Newton y su padre

Newton con 47 años pintado por Godfrey Kneller

Newton fue hijo póstumo y único de un labrador medio analfabeto, Isaac Newton también de nombre. Su madre, Hannah Ayscough de soltera, después Hannah Newton, era de familia letrada pero algo venida a menos en lo económico. Se volvió a casar con un severo pastor anglicano llamado Barnabas Smith cuando Newton apenas tenía tres años de edad. Barnabas se llevó a vivir a Hannah, ahora convertida en Smith, a su vicaría, pero no así al niño Newton, que quedó al cuidado de su abuela materna. Por entonces el señor Smith rondaba los sesenta años, lo que no impidió dejar embarazada por tres veces a la madre de Newton antes de morir siete años después de haberla desposado.

En la década de los sesenta del siglo XX, el profesor Frank E. Manuel realizó unos estudios psicológicos sobre Newton. Manuel señaló que esos dos acontecimientos ―el avatar de la muerte de su padre antes de su nacimiento, y el trauma de la separación de su madre al contraer matrimonio con el pastor Smith― marcaron profundamente la compleja personalidad del genio inglés; especialmente en lo que se refiere a la forma en que Newton entendió todos sus estudios e investigaciones posteriores —ya fueran científicas, históricas, alquímicas o teológicas—, o en cómo trató a todo aquel que osó discutir con él sobre esas investigaciones o competir por la prioridad de algún descubrimiento.

Las figuras de Yahvé y Adán pintadas por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina son quizá una buena alegoría de como vivió Newton su relación con Dios Padre

Así, andando el tiempo, la figura del padre desaparecido antes de su nacimiento la ocuparía, nada más y nada menos, que la figura de Dios Padre. Según esta interpretación del profesor Manuel, toda la trayectoria vital de Newton fue una búsqueda de la verdad, ya fuera a través de la ciencia, la teología o la alquimia, siendo su interlocutor, no sus contemporáneos humanos, sino la figura del padre desconocido transmutada en Dios Padre. Esa actitud mística hace más entendible la agresividad tremenda que Newton mostró toda su vida ante las críticas a su producción científica —por mínimas que fueran—; esto le acabó generando una fobia visceral y absurda a que alguien le propusiera publicar alguno de sus descubrimientos. La consecuencia fueron unos enormes retrasos en la publicación de su producción científica, en general, y matemática en particular: algunos tratados no se publicaron hasta cuatro y cinco décadas después de compuestos, mientras que bastantes otros quedaron, incluso, sin publicar. Por no hablar de sus estudios históricos, teológicos o alquímicos, la mayor parte de los cuales quedaron inéditos. Todo eso allanó, por poner un par de ejemplos de importancia, el camino para la disputa por el descubrimiento del cálculo infinitesimal con Leibniz, menos miedoso que Newton a la hora de llevar su producción intelectual a la imprenta, y alimentó también el odio feroz que sintieron mutuamente Isaac Newton y Robert Hooke —otro de los grandes científicos ingleses del siglo XVII—.

La interpretación psicológica de F. Manuel convierte el reto de Newton como investigador en una cuestión religiosa; su interlocutor era Dios —identificado con la figura del padre ausente—: «La corrupción de un texto de las escrituras, el fallo de un experimento, o la ligereza en su interpretación no eran sólo una violación del método científico, sino pecados, como levantar falso testimonio. Tales mentiras eran en muchos aspectos el más negro de los crímenes porque violaban y ensuciaban la verdad de la creación de Dios»; y también: «El error científico era asimilado al pecado, porque era la consecuencia de la pereza por su parte y una falta en su servicio a la Divinidad. Y, para Newton, un pecado no era un acto de fragilidad humana que podía ser olvidado, sino un signo de que el culpable estaba poseído por el mal».

En opinión del profesor Frank Manuel, la separación de la madre a los tres años de edad, cuando esta se casó con el reverendo Smith, fue todavía más traumática para Newton. Pero de esto hablaremos en una próxima entrada.

 

Referencias:

Antonio J. Durán, La polémica sobre la invención del cálculo infinitesimal, Crítica, Barcelona, 2006.

Antonio J. Durán, Newton y la ley de la gravedad, RBA, Barcelona, 2012, y National Geographic, 2018.

Antonio J. Durán, El universo sobre nosotros, Crítica, Barcelona, 2015.

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