicando que el lugar estaba bajo la protección de la Marina Británica. Al día siguiente el resto del equipo marchó a por gasolina, quedando Todd como único miembro del “ejercito de ocupación”. A media mañana un revuelo acompañó la llegada de una partida de hambrientas tropas marroquíes que pretendía ocupar el edificio. La decidida actitud de Todd, acompañado de su rimbombante uniforme y su sombrero, lograron disuadir a la hambrienta partida de tomar el edificio (y de llevarse las gallinas, aclara Todd) y salvaron así al instituto de convertirse en cuartel militar, hasta que el gobierno local lo puso bajo su autoridad. La posterior protección de los matemáticos franceses (el MFO estaba en la zona de ocupación francesa) garantizó la integridad del instituto.

Todd volvió a Inglaterra con setenta kilos de libros alemanes de matemáticas publicados durante la guerra, que los propios autores, refugiados en Oberwolfach, le habían regalado. Lo inusual de su misión le causó algunas dificultades a la entrada en el país.

El MFO había sido fundado en el otoño de 1944, siendo Wilhelm Süss su primer director. Süss fue un matemático controvertido: alumno del excelente matemático pro-nazi Ludwig Bieberbach; editor de la revista “Deutsche Mathematik”, notoria por sus posiciones racistas; fue cercano al poder durante el dominio de Alemania por los nazis. Tras la guerra fue exculpado gracias al testimonio de matemáticos como Carathéodory, Tietze, Hopf y otros, que relataron cómo Süss había protegido a muchos matemáticos de la persecución política.

Desde su primer coloquio en 1945, el MFO continúa albergando actividad científica en matemáticas. En 1967 y 1975 sucesivas ampliaciones permitieron sustituir el viejo edificio por uno moderno y funcional y añadir un edificio para biblioteca (que permanece abierta las 24 horas del día y de la noche); en ambos casos, gracias a donaciones de la Fundación Volkswagen. El conjunto está repleto, aparte de aulas, de salones y esquinas tranquilas, con sofás y pizarras que animan a la discusión. La estancia en el MFO para un “workshop” de una semana, en un grupo reducido y centrado en un tema, es una experiencia deliciosa de concentración científica. Incluye invariablemente una excursión por el monte con “Schwarzwälder Kirschtorte”, tarta de cerezas de la Selva Negra, como premio tras coronar el paseo. Muchos resultados matemáticos importantes de la segunda mitad del siglo XX se han gestado en estas reuniones.

 

En estos tiempos de beatería hipócrita e higienizada, el MFO mantiene dos costumbres, que son un fabuloso resto de tiempos más relajados.

A la hora de desayunar, almorzar o cenar, cada invitado debe buscar por las mesas del comedor la funda de tela con su nombre que guarda su servilleta; el personal las distribuye aleatoriamente como forma de propiciar la mezcla de personas y prevenir los agrupamientos gregarios.

La otra costumbre atañe al consumo libérrimo de alcohol, con fines intelectuales, obviamente. Por los pasillos del instituto abundan armarios y refrigeradores que acumulan cervezas, vinos y licores de todo el mundo, siempre de excelente calidad. Están a la libre disposición de sus devotos, sin más que depositar en una cajita de cartón el precio, que, al ser el MFO una institución ajena al lucro, se reduce al coste de compra.

Notas.

1. La historia que se relata aquí esta contada en detalle en el artículo “Oberwolfach – 1945” de John Todd, publicado en el libro «General inequalities 3» de E. F. Beckenbach y W. Walter, 1983, pág. 19 – 22, de la editorial Birkhäuser.

https://www.mfo.de/outreach-media/prizes/john-todd-award/article-oberwolfach-1945.pdf

2. El MFO concede cada tres años el John Todd Award para “young excellent mathematicians working in numerical analysis”. Los fondos del premio proceden de una donación particular, hecha en agradecimiento y recuerdo por haber salvado el MFO en 1945.

https://www.mfo.de/outreach-media/prizes/john-todd-award

3. Para quien quiera leer otros escritos de John Todd, recomiendo “G.H. Hardy as an Editor”, publicado en la revista “The Mathematical Intelligencer” en 1994, vol. 16, no. 2, pág. 32-37.

https://link.springer.com/article/10.1007/BF03024281

4. Una interesante entrevista con John Todd, donde se cuentan muchas historias sobre matemáticas y matemáticos, se publicó en la revista “The Collegue Mathematics Journal”, de la Mathematical Association of America, en 2007, vol. 38, no. 1, pág. 2-23.

https://www.mfo.de/outreach-media/prizes/john-todd-award/interview-john-todd.pdf

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