COMPARTIMENTO
En el compartimento se acurruca,
arrodillada animalmente adrede
para su acecho dulce en el que cede
el cabello tan suave de su nuca.
Va y viene su cabeza, que acaricio
igual que momentáneamente ciego,
despacio, con la fuerza con que el juego
está entre el amor puro y puro vicio.
La noche temblará por un instante
de pureza salvaje que se salda
con un reflejo azul sobre su espalda,
que brilla tersa en la penumbra amante.
En la penumbra del compartimento,
fluimos en un tren dulce y violento.