Antecedentes

1. Europa

El nacimiento de la innovadora disciplina de estudio denominada Arqueología Industrial se produce como respuesta a la necesidad histórica de analizar y proteger los testimonios surgidos de la revolución industrial en una etapa marcada por un acelerado cambio tecnológico que, contradictoriamente, destruye con gran velocidad los testimonios de su desarrollo. Es sintomático que fuera en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, donde surjan las primeras actuaciones de salvaguarda del patrimonio industrial.
La Industrial Archeology se establece en sus inicios más como un movimiento que como una disciplina; existe una referencia de 1886, cuando el portugués Francisco de Souza Viterbo utiliza la acepción como una necesidad por estudiar los restos que va dejando la industria, no obstante, después de él no se va utilizar hasta mediados de este siglo, cuando varios personajes ligados con el desarrollo del estudio de la historia de la ciencia y la tecnología lo van a empezar a acuñar como un movimiento en pro de la conservación de este legado.
El término Industrial Archeology se encuentra impreso por primera vez en Inglaterra, en un artículo de Michael Rix en 1955 intitulado "El Historiador Amateur", donde especifica que los restos dejados por la era industrial deben ser registrados y preservados, antes de que desaparezcan fatalmente sin dejar el testimonio de su evolución.
Unos años más tarde aparece la primera obra dedicada a esta corriente, publicada por Kenneth Hudson en 1963. A partir de este momento crece con gran fuerza y empieza a difundirse con gran rapidez, sorprende que para 1965, apenas quince años después de haber aparecido el término, ya se tiene un Registro Nacional de Monumentos Industriales (NRIM), dentro de un Consejo para la Arqueología Británica, la CBA.
En los años 70 comienza una seria organización de carácter mundial; fruto de este movimiento va a ser la primera reunión internacional celebrada en Ironbridge, en 1973, lugar considerado como el origen de la Revolución Industrial. Este evento generó la primera sociedad de este tipo, en Inglaterra misma, la Asociación para la Arqueología Industrial (AIA), la que a su vez publica el primer órgano de difusión sobre el tema, primero con un boletín después con una publicación periódica. A partir de este encuentro, se suceden estos eventos académicos, cada 2 ó 3 años; en el tercero, celebrado en Estocolmo Suecia, en 1978, se formalizó la creación de una organización internacional, el TICCIH, The International Comittee for the Conservation of the Industrial Heritage, y con esta denominación de Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial es cuando se empieza a definir más su campo de estudio como Patrimonio Industrial que como Arqueología Industrial. No obstante coexistieron los dos términos casi con idéntico sentido hasta hace muy poco. Ahora, la Arqueología Industrial se ha enfocado más hacia el trabajo de excavación, rescate, estudio y preservación de los restos materiales industriales, para dejar la definición de Patrimonio Industrial al contexto general, con mayor amplitud conceptual, refiriéndose tanto al aspecto académico, como al social, al económico y hasta el político. Francia será el siguiente país promotor de esta nueva manera de hacer historia, lugar también con una gran tradición industrial, pero más apegado a los estudios científico-académicos que a los desarrollos inventivos individuales.
En este país se inician desde etapas muy tempranas estudios de este tipo, aunque sin formalizarse su denominación como Arqueología Industrial. En 1960, un distinguido profesor, Maurice Daumas, especializado en la enseñanza de la historia de la técnica, funda un interesante Centro de Documentación Sobre la Historia de la Técnica, que en 1992 se convierte tan sólo en Centro de Historia de la Técnica. Gracias a esta inquietud y a su estudio, Maurice Daumas se introduce al mundo de la Arqueología Industrial, publicando uno de los libros más importantes sobre este tema hasta el momento en el país galo, L'archéologie industrielle, aparecido en 1980, una de las obras clásicas, no superada hasta la fecha en el ámbito francés. En 1990, durante la séptima conferencia internacional celebrada en Bruselas, Bélgica, es electo el francés Louis Bergeron como presidente del TICCIH, lo que sin duda representa, para este país, un reconocimiento a su labor en el área y, en particular, a la de este prestigiado académico, especializado en historia económica, sucesor del trabajo de Maurice Daumas. últimamente Francia ha utilizado más la designación de Patrimonio Industrial que la de Arqueología Industrial, lo que a su vez ha provocado que mundialmente esté predominando esta última, por ser éste un concepto más amplio.
Hasta el momento, el desarrollo de esta disciplina, mejor englobada en los términos de Patrimonio Industrial, ha logrado crear organismos filiales al TICCIH en Europa, Australia, y en el continente americano en Canadá y Estados Unidos. México recientemente se incorpora a esta corriente (en 1995) el Comité Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial.
El Consejo de Europa ha desempeñado también un papel muy importante en la defensa de este joven patrimonio. Ya en 1975 su Asamblea Parlamentaria adoptó “una recomendación relativa a la Arqueología Industrial”, y diez años después comienza a organizar coloquios, poniendo especial atención en la valoración de los monumentos industriales (1985 Lyon, 1986 Madrid, 1988 Bochum, 1989 Londres/Durham).
Paralelamente a las actividades del TICCIH, de UNESCO-ICOM-ICOMOS y de la Comisión Directiva para las Políticas Urbanas y del Patrimonio Arquitectónico del Consejo de Europa, la Dirección General para la Ciencia, la Investigación y el Desarrollo de la Europa Comunitaria también se ha interesado por la recuperación del Patrimonio Industrial. El proyecto RETI y el programa STEP, entre otros, son un buen ejemplo de ello.

