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Hacia una teoría urbana fundamentada

Acerca de: Aldo Rossi. La Arquitectura de la Ciudad, Barcelona: GG.

 

Dra. Cecilia Raffa (INCIHUSA- CONICET)

 

Hacia los años sesenta, se hizo “necesaria” en Europa, la construcción de una teoría de la arquitectura contemporánea[1]. Esta búsqueda, comienza su camino de la mano de una nueva generación de arquitectos italianos que, con Ernesto N. Rogers como formador, consideraron la crítica y la historia como instrumentos de proyectación y entendieron a la arquitectura como un proceso de conocimiento rehusándose a separar teoría y crítica.

Partiendo de conceptos como las pre- existencias ambientales, el papel crucial de la historia de la arquitectura, la idea de monumento y la responsabilidad del artista y el intelectual dentro de la sociedad moderna[2], algunas de las propuestas de estos arquitectos (entre los que se encontraban Aymonino, Tafuri, Grassi, Gregotti, Rossi y De Carlo, entre otros), fueron divergiendo y  tomando al mismo tiempo, distintos grados de influencia en la teoría arquitectónica del siglo XX.

Algunos de esos trabajos traspasaron incluso lo límites disciplinares, convirtiéndose en

textos de consulta obligada para todos quienes abordaban la problemática de la ciudad. Este es el caso de La arquitectura de la ciudad del arquitecto Aldo Rossi[3], que ya cuenta con más de 8 reediciones desde su lanzamiento en los años ´70.

En La arquitectura de la ciudad, Rossi realiza una laboriosa operación intelectual acudiendo a la antropología, la geografía, la historia, la sociología, los estudios culturales y a la “tradición urbanística” que había silenciado el Movimiento Moderno (MM)[4].

Cuida celosamente la construcción de esta “ciencia de la ciudad” a través del uso de más de un centenar de citas y referencias de autores. Hay referencias a tratadistas (Quatremere de Quincy, Durand, Viollet le Duc), a precursores del urbanismo científico ( Cerdá, Sitte, Lavedan, Poët), y a algunos arquitectos modernos (Loos, Behrens, Gropius y Le Corbusier); a sociólogos de la escuela de Chicago (Park y Burgess), a divulgadores de la escuela francesa de geografía (Chabot, Tricart, entre otros), teóricos de la forma (Halbwachs, Focillon y Kerényi), “literatos de la ciudad” (Voltaire, Victor Hugo) y algunos pensadores contemporáneos sobre el problema de lo urbano (Mumford y Lynch, entre los más destacados). Suma a todos ellos los aportes de De Saussure, Lévi Strauss y de sus maestros Rogers y Samoná.

Fruto de una ilusión de cientificidad en la que confluyen la arquitectura iluminista, la escuela francesa de geografía y el estructuralismo, Rossi entiende a la Arquitectura como la clave de la interpretación de la ciudad. La concibe como valor autónomo, que tiene una dimensión cualitativa esencial al hecho humano: la ciudad.

Por el interés que aún despiertan sus aportes a la Teoría de la Arquitectura y por sus tempranos aportes a la preservación del patrimonio cultural de las ciudades, proponemos esta reseña centrada en los siete puntos principales en que se divide su libro: La Arquitectura como ciudad; En contra de las relaciones lineales; Historia urbana y método histórico; La crítica tipológica; La estructura de la ciudad por partes; La ciudad como aplicación de fuerzas diversas y La arquitectura de la ciudad.

La ciudad como arquitectura

“La arquitectura es la escena fija de las vicisitudes del hombre;
 con toda la carga de los sentimientos de las generaciones,
 de los acontecimientos públicos
 de las tragedias privadas, de los hechos nuevos y antiguos.
 El elemento colectivo y el privado, sociedad e individuo,
se contraponen y se confunden en la ciudad,
constituida por tantos pequeños seres que buscan una sistematización y,
 al mismo tiempo, juntamente con ella,
un pequeño ambiente para ellos, más adecuado al ambiente general[5].

Rossi entiende siempre a la arquitectura en relación a la ciudad, a su gestión política, memoria, ordenanzas, trazado y estructura de la propiedad urbana.

La arquitectura aquí se concibe no sólo como imagen visible sino como construcción, conformante de la ciudad en el tiempo. La arquitectura tiene carácter colectivo, dirá el autor. Se manifiesta en la sociedad y le da forma concreta, está íntimamente relacionada con ella desde la creación del ambiente en el cual ésta vive.

