KRINEIN es el nombre resumido del proyecto “Fortalecer las capacidades de pensamientos críticos, alternativos y de habilidades sociales de la comunidad universitaria y de otros actores de la cooperación andaluza para el ejercicio responsable de la ciudadanía global” (Referencia 2020UE003).
Este proyecto ha sido financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación al desarrollo. Cuenta con un equipo interdisciplinar (Filosofía, Psicología, Educación, Filología, Bellas Artes, Matemáticas, Ingeniería) que pretende el desarrollo de las competencias de pensamiento crítico entre personas interesadas y dedicadas a la cooperación internacional.
OBJETIVOS
General
Diseñar, ejecutar y evaluar un programa de capacitación en pensamientos crítico y alternativos y en habilidades sociales y de comprensión dirigida a la comunidad universitaria (estudiantado, PAS y PDI) y otros agentes de la cooperación andaluza.
Específicos
Fortalecer las capacidades críticas que imponen ideologías, sesgos y creencias occidentales en las personas dedicadas al voluntariado y la cooperación.
Proporcionar herramientas para que el alumnado implementen estos conocimientos en sus prácticas y en las formaciones de las que sean responsables.
Generar un programa de formación universitario y materiales formativos que ofrezca respuesta a las demandas de pensamiento crítico que suelen solicitar las personas dedicadas al ámbito de la cooperación.
Evaluar empíricamente los resultados de las capacitaciones con el fin de obtener la retroalimentación necesaria para la mejora de las formaciones.
Difusión de resultados en eventos dirigidos al público general con el fin de incentivar las competencias críticas entre aquellos sectores diana que no hayan accedido a los programas de capacitación.
Difusión de los resultados de investigación en medios académicos con el fin de triangular los resultados con especialistas procedentes de todas las áreas de conocimiento.
JUSTIFICACIÓN
El PACODE 2020-2023 señala que “mientras la población general sea pasiva, apática y desviada hacia el consumismo o el odio de los vulnerables, los poderosos podrán hacer lo que quieran, y los que sobrevivan se quedarán a contemplar el resultado”. La solución a esta situación es “la democracia participativa” (meta 16.7 de los ODS). Una segunda solución, retomando al mismo Chomsky citado por el PACODE, consiste en el pensamiento crítico: “los ciudadanos de las sociedades democráticas tendrían que hacer un curso de auto-defensa intelectual para protegerse de la manipulación y el control, y poner los cimientos para que la democracia sea más significativa”.
La formación en pensamiento crítico se convierte en una necesidad transversal para (1) el personal voluntario y cooperante,
(2) las personas de los países empobrecidos y los colectivos en situación de vulnerabilidad y (3) las estructuras y líderes sociales que fomenten la democracia y la paz (ODS 16).
En relación con el personal voluntario y cooperante, el pensamiento crítico dota de herramientas para luchar contra ideologías manipuladoras que sostienen realidades como el negacionismo del cambio climático, las fake news (PACODE, p. 46) o la superioridad en razón de género, raza o condición social. Asimismo, hace consciente de los propios perímetros ideológicos que rompen la horizontalidad con el diferente, fraguando una posición colonialista y paternalista, y que asume la superioridad de quien viaja a países empobrecidos o se alza como “normal” frente a las/os diversas/os, sin apercibirse de que esta diversidad puede suponer una intensificación de sentidos que no aparece en el “normalizado”. En suma, el pensamiento crítico mejora la sensibilización y la conciencia respecto a problemas globales y locales al intensificar la capacidad de atención y conciencia respecto a él mismo y a su exterior (PACODE, p. 45). En relación con la población de los países empobrecidos, el pensamiento crítico puede contribuir a “la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas y los valores democráticos” (PACODE, p. 24 y ss). En colectivos como infancia, mujeres o poblaciones indígenas, la ausencia de pensamiento crítico puede dificultar la verbalización de la injusticia social o el patriarcado, suponiendo la incapacitación para ser conscientes de estos procesos de injusticia y normalizando situaciones inaceptables debido a los usos y costumbres.
