El niño cogió los lápices color naranja, el lápiz largo amarillo y aquel por una punta azul y la otra rojo. Fue con ellos a la esquina, y se tendió en el suelo. La esquina era blanca, a veces la mitad negra, la mitad verde. Era la esquina de la casa, y todos los sábados la encalaban. El niño tenía los ojos irritados de tanto blanco, de tanto sol cortando su mirada con filos de cuchillo. Los lápices del niño eran naranja, rojo, amarillo y azul. El niño prendió fuego a la esquina con sus colores. Sus lápices —sobre todo aquel de color amarillo, tan largo— se prendieron de los postigos y las contraventanas, verdes, y todo crujía, brillaba, se trenzaba. Se desmigó sobre su cabeza, en una hermosa lluvia de ceniza, que le abrasó.
El lenguaje como encuentro del pasado y el presente. La importancia de las sensaciones y la memoria.
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Mecanismos para nombrar la realidad.
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Las relaciones entre las palabras según su significado.
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Factores que influyen en mi manera de entender la realidad
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Acerca de las clases