La intencionalidad estética y la creación de un ambiente más propicio a la vida (como caracteres permanentes de la arquitectura), se reflejan e iluminan la ciudad, que es entendida por Rossi como bien histórico y cultural, creación humana connatural a la formación de la civilización, hecho permanente, universal y necesario.

Contraste entre lo particular y lo universal, entre lo individual y lo colectivo, entre la esfera pública y la privada; la ciudad es estudiada como hecho que crece sobre sí mismo y adquiere memoria de sí. Se reconocen en ella diversos aspectos trascendentales: se habla del alma de la ciudad[6]; de la ciudad como obra de arte y de la ciudad análoga[7], aquella capaz de mostrar con imágenes la esencia de la ciudad.

En contra del determinismo, Rossi considera la ciudad como manufactura, producto de la capacidad del hombre para transformar el ambiente, para ir creando la patria artificial. Para entenderla, se vale de la relación con otras ciencias que permiten una lectura continua – política, social, antropológica, económica, geográfica, artística, literaria -, de aquélla y de la arquitectura, sobrentendiendo, no obstante, una teoría general y autónoma de los hechos urbanos: una ciencia urbana.

Rossi se detiene, como él mismo advierte, en los problemas históricos y en los métodos de descripción de los hechos urbanos, en la relación entre los factores locales y la construcción de esos hechos y en la identificación de las fuerzas principales de carácter permanente que actúan en una ciudad.

Estructura el libro en una serie de aspectos críticos respecto del movimiento moderno, abordando: la Historia Urbana. como resultado del diálogo entre la arquitectura de la ciudad y el locus sobre el que ésta persiste; los problemas de descripción y clasificación vistos desde la Tipología; la estructura de la ciudad analizada por partes: Área de residencia / Elementos primarios: Monumentos y las principales cuestiones de la Dinámica Urbana y el problema de la Política como elección.

En contra de las relaciones lineales

“… Siempre he afirmado que los lugares son más fuertes que las personas,
 el escenario más que el acontecimiento.
Esa posibilidad de permanencia es lo único que hace al paisaje
o a las cosas construidas superiores a las personas” [8].

Uno de los primeros conceptos del libro es la Crítica al funcionalismo ingenuo cuantificador y objetivizador de los hechos urbanos.

Ante él, Rossi esgrime una visión opuesta a la del Movimiento Moderno que fundamenta en la preponderancia de la forma sobre cualquier atribución de uso, cualificando lo urbano.

La función no asume la forma, ésta tiene valor autónomo y junto a la necesidad, preside los hechos urbanos que no se explican sólo por su función.

La función es uno de los tantos elementos posibles para el análisis de la ciudad, pero no la constituye de modo estático. Cada función es deducible de la forma que es la que posibilita la existencia del hecho urbano. Los procesos urbanos, dirá, son variables. Existe la posibilidad de mezcla y superposición de actividades o funciones en una misma zona

Historia urbana y método histórico

“… de una u otra forma, siempre estoy pensando en un lugar.
 En verdad, en cada lugar se resumen muchas cosas;
 el lugar se muestra como un resultado,
de ahí nuestro pasmo al observar el panorama desde la terraza…[9].

Otro de los aportes que hace Rossi, es el de considerar a la ciudad como depositaria de la historia y de la historia de ésta como historia de la civilización.

Rossi estudia la urbe como un hecho material cuya construcción ha acontecido en el tiempo, que va dejando en ella sus huellas.

Las ciudades son el texto de los fenómenos urbanos, son la memoria colectiva de los pueblos, el locus de esa memoria que está ligada a hechos y lugares.

Ese locus, por su parte, es la relación singular y universal que existe entre cierta situación local y las construcciones que están en aquel lugar.

En Rossi, el locus, es el lugar aristotélico[10]. Es concreto, existencial y articulado. Cualitativo. Compuesto por valores simbólicos e históricos. Empírico respecto del contexto. El lugar rossiano está relacionado fenomenológicamente con el cuerpo humano, resalta las condiciones y cualidades para la comprensión del hecho urbano.

La crítica tipológica.

