Otros participantes
PROYECTOS PRESENTADOS POR RAFAEL CÁMARA ARTIGAS
"Montaña kárstica tropical, sierra de Bahoruco (República Dominicana): fitogeografía, registros paleoambientales y paleoflorísticos del Plio-cuaternario"
Levantamiento de información de la vegetación actual de la Sierra de Bahoruco (suroeste de República Dominicana), con inventarios y transectos en sus formaciones vegetales (bosques húmedos, bosques nublados, bosques de pino); y de la paleovegetación a partir de muestras de polen para la reconstrucción paleogeográfica . La sierra de Bahoruco es un macizó karstico levantado tectónicamente hasta los 2200 m. que se encuentra entre la plataforma kárstica de Jaragua al sur, y la fosa-depresión de Enriquillo al Norte, que aloja al lago Enriquillo, 45 metros por debajo del nivel de mar, y con presencia de cocodrilos.
"Integración y desarrollo de la medicina tradicional de la región del este en el sistema de salud de burkina faso. consolidación de la unidad de salud del actp en fada n'gourma"
El proyecto se realiza como apoyo al la Unidad de Salud de la ONG local ACTP en Fada N'Gourma, al este de país. Tiene como objetivo la promoción de la salud a partir del conocimiento del uso tradicional de plantas medicinales de Burkina Faso, que ha sigo recogido por el director de Phytosalus en Ougadougou, capital del país. Dichas plantas son procesadas. Para evitar la desaparición de estas especies se planteo la construcción en Fada de un huerto medicinal en la sede de la ACTP, y para su suministro se recurrió de una parte a la existencia de semilleros de algunas de estas plantas autóctonas, y las que no tenían, se visitó, recorrió y buscó el apoyo de la dirección del Parque Nacional de Arly, al sureste del país, donde quedan sabanas y bosques secos tropicales con funcionamiento natural, y donde aun quedan muchas de estas especies. El acceso a fármacos de distribución comercial es muy caro para la población, y recurren al conocimiento tradicional. El objetivo del proyecto es potenciar este uso, pero con la asistencia de personal sanitario formado y con el apoyo de las agencias publicas de salud del estado.
La Sabana de Baobabs
El Parque Nacional de Arly se encuentra ubicado al sureste de Burkina Fasso, frontera con Benin, siendo el límite entre los dos países el río Pendjari, afluente del río Volta, que daba nombre a la antigua colonia francesa del país, Alto Volta. El Pendjarí tiene una extensa llanura aluvial que durante la estación lluviosa de abril a septiembre, se inunda. En la estación seca esta superficie está ocupada por diferentes tipos de sabanas: herbáceas, la más cercana al río, arboladas, arbustivas y boscosas (en las partes más elevadas dela llanura). Cerca del río, a unos 300metros, se encuentra esta sabana de baobabs (Adansonia digitata), que ha sufrido un incendio recientemente (algo habitual en estos ecosistemas). Este árbol, inmortalizado en El Principito de Saint Exupery, ocupa aquellos lugares donde hay agua disponible en el subtrato, ya que el acumula esa agua en el tronco. Los elefantes conocedores de esto, arrancan la corteza, como se puede observar en la foto, para hidratarse al comerla. Esta condición del baobab hace que los poblados de Burkina se localicen dónde están estos gigantes, ya que son indicadores de presencia de agua en el subsuelo en estos medios semiáridos, y forman parte del paisaje junto a las cabañas en la sabana.
En la sabana sin preocupaciones
No se preocuparon de nuestra presencia, cercana. Pero tampoco estaban preocupados por sus predadores en Parque, el guepardo, el leopardo, las hienas o los leones. Era un grupo de Cobe de Buffon (Kobus kob) en sabana arbolada en llanura aluvial, en la que un macho rodeado de sus hembras y descendencia nos vigila cauteloso. Hemos roto su paz durante unos instantes. Tal vez la hora del día con un calor sofocante, la sequedad de la hierba, o que sus predadores ya se han servido ese día, hace que se encuentren tranquilamente pastando en la gran sabana arbolada de la llanura aluvial del rio Pendjarí, en el Parque Nacional de Arly (Burkina Fasso)
El gran termitero
La sabana boscosa de la llanura aluvial del río Pendjarí (Parque Nacional de Arly, Burkina Fasso) guarda algunos secretos, algunos en forma de grandes monumentos a modo de rascacielos o catedrales gaudianas, al menos para las termitas que lo han construido. Las termitas son uno de los integrantes más importantes de la sabana, y construyen estas fortalezas con su saliva y excrementos, que aportan a la arcilla que la conforma. Tiene una gran resistencia y a veces es imposible romperlas con un mazo. Son grande productoras de metano, uno de los gases de efecto invernadero, pero ellas no son las culpables del cambio climático. Llevan mucho tiempo en la Tierra, mucho antes de que llegáramos nosotros.