Tanto la Agenda 2030 como el PACODE instan a potenciar “una ciudadanía informada, formada, crítica, comprometida, movilizada” y a la CUD corresponde “la formación de ciudadanía socialmente responsable y el desarrollo de herramientas estimulantes de aprendizaje, enfocadas a imaginar y construir un futuro sostenible, impulsando la integración de la sostenibilidad y fomentando metodologías activas, experienciales y participativas que supongan la búsqueda y generación de respuestas innovadoras a los retos globales de la Agenda 2030 y permita a la sociedad andaluza conocer e implicarse en la lucha contra la pobreza”. Esto se reitera en el ODS 4, 5 y 16, y supone la adquisición de herramientas de pensamiento creativo y crítico que transciendan el debate de ideas sin tener presentes herramientas que sirvan para evaluar argumentos, crear conceptos y definiciones rigurosas, evitar las falacias y errores de pensamiento, fomentar la congruencia, evitar el lenguaje manipulador cargado emocionalmente y vago, entre otros elementos.
El avance en habilidades sociales y capacidades de comprensión (o hermenéuticas) se alinea también con ODS y el PACODE, pues se propone tanto “el respeto por la diversidad cultural” (PACODE, p. 27 y ss), la “convivencia y el respeto de otras culturas” (Agenda 2030) y “la tolerancia, el respeto mutuo (…) y la responsabilidad compartida” (ODS 16º). Entendemos como habilidades sociales los conocimientos teóricos y habilidades prácticas en asertividad, técnicas de escucha atenta, empatía, saber pedir ayuda y dar las gracias, disculparse, mostrar afecto y negociar, entre otras. En la medida en que muchos conflictos o errores de relación se basan en la incomprensión de entornos culturales exóticos, la hermenéutica y las habilidades sociales cierran esta herida. El trabajo sobre cuestiones como el género y la diversidad cultural y funcional (ODS 5, 10 y 16) se benefician de este tipo de habilidades.
La conexión entre pensamiento crítico, habilidades sociales y hermenéutica exige completarse con formación en los modos de racionalidad o de pensar ajenos al eurocentrismo y la normalidad: simbólico, narrativo, ritual, dramático, experiencial, analítico, indígena (purépecha, náhuatl, mapuche, etc.), pensamiento basado en la diversidad funcional de personas sin visión o con diversidad intelectual o cognitiva, etc. Ejemplos de esta forma “diversa” se pueden apreciar en los tojolabales de México, que funcionan desde el “nosotros” y no desde el “yo”, los yanomamis en Brasil y Venezuela, fundados en una consideración ecocéntrica, la forma de pensar desde el oído musical de una persona con diversidad visual o el pensamiento afectivo inherente a personas con diversidad cognitiva.
La formación en estos campos (pensamiento crítico, habilidades sociales, hermenéutica y modos de pensamiento alternativos) ayudará a completar el perfil del voluntariado rompiendo esquemas colonialistas, paternalistas e impositores debido a la ideología de la que se parte. Se mejorará el cambio del paradigma de la ayuda compasiva a la de la cooperación interlocutiva e interactiva donde todos los agentes son donadores y beneficiarios en un plano de horizontalidad. Esta formación práctica ha sido realizada previamente por el equipo tanto en el extranjero (por ejemplo, en prisiones latinoamericanas, casas Hogar mexicanas y brasileñas) como en España (con infancia del Polígono Sur, mayores del Hospital de la Caridad, comunidad migrante y comunidades de personas usuarias de drogas, entre otros), y también en formaciones universitarias. La formación y acción en cooperación y didáctica del equipo facilita la consecución de estos objetivos, y su eficacia se ha demostrado gracias a la publicación de algunos resultados (Barrientos, Medina, Revuelta, Muñoz, García, Martín) y estando otros en evaluación.
