Autor: Josep Barceló Prats (Universitat Rovira i Virgili).
A finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, en España, se produjo la primera jerarquización de un hospital –concretamente, en el Hospital General de Asturias–. Este proceso debe entenderse como el establecimiento de una jerarquía, coordinada de forma piramidal y en equipos, entre los diferentes servicios clínicos especializados de un hospital, cuya dirección autónoma por médicos quedaba supeditada a la supervisión de un consejo de administración y de una gerencia. A partir de entonces, pues, la distribución de los servicios hospitalarios se empezó a englobar en tres grandes departamentos: medicina, cirugía y servicios complementarios, tales como laboratorios, transfusiones, farmacia, radiología, radioterapia o medicina nuclear. El nuevo modelo de hospital jerarquizado y docente supuso el punto de partida de un proceso más amplio de reforma del conjunto de la sanidad española. Esta nueva realidad organizativa y funcional terminó por implantar una nueva cultura sanitaria en la población fundamentada sobre una visión hospitalocéntrica de la realidad asistencial.