Ocultos en la sabana de combretum
El proyecto nos llevó al Parque Nacional de Arly para encontrar especies y sus semillas de cara a poder introducirlas alnorte del Parque Nacional de Arly, donde la sabana ha sido antropizada y la desertificación ha hecho desaparecer no solo a la fauna autóctona sino también a algunas especies de las sabanas naturales, como el Kinkéliba (Combretum micranthum G. Don) con un amplio uso medicinal por parte de los Tradipraticiens (chamanes) del sudeste de Burkina. Esto nos llevó a buscar estos árboles en las sabanas naturales del Burkina Faso en el Parque Nacional de Arly. La altura de las gramíneas nos ocultaba, pero también oculta a los depredadores que utilizan su espesura para el acecho a los herbívoros. El Combretum micranthum como especie medicinal tradicional se usa en de enfermedades que cursen con dolor, inflamación, en la diabetes y en el control de la hipertensión arterial y puede ser incluida en la Atención Primaria, de los centros de salud regionales del país.
PROYECTO PRESENTADO POR SALVADOR ORDOÑEZ AGULLA
“Un falso epigráfico materializado”
La fotografía que se presenta al certamen ilustra las dificultades con las que se enfrenta el epigrafista en su labor de documentación de las piezas in situ. En este caso se trata de una inscripción que se encuentra inserta como dintel en la escalera de la torre primitiva de la iglesia de San Eustaquio de Sanlúcar la Mayor (Sevilla). El rasgo más interesante de este documento epigráfico es que se trata de una inscripción cuyo texto es conocido desde inicios del siglo XVI dado que figura ya en un manuscrito de la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, de donde a su vez la tomará el polígrafo Rodrigo Caro para usarla en su propuesta de historia de Sanlúcar expuesta en sus Adiciones al libro III de las Antigüedades y principado de la ilustrissima ciudad de Sevilla de 1634, inéditas hasta 1932. La pieza tiene un papel relevante en la construcción del relato mítico de los orígenes de Sanlúcar y en la legitimación de la antigüedad de su cristianismo.
La inscripción es ciertamente una ficción de factura moderna, que fue pergeñada por Juan Matías Gallegos de Vera (s. XVII) y refrendada por la autoridad del erudito Martin Vázquez Siruela. Su falsedad ya fue detectada en el siglo XVIII y más tarde por E. Hübner quien la incluyó en su relación de falsae vel alienae con el código IHC 19*. En el texto se menciona la destrucción de una estatua –simulacrum- del Sol y su sustitución por una de San Eustaquio, mártir igualmente apócrifo de Sanlúcar. Lo más relevante de la pieza es que usualmente los falsos de la tradición manuscrita no pasan más allá de la imaginación de sus inventores. En este caso, como demuestra nuestra fotografía, el epígrafe ha dejado de ser un “falso cartaceo” para devenir en “falso lapideo”.
PROYECTO PRESENTADO POR ANTONIO MANUEL SÁEZ ROMERO
"Punic Amphora Building Project (Corinto, Grecia)"
La ciudad de Corinto fue desde los inicios del I milenio a.C. hasta más allá de la Antigüedad Tardía un punto de encuentro clave entre las rutas de comercio del Mediterráneo centro-occidental y los mercados de la Grecia continental y Egeo occidental. En el siglo V a.C. dichos contactos incluyeron la importación a la ciudad de las famosas salazones de pescado fabricadas por los púnicos de Gadir (actual Cádiz) y otras ciudades costeras del área del Estrecho de Gibraltar, situadas en el confín del mundo conocido entonces. Estas salazones, básicamente trozos de atún rojo, fueron consumidas por los propios corintios en locales especializados en su venta al por menor (a modo de tabernas), que también servían vinos de alta calidad venidos de Quíos y otros puntos del Egeo. El proyecto estudia los restos de una de estas “tabernas”, excavada parcialmente en los años 1977-1979 en el centro de la ciudad antigua, no lejos del ágora y de los principales ejes viarios. Además de restos de las propias conservas en forma de huesos y escamas de atún y otras especies, el estudio ha desvelado la existencia de cientos de ánforas cerámicas que son el testimonio del transporte de las conservas y vinos, y de las vajillas de mesa griegas con las cuales se festejaba en el establecimiento el consumo de tan exóticos y exclusivos productos.
