Asintomáticos, o la dificultad de controlar el virus sin tests

Desconocemos todavía la respuesta a bastantes preguntas importantes sobre el coronavirus. Una de ellas es el porcentaje de infectados asintomáticos que genera. La respuesta podría explicar por qué la epidemia ha crecido tan rápido en países como Italia o España (donde las fiables estimaciones del Imperial College daban varios millones de infectados reales a finales de marzo). Del análisis que haré aquí de esta cuestión parece deducirse otra vez la conclusión de que es más fácil controlar la epidemia con un suministro continuo y abundante de tests fiables (y me refiero aquí tanto a los PCR, muy fiables pero que necesitan más tiempo y personal especializado, lo que limita la capacidad para realizarlos, como a las distintas modalidades de los llamados tests rápidos).

Por un infectado asintomático entendemos una persona que

  1. ha sido contagiada por el virus SARS-CoV-2;
  2. lo puede a su vez contagiar a otros;
  3. pero no ha desarrollado síntomas de la enfermedad Covid-19.

Para el propósito de esta entrada, relajaremos ligeramente la condición anterior: el asintomático bien no ha desarrollado síntomas de la enfermedad Covid-19, o los síntomas desarrollados son tan leves que no se sospeche que la pueda padecer, o incluso tarde más tiempo de lo habitual en desarrollar síntomas más evidentes de padecer Covid-19 (semanas en vez de días).

Conocer el porcentaje de infectados asintomáticos es, por su propia idiosincrasia, una cuestión muy complicada. Dado que no presentan síntomas, lo que podríamos llamar la parte visible de la enfermedad, ellos mismos (y los demás) ignoran que están infectados y la única manera de detectarlos es con tests fiables. Pero sabemos que en bastantes de los países afectados por el covid-19 ha habido o sigue habiendo escasez de tests, y por eso se usan principalmente para confirmar la enfermedad en personas que ya muestran síntomas claros de la misma. Por esta razón, si uno busca en la bibliografía científica porcentajes de asintomáticos para la Covid-19, se encontrará con enormes variaciones; he aquí solo tres ejemplos de muchos más posibles (los he tomado del CEBM de la Universidad de Oxford https://www.cebm.net/covid-19/covid-19-what-proportion-are-asymptomatic/)

  1. En el crucero Diamond Princess, se estimó un porcentaje de entre el 16 al 20% de asintomáticos.
  2. La insularidad y el reducido número de habitantes de Islandia permitió un testado a gran escala de la población. A resultas del cual, se estimó que el 50% de los que dieron positivo no presentaba síntomas.
  3. La Organización Mundial de la Salud ha llegado a sugerir que quizá los asintomáticos lleguen al 80% de los infectados.

La estadística puede echar también aquí una mano y ayudar a estimar el porcentaje de infectados asintomáticos. Por ejemplo, es muy posible que el estudio del estado de la epidemia que se propone hacer en breve el Gobierno usando un muestreo aleatorio de más de 60.000 personas, permita obtener estimaciones fiables para el porcentaje de asintomáticos en España. Además del modelo y los cálculos estadísticos, ese estudio requerirá hacer decenas de miles de test, la mayoría de ellos de la modalidad de test rápidos para la captación de anticuerpos, aunque dada su sensibilidad, podría ser necesario completarlos con algunas decenas de miles más de test de fiabilidad más alta.

Si tenemos en cuenta las estimaciones de infectados reales en España, y los porcentajes mencionados arriba, veremos que muy posiblemente la epidemia, conforme se expandía durante el mes de marzo, ha ido generando en España de varios cientos de miles de asintomáticos a quizá más de un millón. Eso nos dice que ha habido una alta probabilidad de que bastantes de esos asintomáticos atendieran en servicios donde, incluso en el periodo de contención, tuvieran contacto frecuente con otras personas. Piénsese en personal sanitario, cuidadoras en residencias de ancianos, personas a cargo de la caja de un supermercado o las que nos atienden en una panadería o una farmacia. En la entrada Cuidado con el panadero y con los vocales de la mesa electoral . . . , se explicó cómo la evolución de una epidemia se acelera notablemente cuando entre los infectados se encuentran lo que allí se llamó «populares»: personas que por trabajo contactan frecuentemente con muchas otras. De nuevo aquí, cabe concluir la importancia que tiene el uso de mascarillas, guantes y equipos adecuados de protección (algo de lo que tampoco hemos estado sobrados en España).

Si la única manera de detectar asintomáticos son los tests fiables, debemos concluir que es fundamental disponer de un suministro continuo de ellos para controlar el crecimiento de la epidemia. Justo la situación contraria a la producida en España en marzo. Quizá esto pueda arrojar algo de luz sobre el hecho de que el confinamiento del 15 de marzo frenara pero no llegara a detener el desarrollo de la epidemia en España.

De todo lo dicho se deduce que para cortar la capacidad del virus de contagiar habría que hacer tests de manera preventiva y sin necesidad de que presenten síntomas previos a todas aquellas personas que, aun en el periodo de contención, tengan necesariamente que establecer contactos cotidianos múltiples.

Acabar de contener este primer brote del coronavirus, y prevenir que no haya brotes futuros, pasa por tanto por garantizar un suministro continuo y abundante de tests fiables. En las actuales circunstancias, con la epidemia afectando a cada vez más países, habría que ir pensando en fabricar suficientes tests aquí en España; no solo para garantizar el autoabastecimiento, sino también para ayudar a paliar la escasez de tests en tantos países donde ya se están necesitando.

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