ANTECEDENTES
La necesidad de pensamiento crítico y capacidades comprensivas se pone de manifiesto de forma recurrente cuando las personas voluntarias que regresan de las misiones en terreno explican sus sorpresas relativas a experiencias inesperadas. Durante unas jornadas de experiencias de voluntariado, un profesor que había conseguido financiación para comprar una máquina que detectaba malformaciones prenatales explicaba con amargura su fracaso: durante la revisión del proyecto en el campo, se detectó que no se usaba porque este comprometía la red eléctrica de la comunidad y porque nadie quería someterse a la prueba puesto que los habitantes celebraban las malformaciones de los niños como elegidos por los dioses. El problema eléctrico se funda en una ausencia de pensamiento crítico en la proyección del proyecto y el segundo es usufructuario de una disfunción hermenéutica o comprensiva de carácter intercultural. Los casos se repiten en otras experiencias: recientemente, un joven enfermero en una ONGD se sorprendió cuando enseñando RCP a un grupo de jóvenes ecuatorianos les indicaba que había que mantener la maniobra de masaje cardiorrespiratorio hasta que llegase la ambulancia; le preguntaron que cómo era posible lograr la hazaña si la citada ayuda tardaba dos horas en llegar. Por último, un taller de risoterapia de un voluntario en una asociación andaluza no tuvo en cuenta los problemas de movilidad reducida de muchos asistentes.
Estos casos puntuales son la punta del iceberg de un problema generalizado en el voluntariado: la ausencia de formación práctica en pensamiento crítico, en capacidades hermenéuticas y la imposición de esquemas normalizados a contextos de diversidad funcional. Defendemos este punto a partir de un estudio de identificación de necesidades que recogemos más adelante.
Estas lagunas formativas se reiteran en el caso de la comprensión y las habilidades sociales. Estas disciplinas exigen que el personal voluntario o cooperante atienda a tres líneas de trabajo: (1) hacerse consciente del propio marco ideológico (Irish Murdoch, Mannheim) o perímetro (Lahav) desde el que se percibe el mundo y que se inserta incluso en el lenguaje desde el que pensamos (María Martín Barranco -véase Ni por favor ni por favora-, Lenkersdorf, Gadamer, von Humbold); (2) transformar el discurso unívoco, impositivo, normalizado, patriarcal y colonialista en capacidades receptivas de escucha y de generación de diálogos que incentiven la comprensión de los matices de quien se distingue del propio yo (Levinas, Buber) y, por ende, convertir el monólogo unidireccional en un auténtico intercambio interactivo y comunicativo (Habermas, Appel, Rorty, Beuchot, Friedman); y (3) aprender otras modalidades de pensamiento y comprensiones, por ejemplo, añadiendo a la reflexión analítica la realizada de forma visual (Duthie), estética (Dewey), poética (Zambrano), la fundada en el “nosotros” en lugar de desde el yo (Lekensdorf), el pensamiento lúdico (Huizinga), el pensamiento comunitario (Splinter-Sharp, Villoro, Paredes), el pensamiento simbólico (Cirlot), el pensamiento basado en la oralidad (León Portilla), el ecocéntrico (yanomamis), el intuicionista (mapuches), el táctil, el auditivo o el musical (Adorno), entre otros.