Hacer arqueología en un escenario excepcional
Vigilado desde las alturas por la ciudadela de origen micénico de Acrocorinto, el corazón de la ciudad se situaba en torno al templo arcaico, vinculado al culto del dios solar Apolo, que era la divinidad tutelar de la ciudad de Corinto. Este templo, del que aún sobreviven algunas columnas y cimientos, fue la principal referencia urbanística de la ciudad durante toda la Antigüedad clásica, y en torno a él se desarrollaron los principales espacios y edificios comerciales, de gestión y de reunión de Corinto. No lejos de este templo, algunas calles más al sur, se situaba el Punic Amphora Building, que fue hace unos dos mil quinientos años atrás un pequeño establecimiento especializado en la venta de vinos y conservas de pescado de importación. Una taberna bien situada en el centro de la actividad urbana entonces, que hoy aporta una información excepcional acerca de las relaciones comerciales establecidas entre los griegos orientales y los púnicos de la región del Estrecho de Gibraltar, famosos por sus salazones de atún rojo.
El hombre y el mar
La conexión de la ciudad de Corinto con el mar Mediterráneo es tan íntima hoy como lo era hace más de tres milenios atrás, cuando fue fundada, precisamente por su posición estratégica como puerto comercial. Esta vista panorámica tomada desde las alturas de Acrocorinto muestra la planicie donde se sitúa la ciudad en primer término, y tras ella el Golfo de Corinto, brazo de mar que conecta la ciudad con el Mediterráneo y donde se situaba el puerto de Lechaio, principal nodo de conexión de la pujante urbe con las rutas marítimas de la Antigüedad. El proyecto que se desarrolla sobre el “Edificio de las Ánforas Púnicas” pretende explorar esta íntima relación entre Corinto y el Mediterráneo en una época de esplendor que terminó abruptamente hacia el final del siglo V a.C. en el curso de las Guerras del Peloponeso que enfrentaron a Atenas con Esparta, Corinto y sus aliados.
Mucho más que vasijas rotas
A veces no resulta sencillo hacer entender los métodos de trabajo que habitualmente usamos en Arqueología, ni el valor que atribuimos a objetos que se encuentran muy deteriorados o carecen de cualquier mérito estético evidente. El proyecto que llevamos a cabo en Corinto responde a estos parámetros dado que no estudia elementos monumentales del pasado clásico, si no un conjunto de edificaciones y materiales con una conservación muy parcial, pero muy valiosos desde la perspectiva histórica, pues permiten tender un puente entre dos áreas (el Estrecho de Gibraltar y Grecia) alejadas en lo geográfico pero muy conectadas en lo económico durante el siglo de Pericles. Los fragmentos de cerámicas griegas que se amontonan en la imagen han sido parte del material estudiado en las campañas desarrolladas hasta el momento, aportando interesante información sobre como los corintios de la época bebían caros vinos mientras disfrutaban de las salazones púnicas venidas desde el otro extremo del mundo conocido entonces.
Pasado, presente y futuro
En la imagen, tomada en una de las salas de trabajo del museo de Corinto, se representan los fundamentos del proyecto. El objeto central es un ánfora púnica producida en talleres de la Bahía de Cádiz, reconstruida y expuesta actualmente en el museo, y que constituye quizá el ejemplo más representativo de la razón de ser de un proyecto que pretende unir la historia de los dos extremos del Mediterráneo. Detrás, a la izquierda el pasado, simbolizado por los diarios de excavación con encuadernación en gris, donde figura la vital información de todas las excavaciones practicadas en el yacimiento desde el año 1896. Y a la derecha, con letras doradas sobre cubiertas rojizas, las publicaciones generadas en las últimas décadas sobre los resultados de dichas excavaciones, encarnando la aspiración final del proyecto en un futuro cercano.
