Tal día como hoy, 8 de marzo, hace 25 años se inauguraban los Campeonatos del Mundo de atletismo Sevilla 1991, la tercera edición de esta competición tras las celebradas en Indianápolis (1987) y Budapest (1989). El escenario escogido fue el Pabellón Municipal de San Pablo con su flamante pista indoor, hoy olvidada en algún almacén de la instalación sevillana.
Aunque en un principio, la intención de los responsables del Ayuntamiento hispalense era optar al Mundial de 1993, durante el Congreso de la Asociación Europea de Atletismo celebrado en la capital andaluza en noviembre de 1988 se anunció la candidatura sevillana para la edición de 1991. La designación de Sevilla como sede del Mundial en pista de 1991 llegó en enero de 1989, en dura puga con Atenas. La votación se decidió por un solo voto de diferencia (11 para la opción sevillana y 10 por la capital helena). A partir de ese momento comenzó una carrera contrarreloj para que todo estuviera listo el 8 de marzo de 1991.
Y llegó el día esperado. Después de meses de obras para adecentar el Pabellón de San Pablo, que se había quedado con un aforo de 4.000 localidades tras la instalación de la pista, todo estaba listo. O casi, porque los alrededores del Pabellón seguían en obras hasta el día antes de la inauguración, algo a lo que en Sevilla (desgraciadamente) estamos bastante acostumbrados. La mayor parte de los atletas habían llegado días antes para entrenar en la pista hispalense.
España participó con una selección compuesta por 35 atletas (23 hombres y 12 mujeres), entre los que se encontraban dos velocistas sevillanos: Luis Rodríguez (sus 10.27 aun son la sexta mejor marca española de todos los tiempos) y el malogrado Miguel Ángel Gómez Campuzano. La expedición española consiguió un botín de cuatro medallas, las platas de Fermín Cacho (1.500), Tomás de Teresa (800) y Sandra Myers (400), además del bronce de Cayetano Cornet (400). Además, un total de 12 atletas se situaron en puestos de finalistas, entre ellos el sevillano Gómez Campuzano, quinto en los 200 metros con un tiempo de 21.29.
Sobre la pista sevillano se batieron ocho récords del mundo. Los dos de marcha a cargo del ruso Shchennikov y la alemana Anders; la jamaicana Marlene Ottey batió el de los 200 metros (22.24), los equipos alemanes del relevo 4×400 y en tres ocasiones la soviética Kravets mejoró el récord del triple salto (14.30, 14.39 y 14.44), prueba que se disputaba con carácter de exhibición.
Compitieron en la capital andaluza un total de 531 atletas, pertenecientes a 82 países. Encabezó el medallero la Unión Soviética, con 17 metales, seguido por Alemania, con 9, y Estados Unidos, con 7.
El Mundial de Sevilla será recordado también por dos acontecimientos político-deportivos, ya que era la primera gran competición en la que Alemania competía unificada y la última en la que participaría la Unión Soviética antes de su desmembración.
Una pista que que costó 83 millones de pesetas y que hoy está en el olvido
La pista en la que se disputó el Mundial de Sevilla 1991 costó 83 millones de las antiguas pesetas (unos 500.000 euros de hoy día) y se inauguró en enero de 1989 con un Campeonato de España de clubes. En ese momento era la única pista indoor existente en Andalucía y “una de las mejores del mundo”, en opinión del entonces (y todavía hoy) presidente de la Federación Española de Atletismo José Mª Odiozola. Entre sus principales bondades se encontraba la amplitud del pasillo de saltos o la pista de calentamientos situada bajo las tribunas.
Después de sus días de gloria, la pista sevillana dejó de usarse poco a poco, debido, sobre todo, a su incompatibilidad con los partidos de baloncesto del otrora Caja San Fernando (luego Cajasol y actualmente Baloncesto Sevilla). Hoy día permanece en un almacén del Pabellón de San Pablo, sufriendo, como es lógico, los rigores del paso del tiempo y del almacenamiento. Hace ya al menos cinco años que no se utiliza.
Final de los 1.500 metros del Mundial Sevilla 1991, en los que se impuso el argelino Noureddine Morceli, seguido del español Fermín Cacho