El coordinador de este proyecto ha realizado varias investigaciones empíricas que ponen de manifiesto la mejora en capacidades de pensamiento crítico (cognitivas), reflexivas y afectivas (regulación emocional) por medio de los talleres prácticos de naturaleza análoga a los que se impartirán en este proyecto. Los talleres de pensamiento crítico y gobierno sobre las emociones, que, en España, se realizó con estudiantado, voluntariado y PAS universitario, han concluido los siguientes resultados. La primera se realizó en cuatro países (Noruega, Croacia, México y España) entre 2015 y 2017. Como puede verse en el siguiente gráfico, esos talleres evidenciaron mejoras en las dimensiones citadas en el grupo experimental respecto al de control, específicamente, mejoras de 0,21 puntos en el aspecto reflexivo (de 3,65 a 3,86) y de 0,22 (de 3,77 a 3,92) puntos en el aspecto cognitivo y 0,07 en el plano afectivo (de 3,48 a 2,55), mientras los grupos de control quedaban sin cambios claros:
El segundo experimento realizando talleres de pensamiento crítico y comprensión proceden de actividades con personas en situación de vulnerabilidad con las que hemos trabajado en varias prisiones españolas e iberoamericanas. Los resultados manifiestan una mejora en la apertura mental de un 14,3%, de la reflexión de un 4,2%y de la regulación emocional de un 15,2% en el grupo experimental:
Estos resultados se han concretado durante el proceso de identificación de este proyecto, llevado a cabo a través de un cuestionario dirigido a los colectivos diana en Andalucía del que se han recibido 131 respuestas de miembros de ONGD, PAS, PDI y alumnado de todas las universidades andaluzas (se presenta informe completo como anexo). La pregunta “¿Qué importancia consideras que debería tener el pensamiento crítico para las personas voluntarias y profesionales de la Cooperación al Desarrollo?” obtuvo una puntuación de 7.39 (rango 1-8). En este sentido, el 84,73% indicó que nunca había asistido a un curso de pensamiento crítico y un 96,94% consideraba importante que las personas voluntarias y profesionales de la Cooperación al Desarrollo recibieran esa formación. La ausencia de formación en pensamiento crítico se demuestra cuando se pregunta por el tipo de afirmación que aparece en un argumento. Sólo el 23,66% logra responder adecuadamente, confundiéndose mayoritariamente con una opinión (41,22%). La distinción de un argumento constituye el elemento básico de cualquier formación de pensamiento crítico. Algo más complicado es detectar asunciones. Ante una pregunta para desvelarla en un argumento de la encuesta, sólo aparece un 3,05% testimonial que logra descubrir la asunción.
La encuesta ha incluido la pregunta “¿Por qué crees que deberíamos ayudar a los más desfavorecidos a desarrollarse?”. Se trata de una pregunta trampa que asume que la cooperación sea una ayuda a otros colectivos o que existan desfavorecidos y, por ende, incita a un planteamiento acrítico de la cooperación. Solo 3 personas del total de 131 (2,29%) cuestionaron la pregunta, lo cual pone de manifiesto la asunción de categorías que no se analizan críticamente. Por el contrario, se aceptan marcos colonialistas en general.
Por otro lado, la importancia concedida a las habilidades sociales de comunicación y comprensión intercultural para los agentes de cooperación recibió una puntuación de 7,6 (rango 1-8). Un 74,8% no había asistido a un curso de este tipo y que un 97,71% considera que son básicos para la formación del agente de cooperación. Por último, ante la pregunta “¿Estarías interesada/o en realizar un curso gratuito de pensamiento crítico y habilidades sociales con docencia semipresencial o no presencial?” solo un 9,72% responde negativamente, evidenciándose la necesidad y el deseo de participar en este tipo de cursos.
PLAN DE TRABAJO
1. Encuentros iniciales: Se realizarán con las universidades andaluzas y otros agentes de cooperación andaluza con el fin de recabar datos sobre los niveles de conocimiento relativos a los cursos modulares y para incentivar la participación.
2. Generación de material docente: Diseño de material docente (manual, infografías, vídeos) y cursos para el desarrollo de distintos tipos de pensamientos (crítico, creativo, analítico, simbólico, corporal), habilidades sociales y hermenéuticas de acuerdo a los siguientes formatos:
3. Capacitación de personal voluntario y profesional del ámbito de la cooperación para el desarrollo
4. Evaluación y análisis de datos
5. Difusión.