“La forma de la ciudad es siempre la forma de un
tiempo de la ciudad, y hay muchos tiempos
 en la forma de la ciudad”. [11]

Mientras para el Movimiento Moderno, el tipo es un mero esquema distributivo que tiende a repetirse tal cual es, para Rossi, el tipo es el elemento que tiene un papel propio en la constitución de la forma: es una constante, un arquetipo, principio lógico e inmutable, que se conforma por medio de un largo proceso en el tiempo. Ningún tipo se identifica con la forma, mientras todas las formas son remisibles a un tipo. El tipo es imagen de la memoria.

La re- formulación de este concepto en Rossi, tiene que ver con la importancia que le otorga a la trama urbana: cada tipología arquitectónica debe entenderse en función de la morfología urbana. Aquello que está más cerca de la esencia de la arquitectura es la forma y la estructuración de los espacios. Rossi parte de la confianza en la capacidad de permanencia de la forma, más allá del estilo, la justificación del edificio, sostiene, depende de leyes universales y permanentes.

La estructura de la ciudad por partes.

“…por eso las ciudades, aún durando siglos,
no son en realidad sino grandes campamentos de vivos y
muertos en los que tan sólo permanecen algunos elementos como señales,
 símbolos, advertencias”. [12]

Opuesto a la idea de ciudad racionalista de concepción mecanicista y reductiva y a la inexistencia del monumento, Rossi, propone como elementos básicos de la ciudad, dos diferentes tipos de piezas: monumento y área residencial que corresponden a la esfera pública y  a la privada respectivamente.

Los monumentos son elementos primarios que crecen puntualmente y constituyen operaciones irrepetibles y singulares. Son hitos privilegiados para definir la imagen y el carácter de la ciudad. Rossi re- sitúa al monumento en un lugar central y lo convierte en un instrumento básico en la intervención de la ciudad histórica.

Por su parte, en las áreas de residencia, las tipologías arquitectónicas pensadas desde la repetición – casas entre medianeras, bloques, torres, viviendas apareadas, etc.- crecen y conforman el tejido básico de la ciudad.

La ciudad histórica es planteada desde la permanencia como orden inverso del urbanismo racionalista de concepción efímera y ligera.

La ciudad como aplicación de fuerzas diversas.

“La política, de hecho, constituye aquí el problema de las elecciones,
¿quién elige en última instancia la imagen de una ciudad?
La ciudad misma, pero siempre solamente a
través de sus instituciones políticas...”[13].

Finalmente Rossi trata a la ciudad como hecho económico y político. Insiste en que la ciudad es el campo de aplicación de diversas fuerzas, el espacio de la política[14] dirá, recurriendo a Engels, donde las manifestaciones colectivas expresan su voluntad.

Señala así mismo el papel esencial de la estructura fragmentada de la propiedad privada y la trascendencia de las operaciones públicas de exportación, recogiendo la herencia de teóricos como Bernoulli y Halbwachs, Poëte y Lavedan.

La arquitectura de la ciudad

 “No creo que exista ciudad que pueda confirmar mejor la tesis de
La arquitectura de la ciudad que Nueva York.
Es una ciudad de piedra y monumentos,
como nunca pensé que pudiera existir alguna …” [15].

En  un intento  por establecer un nuevo fundamento para los estudios de la arquitectura que saliera de los esquemas obligatorios del MM y sobre todo del funcionalismo, Rossi trabaja en la construcción de una ciencia urbana, en la que confluyen el urbanismo científico, la escuela francesa de geografía y el estructuralismo.

Si bien diremos siguiendo a Rigotti[16], que La arquitectura de la ciudad, es más la descripción de una búsqueda que una sistematización de resultados, cada vez más provisorios a pesar del énfasis de algunas definiciones, consideramos que el aporte de este material, está  en la meditación que el autor hace en torno a la teoría de la arquitectura del Movimiento Moderno y la instrumentación especulativa de sus principios; en la búsqueda, como hemos visto, de leyes inmóviles de una tipología situada fuera del tiempo; en la crítica al funcionalismo ingenuo (compositiva y normativamente) y en la importancia asignada al método histórico y al estudio de las permanencias.

A pesar de que creemos existe un cierto enfoque europeísta, aplicable particularmente a pequeñas y grandes ciudades del viejo continente y a algunas norteamericanas como Nueva York. Estas definiciones sirven, en una mirada más amplia, como base teórica a la conservación y preservación de muchas ciudades latinoamericanas en las que, la re- utilización de edificios históricos es, no una vuelta a la concepción estática del mundo, sino un mecanismo de preservación de la estructura de la ciudad, de la memoria y la historia colectiva.

