Autores: Alicia Gil Lázaro (Universidad de Sevilla) y Alejandro Fernández (Universidad Nacional de Luján, Argentina).
En el tiempo de la gran oleada migratoria, entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX, los emigrantes españoles fundaron alrededor de medio centenar de hospitales se expandieron por toda la geografía americana receptora de inmigración hasta las décadas previas a la II Guerra Mundial. Esto fue posible gracias a una amplia y muy diversa capacidad asociativa y su preocupación por el cuidado de la salud de los inmigrantes afiliados. Los dos primeros hospitales, en Ciudad de México y Buenos Aires fueron creados por Sociedades de Beneficencia Española, en la década de 1870. La mayoría de las asociaciones financiaban la atención hospitalaria a través del cobro de una cuota mensual a sus miembros, un funcionamiento similar al de las compañías de seguros que conllevaba que solo las más grandes y saneadas pudieran sostener de forma estable sus instalaciones. Una práctica fue común a muchas de ellas, fue invertir su excedente en la compra de propiedades urbanas para luego alquilarlas, o bien en valores mobiliarios como acciones o títulos de la deuda pública. Con ello trataron de conservar y acrecentar el patrimonio sin que esto dependiera del arribo y afiliación de nuevos inmigrantes. entre los años veinte y cuarenta, algunos de estos hospitales lograron llevar a cabo importantes procesos de modernización en sus instalaciones y especialidades médicas, en su cobertura sanitaria y en la gestión de su patrimonio y comenzaron a participar en los sistemas universitarios de los países de implantación. Tras la llegada de los sistemas de salud públicos algunos cerraron sus puertas, otros fueron adsorbidos por el Estado y otros transformaron su naturaleza migratoria convirtiéndose en hospitales privados para clientelas de altos ingresos hasta la actualidad.