El Caribe a los pies de Bahoruco
La sierra de Bahoruco, al Suroeste de República Dominicana, es un macizo montañoso de 2200 metros de altura que se encuentra con el Caribe con grandes acantilados que alternan con ensenadas donde desembocan los ríos que evacuan las aguas de este gran sistema kárstico tropical. Las aguas turquesas del caribe reciben una pluma de sedimento blanquecina de las fuertes lluvias del día anterior, avenado por manantiales y sorteado de cavidades y cascadas de tobas travertínicas. La Playa de San rafael, abajo, es un lugar de esparcimiento popular dominicano, lejos del turismo internacional. La sierra de Bahoruco posee un rico sistema de vegetación que conforma una cliserie que de abajo a arriba va desde las selvas húmedas al este y los bosques secos al sur y norte, a las selvas nubladas a media altura y coronando los pinares tropicales. En esta sierra se ocultó y luchó contra los españoles en el siglo XVI uno de los grandes héroes simbólicos del país, el cacique Enriquillo. Al final el emperador Carlos I, por delegación, tuvo que firmar un tratado de paz con él, reconociendo el derecho a los indígenas tainos que quedaba instalarse en la que sería la nueva población de Azua.
El inventario en la selva
Las selvas nubladas de sierra de Bahoruco (República Dominicana), son uno de los ecosistemas de mayor valor ecológico del mundo tropical. Presentan una alta riqueza específica, y contienen algunos elementos relictos de la vegetación terciaria como los helechos arbóreos que se ven en la foto, En el inventario, apoyado por un botánico dominicano, dos cooperantes de apoyo al proyecto, miden y toman datos de cada uno de los individuos inventariados. La dificultad del trabajo es grande, así como la inversión de tiempo, varias horas. Se realizan transectos lineales de vegetación de 50 x 2 metro, para obtener datos para el análisis de diversidad de estos bosques, en los que predominan las lauráceas, por lo que también reciben el nombre de laurisilvas. La fortuna de esta isla es que no tiene animales peligrosos habituales en estos ambientes, como las serpientes venenosas, o grandes predadores mamíferos. Ni siquiera hay primates. Esto, que es una pobreza en diversidad de fauna, es una tranquilidad a la hora de trabajar.
Los pinares tropicales de Bahoruco
Cuando una persona llega a la zona tropical del hemisferio norte, queda sorprendido por la presencia de estos bosques por encima, en altura, de las selvas húmedas y de las selvas nubladas. La sierra de Bahoruco en República Dominicana tiene una gran superficie de pinar en sus cumbres. Pero no es un pinar como los que conocemos en Europa. Posee una alta riqueza de especies vegetales, y le acompañan bromelias epifíticas sobre sus ramas, o helechos tropicales en su estrato arbustivo. Lo más parecido a estos bosques los encontramos en los pinares de las islas Canarias. Estos pinares son de difícil acceso con pistas de tierra, algunas cortadas por deslizamientos o riadas. Estos bosques de pinos son uno de los elementos más característicos de la alta montaña dominicana. Estos bosques ssufren a menudo incendios, algunos naturales, otras veces provocados para ganar especio a la agricultura. Por eso, en la foto se puede observar la marca de los troncos quemados.
¿El infierno verde o el paraíso?
Realmente, cuando una persona se interna en estos bosques de las selvas nubladas de la sierra de Bahoruco (Sierra de Bahoruco, República Dominicana), en los que el calor sofocante y la humedad dificulta la respiración, se encuentra abrumado y perdido. No es difícil perderse en esta espesura y nunca hay que perder las referencias. Estos bosques se caracterizan por la presencia de lauráceas y de palmas (la palma manacla). ¿Es un infierno? Tal vez estos bosques dominicanos, a pesar del calor, no lo son, pues en él no hay peligro de que serpientes venenosas o mamíferos carnívoros como el jaguar que si viven en estos bosques en México, Centroamérica o Sudamérica. Tal vez estén más cerca de los bosques del paraíso de perdido de Milton, donde la abundancia da sostén sin peligros, como en todos los bosques dominicanos. Tal vez deberíamos luchar por conservar estos ecosistemas de montaña, infiernos o paraísos verdes, que están desapareciendo por el avance de la agricultura en todos los ecosistemas de montaña tropical.