 

Bibliografía

- AAVV. Aldo Rossi, Revista Block n º 3, Buenos Aires: UTDT, 1998.

- Ballent, Anahí. CIAM. En: J. Liernur y F. Aliata (dirs.).Diccionario de Arquitectura en la Argentina, Buenos Aires, Clarín, 2004, pp. 75-78, tomo c/d

- Montaner, Joseph. Después del Movimiento Moderno. Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX, Barcelona, GG, 1993.

- Rossi, Aldo. La arquitectura de la ciudad, Barcelona, GG, 1982.

- Rossi, Aldo. Autobiografía científica, Barcelona, GG, 1992.



 

[1] Esa construcción se planteó como respuesta a exigencias de la propia disciplina arquitectónica; a favor de objetivos sociales, culturales y políticos y como oposición contra el crecimiento especulativo del capitalismo de posguerra. Ver J. Montaner. Después del Movimiento Moderno. Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX, Barcelona, GG, 1993, cap. X, pág. 139.

[2] Ibídem.

[3] Aldo Rossi (Milán 1931- 1997), se graduó de arquitecto en 1959 al egresar del politécnico de Milán. Fue colaborador de Ernesto N. Rogers en la redacción de Casabella Continuitá, ayudante de Ludovico Quaroni en la escuela de urbanística de Arezzo y de Carlo Aymonino en el Istituto Universitario di Architettura di Venezia. Desarrolló actividad académica en las principales escuelas de arquitectura europeas y americanas, especialmente en la universidad de Palermo, en el politécnico de Zürich y en el de Milán y en Harvard, Yale, Berkeley, ente otros. Fue designado en diferentes cargos oficiales, entre ellos director de la sección internacional de la Trienal de Milán y , entre 1982 y 1987, de la sección arquitectura de la Bienal de Venecia. De intensa labor profesional posee obras en Italia, Estados Unidos, Holanda, Francia, Alemania y Japón. Entre los premios que recibió se destacan el Pritzker Prize (1990) y la Thomas Jefferson Medal (1992).

[4] Nos referimos específicamente a  a la corriente historiográfica producida entre 1927 y 1941, que alude a determinadas expresiones de la arquitectura europea y norteamericana en esos años, fuertemente identificada con los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). Los CIAM, fueron creados en 1928 en Suiza por una serie de figuras claves de la Arquitectura Moderna, entre ellos Le Corbusier, con el objeto de comparar e intercambiar experiencias realizadas en distintos países y difundir las propuestas de la nueva arquitectura. Han sido considerados como uno de los momentos más altos del desarrollo del urbanismo “racionalista” o “funcionalista”, sobre todo a partir de la “Carta de Atenas”, manifiesto elaborado en el IV congreso, en 1933, que se convirtió en un símbolo de la asociación. Cf. A. Ballent, CIAM. En: J. Liernur y F. Aliata (dirs.).Diccionario de Arquitectura en la Argentina, Buenos Aires, Clarín, 2004, pp. 75-78, tomo c/d .

[5]  A. Rossi,  La arquitectura de la ciudad, Barcelona, GG, 1982, pág. 69.

[6] Rossi toma el término “alma de la ciudad” del geógrafo Vidal de la Blache, fundador de la Escuela  Regional Francesa. Ver Aldo Rossi, Ibídem.

[7] La analogía es la operación lógico- formal que utilizando el mecanismo de la memoria es capaz de mostrar con imágenes la esencia de una ciudad. Rossi pone como ejemplo la Venecia palladiana y la análoga dibujada por Canaletto. Ibídem.

[8] A. Rossi,  Autobiografía científica, Barcelona, GG, 1992.

[9] Ibídem.

[10] Acá planteamos el lugar aristotélico “rossiano” como contraposición con el espacio platónico, que para nosotros correspondería al planteado por el Movimiento Moderno: ideal, teórico, indefinido, ilimitado, genérico respecto del contexto, de surgimiento autónomo. Basado en medidas, posiciones y relaciones. Cuantitativo. Lógico, científico y matemático.

[11] Ibídem.

[12]  A. Rossi, Autobiografía…,  Op. Cit.

[13] A. Rossi, La arquitectura…, Op. Cit.

[14] Ibídem.

[15] A. Rossi,  Autobiografía…, Op. Cit., pág. 92.

[16] Ver  A. M. Rigotti, Malas lecturas. En: Block nº 3 (1998), pág 80.

 

ISSN 0327-7763  |  2010 Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades  |  Contactar