2. España

El patrimonio industrial existente en España esta compuesto por un variado repertorio de testimonios tanto materiales como inmateriales. Para el primer caso podemos hablar de los bienes muebles e inmuebles generados, en el transcurso histórico, por las actividades extractivas y productoras del hombre. Estos bienes patrimoniales se insertan en un paisaje o entorno determinado que también ha de ser objeto de protección debido a que la industria es una consecuencia directa del uso que la sociedad hace del medio natural. Debido a las necesidades de la industria encontramos inmerso en este sector patrimonial núcleos temáticos referidos al patrimonio técnico, científico y arquitectónico. Si a ello unimos el entorno sociolaboral necesario para llevar a cabo las tareas industriales obtenemos un amplio marco de conocimiento que se caracteriza por su estructura multidisciplinar.
En segundo lugar hay que considerar que la esencia del patrimonio industrial no radica exclusivamente en los restos materiales sino que también reside en la memoria, tanto en los sistemas identitarios de reconocimiento cultural que se transmiten de padres a hijos como, simplemente, en el goce de pasear por unos paisajes olvidados, los generados por la industria, que tienen un inmenso valor para el conocimiento integral de la historia europea.
Esta situación de pluralidad conceptual es la que caracteriza a las aproximaciones teóricas al mundo de la industrialización, para concretarse, en el sentido estricto de la maquinofactura surgida tras la revolución industrial, a la moderna disciplina conocida como arqueología industrial.
Del estudio, análisis y comparación de estos ejemplos extraeremos los criterios para la elaboración de una teoría general de rehabilitación del patrimonio industrial.
En nuestro país para hablar realmente de arqueología industrial (en adelante A.I.) hay que hacer referencia al año 1982, fecha en la que tuvieron lugar la Exposición de A.I. en la sede del British Council en Madrid y las I Jornadas sobre la Protección y Revalorización del Patrimonio Industrial, celebradas en Bilbao, en las que participaron investigadores relacionados con la Universidad, Asesores de Cultura de Gobiernos Autónomos y Técnicos de Museos. La idea o proyecto de creación de los Museos de la Ciencia y la Técnica de Cataluña, el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de Madrid y el Museo de la Técnica de Euskadi, ya estaba presente en estas jornadas. El museo de Cataluña supone un ejemplo de cómo organizar no ya un museo único sino toda una red de museos temáticos partiendo de un museo central que, de una manera orgánica y respetuosa con la ubicación original de los restos, construye un entramado vivo que refleja espacial y sectorialmente los logros de la industrialización catalana. La situación del resto de los proyectos es la siguiente: el de Euskadi está todavía en proyecto, dirigiéndose las actuaciones, en una primera fase, a la recogida de materiales y diseño del espacio expositivo y el de Madrid que todavía no cuenta con una sede adecuada para exponer sus numerosos e importantes fondos.
En 1986 se creó la Asociación Española del Patrimonio Industrial y de la Obra Pública, actualmente en fase de desaparición debido a problemas de índole burocrática, los celos surgidos entre distintas corrientes de investigación y una adaptación forzada a la configuración autonómica de España discutiéndose el diferente peso específico que en la junta rectora debía tener cada comunidad. No obstante hay que valorar el impulso que proporcionó a estos estudios propiciando la aparición de Asociaciones Regionales entre las que destacan por sus logros la del País Vasco, Cataluña, Asturias y País Valenciano.
Otros encuentros científicos de interés para la A.I. fueron las Jornadas sobre Teoría y Métodos de Arqueología Industrial (Alcoy, 1989), las I Jornadas Ibéricas del Patrimonio Industrial y la Obra Pública (Sevilla-Motril, 1990), el VIII Congreso Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH) (Madrid, 1992), el Seminario de Arquitectura Industrial en Castilla la Mancha (Ciudad Real, 1993), las II Jornadas sobre Protección y Revalorización del Patrimonio Industrial (Barcelona, 1995), las II Jornadas Ibéricas del Patrimonio Industrial y la Obra Pública (Lisboa, 1994).
Las actuaciones más recientes han sido la puesta en marcha del Plan Nacional de Patrimonio Industrial por el IPHE (2003), la fundación en Madrid de la Sección de TICCIH España (2004), la elaboración por DOCOMOMO Ibérico del registro Ibérico de Arquitectura Industrial (1996-2004) y las IV sobre Protección y Revalorización del Patrimonio Industrial (Tarrasa, 2004). Todas estas realizaciones nos hablan de la consolidación de la A.I. en nuestro país contando para ello con las premisas básicas de publicaciones periódicas y temáticas, cursos especializados de postgrado en las universidades, inventarios en algunas Comunidades Autónomas, congresos especializados y museos temáticos o ecomuseos.