Lviv, o Leópolis, en castellano, es una ciudad del oeste de Ucrania. Por su situación está recibiendo por ahora menos bombas que otras ciudades ucranias situadas más al este, como Mariúpol, Járkov o Kiev, aunque de tanto en tanto es también objetivo de los bombardeos rusos. Para hacerse una idea de los cambios habidos en las fronteras de esa zona de Europa en el último siglo, conviene recordar que tanto Lviv como buena parte del oeste de Ucrania y Bielorrusia formaban parte de Polonia antes de la segunda guerra mundial. Por entonces Lviv se llamaba Lwów y allí surgió en los años 20 del siglo XX una formidable escuela matemática liderada por Stefan Banach. En cierta forma, la escuela matemática de Banach fue tan potente como singular, pues buena parte de los problemas sobre los que se investigaba surgían en discusiones que tuvieron lugar en el Café Escocés de Lwów, donde los matemáticos hicieron largas y esforzadas tertulias (para más detalles véase el capítulo 3 de mi libro Pasiones, piojos, dioses…y matemáticas o las entradas de este Blog: Historias del Café Escocés, 1. Steinhaus y Banach, 2. La tertulia matemática, 3. El Cuaderno Escocés, 4. Los premios del Cuaderno Escocés). De la importancia de la escuela de Banach da fe el que su nombre, al igual que el de otros miembros de la tertulia, se ha convertido en adjetivo frecuente en la inabarcable toponimia matemática; en particular llevan el nombre de Banach unos espacios vectoriales -pueden tener tanto dimensión finita como infinita- en los que se puede medir la longitud de los vectores pero donde el teorema de Pitágoras no tiene por qué ser verdad.
Al inicio de la segunda guerra mundial, el oeste de lo que entonces era Polonia fue ocupado por Alemania, mientras que el este lo fue por la Unión Soviética, como parte del acuerdo que Stalin y Hitler firmaron, y que atendió al nombre de pacto Ribbentrop-Molotov (por los ministros alemán y ruso de Asuntos Exteriores). En verano de 1941 Alemania revocó el pacto e invadió la Unión Soviética. Lwów cayó en manos nazis que llevaron a cabo una concienzuda labor de exterminio similar a la que ya habían aplicado en el oeste de Polonia y que, en particular, segó la vida de buena parte de los tertulianos matemáticos. El resto, Banach entre ellos, sobrevivió alimentando piojos, que eran necesarios para la elaboración de una vacuna contra el tifus que se preparaba en los laboratorios universitarios, y que tanto soviéticos como alemanes mantuvieron en producción (más detalles en mi libro Pasiones, piojos, dioses…y matemáticas o las entradas de este Blog: Historias del Café Escocés: 5. Tertulia en tiempos de guerra y 6. Alimentando piojos).
En su camino a Berlín, los soviéticos reconquistaron esa parte de Polonia en el último año de la segunda guerra mundial. Cuando esta acabó, toda la zona de Polonia que ocupó la Unión Soviética como consecuencia del pacto Ribbentrop-Molotov pasó a formar parte de las repúblicas soviéticas de Ucrania y Bielorrusia. Para compensar, a Polonia se le cedió toda la Prusia oriental y parte de la occidental. Se produjo entonces un terrible proceso de limpieza étnica: los alemanes de la zona cedida a Polonia fueron forzados a moverse hacia el oeste y los polacos de la zona ocupada por la Unión Soviética fueron trasladados a la zona alemana cedida a Polonia. En particular, lo que quedaba de la escuela matemática que Banach había fundado en Lwów acabó asentándose en Breslau. El paso de ciudad polaca a ucrania obligó al cambio de nombre y Lwów pasó a llamarse Lviv; y de igual manera, Breslau, al pasar de ciudad alemana a polaca, mudó su nombre en Wroclaw.
Se da la circunstancia de que el matemático alemán Felix Hausdorff, muy influyente en la escuela de Banach, había nacido en Breslau en 1868; aunque no llegó a ser testigo de aquellos terribles acontecimientos, pues la apisonadora nazi le había pasado por encima unos años antes: Hausdorff, junto con su mujer y una cuñada, se suicidó a principios de 1942, para evitar ser internado en un campo de concentración: los Hausdorff eran judíos.
Banach tampoco se tuvo que ir de Lwów, porque murió de cáncer de pulmón en agosto de 1945; parece, aunque esto acaso sea leyenda, que el entierro de Banach en Lwów lo convirtieron los últimos polacos que todavía residían allí en un acto patriótico.
Referencias:
Antonio J. Durán, Pasiones, piojos, dioses…y matemáticas, Destino, Barcelona, 2009.
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