Juan Francés de Iribarren

Catedral de Málaga-FachadaJuan Francés de Iribarren nació en Sangüesa (Pamplona). Fue bautizado el 24 de marzo de 1699. A la edad de catorce o quince años partió hacia la Corte de Madrid a perfeccionar sus estudios musicales. En 1717 (con tan solo 18 años) conseguía la plaza de organista de la Catedral de Salamanca, donde permaneció hasta 1733. Aquí se ordenó sacerdote y cultivó también su faceta de compositor al suplir al maestro Tomás de Mizieces, que debido a su avanzada edad no podía ejercer plenamente sus funciones de Maestro de Capilla. Durante su permanencia en Salamanca realizó frecuentes viajes a la Corte de Madrid para recapacitarse del estilo más gustoso que en dicha Corte se practica, cosa que hizo casi seguramente en la Capilla Real y con el compositor José de Torres según J. C. Labeaga.

En 1732 fallece Francisco Sanz, el Maestro de Capilla de la Catedral de Málaga, lugar éste de gran prestigio y, entonces, una de las más ricas de España. Iribarren optó a la plaza junto con otros candidatos. El 11 de julio de 1733 una cédula, firmada por el rey, comunicaba su admisión, requiriéndole además las pruebas de genealogía y limpieza de sangre (obligatorias para el desempeño de cualquier cargo oficial).

Concluidas las pruebas (que nos han dejado algunos testimonios valiosos sobre su vida), el 1 de octubre Iribarren tomaba posesión de su cargo como Maestro de Capilla de la Catedral de Málaga. Sus obligaciones eran las de componer música nueva para los actos y festividades litúrgicas, la enseñanza de los “seises” (los niños que participaban en el coro desempeñando la voz de tiple o como solistas). Él mismo se impuso además la tarea de organizar el archivo musical de la catedral, muy deteriorado a su llegada.

Iribarren ejerció su cargo durante 34 años y desarrolló una labor muy intensa. El gran número de obras que compuso lo sitúan entre los más prolíficos de su generación. Falleció el 2 de septiembre de 1767. Antes (14 de abril de 1766), y tras una petición del cabildo, acepta depositar sus últimos borradores de las nuevas composiciones en el archivo de la catedral, añadiendo sin embargo una condición: que no se extravíen ni copien para que no tengan otro uso que en las funciones de esta Santa iglesia, y así no se vulgaricen.

Guillermo Peñalver
José Manuel Villarreal