Frank Bascombe es uno de los más inolvidables personajes de ficción que nos ha regalado la literatura en las últimas tres décadas -una especie de Sancho Panza huérfano de don Quijote-. Estoy tentado de escribir que es «hijo» del escritor estadounidense Richard Ford, si no fuera porque a Ford le disgusta que califiquen a Bascombe de ese modo –léase la descripción que Ford hace de su relación (que cabría calificar de difícil) con el personaje en este estupendo artículo publicado por La Vanguardia Frank Bascombe y yo–. Ford –premio Princesa de Asturias de las Letras 2016– le ha dedicado a Bascombe cuatro magníficas obras; tres novelas: El periodista deportivo (1986), El día de la Independencia (1995) y Acción de Gracias (2006), y un libro de relatos Francamente, Frank (2015). Releyendo hace poco El periodista deportivo, me encontré con una frase muy propia de la ironía de Bascombe, donde se menciona lo cerca que están las matemáticas –el álgebra en este caso– del corazón:
Cuando se trata de los asuntos del corazón, todo es tan problemático como el álgebra.
Para que se vea que no somos sectarios, le dedicamos una píldora a pesar de que su sentido es bastante opuesto a lo escrito en la presentación de este blog cuando se afirma: «Las matemáticas son a menudo tan cosa del corazón como de la cabeza».
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