Dedicamos hace unos días una entrada a Joseph Louis Lagrange, del que se cumplen 210 años de su muerte. Y sobre la muerte nos dejó precisamente unos días antes de morir una reflexión muy serena.
Lagrange había vuelto a Francia unos años antes del estallido de la revolución. Y coincidiendo con sus prolegómenos, pasó por unos momentos de profunda depresión. Los años del Terror fueron muy duros para él y, aunque su vida no llegó a correr peligro, perdió a varios amigos en la guillotina, entre ellos al químico Lavoisier, sobre cuya ejecución escribió: «Ha sido necesario sólo un momento para hacer caer esa cabeza, y quizás cien años no bastarán para producir una semejante».
Lagrange murió el 10 de abril de 1813; pocos días antes afirmó:
La muerte no es para temerla, y siempre que venga sin dolor es una última función que no es ni penosa ni desagradable. La muerte no es más que el reposo absoluto del cuerpo.
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